
¿Y ahora qué hacemos?
Por Miguel Silva
#DeFrente
Un día viernes en la tarde mucho más que un millón de personas en los alrededores de Plaza Italia en Santiago y luego más de cien mil marchan de Viña a Valparaíso.
Piñera sale en la tele y habla de desigualdad extrema que no podemos aceptar. Dice que ha escuchado a la gente, pone fin al toque de queda, saca los militares de la calle, elimina algunos de los ministros que tienen mala imagen, pero deja los ministros de Educación, Transporte y Salud donde están. Luego Cancela la APEC y Cop25, pero desaparece la palabra desigualdad de su vocabulario.
Pocos días después de ese viernes de la gran marcha y del cambio de imagen que organizó Piñera, un día miércoles, una marcha de la Unidad Social junta, con suerte, una décima parte del millón.
El gobierno intenta atraer sus enemigos a la mesa de negociación. Parte del FA está de acuerdo, otra parte no. El PC tampoco, pero el PS sí. Todos hablan de una Asamblea Constituyente como si fuera una posibilidad real.
La ACES dice que nadie debe sentarse con el gobierno y proclama que está “firme con el pueblo”. El pueblo, sin embargo, no sale en grandes cantidades a las calles. Por lo menos en Santiago.
Mejor dicho, se acabaron las marchas de cientos de miles en Santiago, pero miles más salen a las calles en Antofagasta, en San Fernando, en ciudades lejos de la capital metropolitana.
Y la Unidad Social avanza en ayudar a juntar varias organizaciones de la clase trabajadora sindicalizada y se forma un “comité de huelga” para hacer real una huelga nacional de trabajadores.
Estas líneas son un resumen muy corto y exagerado, puedes decir, pero tienen como propósito subrayar las tendencias que hemos vivido y vivimos. Líneas con el propósito de obligarnos a hacernos la pregunta.
¿Ahora qué vamos a hacer?
Siguiendo la crítica que hace la ACES, reconocemos que muchos grupos, partidos, individuos, hablan en nombre del pueblo. Por eso, todos, todos, son reformistas. Hablar “en nombre de los millones” ES EL REFORMISMO. ¿Por qué? Porque deja fuera de la cancha a los millones que tienen que aprender a ejercer su poder.
¡Quizás algunas de las grandes cantidades de personas en las calles han aprendido que las marchas son necesarias, pero que no han sido suficientes!
¡Quizás se ha impuesto el peso de la debilidad profunda de organización base!
¡Son pocos los sindicalizados, pocos organizados en sus JJVV y el hecho es que estamos recién comenzando a despertarnos!
Se ha formado un “Comité de Huelga” de las organizaciones sindicales de la Unidad Social, cierto. Pero integrar algunos dirigentes en un Comité es una cosa, y organizar una huelga indefinida de los mineros, los portuarios, en los aeropuertos y centros logísticos de los grandes supermercados, es otra cosa.
¡Otra cosa con guitarra!
En la realidad, para ganar esa huelga, hay que ganar los trabajadores primero. Los más activos tienen que salir de sus lugares de trabajo y acercarse a los demás.
Por ejemplo, los subcontratistas pueden parar los buses que suben otros mineros a las minas. Por ejemplo.
¡Se necesita organización!
Por otro lado, las ganas de protestar están impactando a todo el país. No es Santiago que ahora es el único centro de organización.
Otra vez la pregunta… ¿En qué estamos?
Bueno, por supuesto algunos todavía nos dicen que cuando salen y queman un edificio están pegando con fuerza al capital, entonces son parte del pueblo que despertó. Pero con la ausencia de gran parte del pueblo en las calles en Santiago, ese tipo de acciones no ayuda mucho, digo yo.
Otros reconocen que ya pasó la gran ola de marchas de millones y por ende hay que levantar organización base más militante, más radical que la que organizan las agrupaciones de la Unidad Social.
¿Pero queremos en una comuna o lugar de trabajo dos organizaciones base distintas… una que integran los más radicales, y otro para los demás? Creo que no. Los radicales tienen que trabajar con la mayoría y probar que SU política sirve para movilizar más que algunos pocos.
El tema, entonces, es COMO trabajar juntos…
Creo que hay que trabajar con esa mayoría que ya está despertando.
Eso por un lado. Y por el otro, tenemos que integrar algunos de esa mayoría a una organización que sirve más bien para los que ya son y los que luego serán revolucionarios.
Entonces, creo que estamos enfrentados por dos hechos, por dos caras de la realidad.
Por un lado, la debilidad de las organizaciones base. Y por otro la debilidad de la organización de revolucionarios. Nuestra pega es ayudar a construir las dos organizaciones, al mismo tiempo, sin pensar que son idénticas.
Asamblea Constituyente, pero cómo.
Muchos hablan hoy que la salida, la solución de la crisis social, de este fin de la época del neoliberalismo, es una Asamblea Constituyente. De acuerdo, pero para tener una Asamblea que pueda discutir y tomar decisiones, esta necesita descansar encima de cimientos de miles de organizaciones base. La Asamblea tiene que ser “vocera”, de esa base. No vocera “en nombre de” esa base, sino vocera directa, transmisora de esa base.
Pero estamos muy lejos de tener esas organizaciones de bases multitudinarias
¡A trabajar!
Gabriel MJ
En este caso hay que construir bases, no apelar a la conducción de las bases cómo se ha hecho hasta el momento, donde el poder «constituyente» está en manos de los grupos políticos y, son los que conducen y no construyen, dejando en nada la representación de los sujetos -ciudadanos, pobladores, trabajadores, estudiantes, entre otros actores sociales -, qué son los que realmente deberían construir el poder constituyente desde lo social … Desde la soberanía popular.
Eliana townsend
Creo. ,después de leer este artículo del Reportero de frente ,que los chilenos/as que marchamos indignados y dispuestos a no retroceder ,pero también debemos pensar en una organizacion,que exigirán un gesto patriótico ,dejar banderas partidarias y todos luchar juntos por una asamblea que reúna a todos los chilenos y la Asamblea tiene que ser «vocera » de esa base » no vocera en nombre de » esa base sino vocera directa Transmisora de esa baseReporrtero de Frente