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¿Viola el STF los derechos de Bolsonaro?

¡El bolsonarismo es la sentencia de muerte de un país! Y quien no entienda esto, ¡aún no ha entendido nada! Matar gente es mucho peor que la corrupción. El autoritarismo o totalirismo ha cambiado mucho del siglo XX al XXI.
En el siglo XX tuvimos estados de excepción, por gobiernos excepcionales: por ejemplo el bonapartismo, el nazifacismo eran estados duales (con una estructura normativa y no un estado con un derecho).

Esta estructura normativa, que es necesaria para conducir un capitalismo que exige contratos, ser sujeto de derecho para poder contratar, vender, trabajar y esto genera conflictos que exigen a jueces, fiscales, abogados y penalistas ocuparse de la defensa de la propiedad. En otras palabras, existía una estructura estatal normativa que coexistía en el campo de la política, con el estado de excepción o estado de prerrogativas que lo llamó Ernest Fraenkel (jurista alemán).

Un Estado donde se declaran derechos suspendidos por ejemplo; en el caso de la Alemania nazi con la ley de plenos poderes y antes de ella la ley de estado de excepción.
En el siglo XXI, este contexto cambia en términos de teoría jurídica, fragmentándose medidas excepcionales manteniendo el «vestido» democrático, provocando la erosión constitucional y republicana de un país. ¡Qué pasó con Brasil!

En América Latina, el sistema de justicia fue el principal agente inicial de esta nueva forma de autorismo. Podemos mencionar el caso de Mensalão en Brasil, un caso olvidado con varias medidas excepcionales.

En América Latina teníamos dos categorías de medidas de excepción; la excepción los procesos penales que tienen la apariencia de cumplir con la norma, la regla y la segunda fue el juicio político inconstitucional a la expresidenta Dilma (que fue un golpe de Estado).

Quien «creó» la expresión golpe, para referirse a juicios políticos trivializados e inconstitucionales, no fue la izquierda latinoamericana sino el mayor jurista del siglo XX y principios del XXI, Ronald Dworkin. En Brasil, esto ocurrió en el apogeo de la operación Lava Jato, dando lugar al «bolsonarismo», la versión tropical del nazifacismo.El Tribunal Superior Electoral (TSE) determinó que la inelegibilidad de Bolsonaro durará hasta octubre de 2030. Su inelegibilidad trae tranquilidad institucional y reposicionamiento de la extrema derecha brasileña, en torno a otros nombres para las elecciones presidenciales de 2026.

Sin embargo, los órganos de investigación están en manos de los bolsonaristas; así como gran parte del poder judicial, lo que supone una clara amenaza para la seguridad nacional de Brasil, como se confirmó el 8 de enero de 2023 (intento de golpe de Estado). Estos intentos no están descartados, debido a los constantes fallos del Asesor de Seguridad Nacional.
Los crímenes del ex presidente, atacando al Estado democrático, comienzan a emerger y arrastran a las fuerzas armadas brasileñas y a sus altos mandos.

Aynore Soares Caldas

Licenciado en Derecho y Especialista en Inteligencia Militar

Equipo de política internacional de Revista De Frente

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