
Venezuela: Batalla geopolítica y oportunidad histórica para la izquierda anticapitalista
Por Nicolás Romero
#DeFrente
Preámbulo: Lecciones sobre la agresión a Nicaragua
Tanto el autoproclamado Guaidó como el Grupo de Lima y Luis Almagro de la OEA (expulsado del FA uruguayo), vienen trabajando coordinados bajo los mandatos de Trump. Recordemos el show que Almagro montó desde Colombia, en una zona limítrofe con Venezuela a fines del 2018, momento en el que -repitiendo el guión de Trump- no descartó una intervención de carácter humanitario. Los asesores del mandatario estadounidense extienden el concepto de eje del mal y ahora lo utilizan para referirse a Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Recordemos que Nicaragua vivió durante el 2018 un periodo convulsionado que dividió las posiciones de las izquierdas, los progresismos y las organizaciones feministas. En ese momento se debatió si las protestas iniciadas en abril de 2018 y el ciclo de lucha callejera posterior, obedecía a una levantamiento popular como respuesta a políticas neoliberales y conservadoras del gobierno sandinista o se explicaba más bien por un proceso de desestabilización liderado por Trump. La situación actual entrega luces de que el factor determinante de la situación fue la intervención de EEUU. Los informes de DDHH citados culpan al gobierno de los asesinatos, pero hoy existen antecedentes para comprender que el grueso de ellos fueron causados por maras contratadas por sectores de la oposición y de la Iglesia Católica, financiados por EEUU.
El más emblemático y citado por parlamentarios del Frente Amplio y la derecha fue el informe de la CIDH, órgano dependiente de la OEA. Este texto sólo fue aprobado por los países pertenecientes al Grupo de Lima y en el cual participó Antonia Urrejola, abogada chilena que trabajó para Barrick Gold y que es el brazo derecho del pro golpista declarado José Miguel Insulza (vale recordar que la Internacional Socialista apoyó a Guaidó).
En su momento, sectores de izquierda que se subieron a la ola anti sandinista hablaban de que EEUU siempre va a intervenir pero que este no era el factor determinante. Absurdo, pensando que Nicaragua ha vivido en un proceso de intervención por parte de EEUU durante todo el siglo XX, ya que forma parte del «mar interior» del imperialismo gringo y sobre todo del contexto geopolítico que ha llevado a Trump a poner como prioridad el inicio de una guerra en nuestro continente.
Esta cita podría ser de ayuda para quienes aún defienden la integridad de la CIDH:
«En diciembre (Guaidó), ha viajado discretamente a Washington y se ha reunido con diferentes personalidades. El día 14, en concreto, se cita con Luis Almagro, secretario general de la OEA (Organización de Estados Americanos) y abordan todo el escenario, incluida la vía constitucional, según confirman desde el organismo. Poco después Guaidó acude a Bogotá para participar en la reunión del Grupo de Lima, formado por 14 países americanos en 2017 para abordar la crisis venezolana»
Declive de EEUU: Repliegue ofensivo para preparar las batallas decisivas con China
El mismo argumento se utiliza hoy contra Venezuela. A la vez que los progresismos se dividen entre apoyar a Guaidó (como la alcaldesa Manuela Carmena en Madrid, aliada de Íñigo Errejón) y quienes se oponen a la intervención, varios insisten en recalcar los errores de la revolución y en particular del Presidente Nicolás Maduro.
Tengo la impresión de que la invasión a mediano plazo es inevitable, por lo que leer el conflicto desde esa arista es un error dado que no comprende el núcleo del conflicto. Venezuela se convirtió en una batalla geopolítica estratégica en el preludio de la III Guerra Mundial que enfrentará a EEUU con China y sus aliados. China ya superó la capacidad productiva de EEUU y este último ha visto decaer notoriamente su influencia global: perdió la guerra en Medio Oriente; aliados cercanos como Arabia Saudita no se suben a la oleada anti Venezuela (ambos son miembros de la OPEP); pierde crecientemente influencia frente a Rusia en Europa (vimos como el ultimátum de 8 días para llamar a elecciones en Venezuela realizado por el Parlamento Europeo pasó rápidamente a un retracto).
A todo eso se suma que gobiernos de extrema derecha en Italia y Austria no reconocen a Guaidó. EEUU pierde toda influencia sobre Turquía y la India. No existe en África, donde la Unión Africana apoya al gobierno de Nicolás Maduro. Los estadounidenses sólo cuentan con el apoyo de Canadá y de debilitados gobiernos latinoamericanos (como el agobiado Macri y Lenin Moreno). Si bien cuenta con la potencia militar de los ejércitos de Colombia e Israel (está por verse si apoya el de Brasil), lo que le permitiría avanzar en un cerco estratégico, los costos internos a los que está empujando a sus aliados (incluido Piñera) son altísimos. Así la derrota de EEUU en Venezuela podría convertirse en la derrota de las derechas latinoamericanas en este nuevo ciclo político.
La invasión parece inevitable a mediano plazo dado que EEUU necesita del petróleo venezolano (que representa el 20% de las reservas globales) para enfrentar la guerra con China. Los norteamericanos tienen casi agotadas sus reservas y su matriz energética es petrolera. Esto explicaría su repliegue de Medio Oriente, además de conseguir así un recorte del gasto militar. Trump privilegia la invasión a Venezuela como paso táctico para enfrentarse a China. De allí que toda lectura sobre la situación de Venezuela debe partir de esta consideración para otorgar luces sobre la dinámica del conflicto.
La batalla con China y sus aliados aún no está resuelta, de hecho, esto es solo el comienzo. Serán los enfrentamientos los que definirán la pérdida del carácter imperial de EEUU. Este es un escenario donde una crisis interna norteamericana no es descartable, lo cual se agravaría con un rechazo interno a la guerra y una victoria electoral de sectores progresistas del Partido Demócrata que -como Bernie Sanders- se oponen a la invasión en Venezuela.
La bancarrota de las socialdemocracias. Crisis del marco de alianzas de los nuevos progresismos
Las socialdemocracias europeas y latinoamericanas han sido fuertemente subordinadas a EEUU y al pensamiento liberal desde inicios de la década del ’90. Esto se explica por el derrumbe de los socialismo reales, por los procesos de renovación tipo Tercera Vía y por las consecuencias de las salidas pactadas a los gobiernos autoritarios en nuestro continente (en el caso del PS chileno es clave el proceso de renovación socialista).
Vemos como España y Portugal se suman a las acciones injerencistas. La aliada de Iñigo Errejón en Madrid, Manuela Carmena, aboga por una salida humanitaria a la crisis en Venezuela, promoviendo una intervención que no implique un derramamiento de sangre. Bachelet, en su primer informe como Alta Comisionada de DDHH de la ONU, centra casi la totalidad de su intervención en la crisis humanitaria en Venezuela y Nicaragua, sin recalcar los asesinatos a dirigentes sociales en Colombia, el apartheid israelí en la Franja de Gaza o la masacre de Arabia Saudita en Yemen, todos aliados estratégicos de EEUU.
La influencia financiera e ideológica sobre este sector es altísima, por lo que fuertemente tenderá a situarse en posiciones de derecha en el escenario internacional. De allí la inviabilidad de intentar construir alianzas con estos actores como lo plantea Podemos en España o el Partido Comunista en Chile.
FA chileno: Entre la espada y la pared
El FA chileno se ha situado a la derecha de los nuevos progresismos latinoamericanos. Organizaciones como Colombia Humana o Nuevo Perú, que hace un año se subieron a las críticas anti Maduro, hoy señalan a EEUU como el principal factor de inestabilidad en la región. Mientras, las elites del FA siguen contribuyendo por acción u omisión al proceso de invasión. Si bien por la acción coordinada del sector anticapitalista del conglomerado se logró consensuar una declaración condenando la intervención de EEUU, los rostros públicos corren a dar señales de buena crianza frente la prensa cortesana. Beatriz Sánchez recientemente sitúa el problema de la falta de democracia en Maduro y nada dice sobre EEUU. El Partido Liberal desconoce la declaración del FA y llama a censurar a los Grupos de Apoyo Programáticos del FA por declaraciones de apoyo al presidente constitucional Nicolás Maduro. Karina Oliva (Poder) señala en medios de derecha que quienes apoyan a Maduro en el FA son una minoría. La dirección centrista del Movimiento Autonomista impulsa en la Mesa Nacional apoyar una censura al Grupo de Apoyo Programático de Relaciones Internacionales del FA, invocando argumentos falsos y carentes de todo debido proceso, al igual que cuando disolvieron la comisión de Relaciones Internacionales del MA. Renato Garín, diputado de RD y ex asesor del primer gobierno de Piñera, señala que ha llegado a la convicción de que en Venezuela se vive una dictadura.
A lo anterior se suma la división de las fuerzas democráticas en Chile a propósito de las acusaciones que el diputado Gabriel Boric realiza a las izquierdas regionales de ser corruptas y violadoras de los DDHH. Declaraciones aplaudidas por la derecha y citadas entre líneas en la carta publicada por Piñera en El Mercurio el 11 de Septiembre de 2018.
El burocratismo de la coalición contrasta con las señales de apoyo a Venezuela que mayoritariamente han surgido desde comunales, Grupos de Apoyo Programáticos y bases de los partidos del FA. ¿No entenderá esta élite parlamentariza que un triunfo de EEUU en Venezuela significa la ruina del FA y de su programa? Si contribuyes a una intervención que desatará una guerra de alcance regional, estás justificando una intervención extranjera a un posible gobierno del FA que intente implementar un programa que toque los intereses de EEUU.
Perfilar una izquierda socialista y latinoamericanista
En medio de las acusaciones por detenciones a periodistas chilenos y extranjeros en Venezuela (a las que se subió Irene Montero, la número 1 de Podemos) con las que se intoxicaron matinales y noticieros de derecha, el Alcalde Daniel Jadue acusó a CNN Chile de ser un brazo del imperialismo gringo. Las declaraciones se viralizaron masivamente demostrando que existe un sector de la población que crecientemente se opone a la intervención norteamericana en el continente.
Lo burdo de las acciones del imperialismo abren una posibilidad de radicalización de Movimientos Sociales y de franjas de capas medias que en su momento apoyaron el discurso progresista del FA, pero que -a partir de la nueva situación política- comienzan a comprender y radicalizar sus posiciones.
Si para el progresismo las posiciones de política internacional son opiniones personales de dirigentes, para la izquierda socialista son el eje interpretativo central de la situación global, regional y nacional.
El fascismo es el rostro del giro guerrerista de EEUU para acumular fuerzas para enfrentar una guerra global de supervivencia como potencia imperial. El mundo -y en particular nuestro continente- está siendo empujado a un ciclo de guerras por el control de bienes comunes naturales, saqueo de bienes públicos e hiper-explotación de las capacidades productivas y reproductivas de los pueblos.
En la situación chilena, la crisis terminal de la Nueva Mayoría y la incapacidad política del FA es utilizada por la derecha para profundizar los niveles de saqueo y explotación en beneficio de las empresas de EEUU y sus aliados. A su vez, se comienza a fraguar un giro fascista que hará viable esta nueva etapa, asentado en grupos pinochetistas, evangélicos fundamentalistas y parte de la comunidad venezolana residente en Chile. Las recientes demostraciones de fuerza en Plaza Italia muestran el nivel de organización y unidad ideológica de partidos fascistas de la oposición venezolana que operan en Chile con el aval de EEUU y de Piñera.
Así las cosas, la batalla regional es un momento de la batalla global y la situación chilena está configurada por ese escenario. Las tareas de la izquierda anticapitalista pasan por construir una alternativa creíble que apostando a alianzas amplias dentro del campo democrático, avance en construir una mayoría activa dentro de los movimientos sociales y la clase trabajadora, mayoría asentada en un programa socialista de transformación. El socialismo como proyecto histórico que Trump busca disolver invadiendo Venezuela debe ser regionalmente defendido por las fuerzas de cambio. Y ahí se requiere re agrupar a las fuerzas honestas del FA, de las izquierdas y de los movimientos sociales en esta tarea histórica.
Fuente:
https://elpais.com/internacional/2019/02/02/estados_unidos/1549129687_137099.html