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Taiwán Semiconductor Defense. Money, business and, free competition?

Por Catbriel Cardozo

 

Make America Great Again

Donald Trump rescata un slogan del reciclaje republicano, invocando al sentimiento y el honor del “americano” que se siente orgulloso de su país y de su Armada, hacer que USA vuelva a ser grande no tiene límites, y la forma para que USA sea grande puede variar según dicten sus intereses económicos y el momento geopolítico que esté en disputa, el llamamiento invoca a lo profundo de ese ciudadano, inclusive a ese orgulloso latino que encontró la estabilidad en medio de un camino repleto de racistas vallas y de desigualdad.

Slogan instalado durante la campaña presidencial de Ronald Reagan, aquel oriundo de Illinois, aquel destacado anticomunista. Hacer que América vuelva a ser grande” donde América es USA y no la América que conocemos, la América nuestra, es la de los latinos, aquella que sazona la vida con condimentos de cultivos ancestrales y que baila exportando maravillas que juegan al fútbol.

Aquella Latinoamérica consume y es influenciable políticamente, que se reconoce desde sus deliberantes actos sometida al poder global de Estados Unidos. Países donde el miedo juega un rol, donde las oligarquías y los adinerados locales que concentran la riqueza, utilizan su poder para manipular la política y seguir sosteniendo los privilegios y sus ingresos. Una Latinoamérica que tiene un cuerpo con profundas llagas por el paso de las dictaduras, que duelen y recuerdan a los asesinados y que no cierran esperando a los desaparecidos. Esta Latinoamérica que vivió la injerencia norteamericana y sus efectos sociales y que hoy es bien mirada por políticos con abultadas cuentas bancarias y empresas herencia de los procesos de privatización.

Tener un USA grande y fuerte, implica un alto gasto en defensa y una sólida red de bases militares repartidas por el mundo, una extensión del capitalismo conjugado con el poderío militar exportable como garantes de la estabilidad adjudicándose el rol de los protectores de la “libertad y la democracia.” Tener un-USA grande incluye seguir siendo el único país que ha usado bombas nucleares contra poblaciones de civiles, pero hacer ver al mundo que en los demás reside el peligro. Tener un-USA grande implica ser quién da las ordenes en los organismos internacionales que residen en Washington. Tener un-USA grande incluye el no respetar el derecho internacional.

Un dólar fuertemente instalado que es ampliamente usado en el mundo, un papelito verde que transa en prácticamente todos los países inmersos en el globo terrestre. Decenas de economías de inferior tamaño encomendadas al rezo de un tipo de cambio favorable. Un dólar que se repatria rápidamente a los bolsillos de los inversores ante vientos de recesión y de inflación descontrolada, una economía en la que, para hacer sonreír al mercado, circulan los gerentes de los Bancos a la Reserva Federal con total aceptación y prueba del capitalismo más puro en medio de una sostenida política de libertad del mercado financiero.

 

Uncle Joe is here

Desde que asumió la presidencia Joe Biden ha sido un embajador para la tensión geopolítica, el demócrata ha sido un constante en el ejercicio de la palabra y de repartir amenazas, es el mismo presidente norteamericano el que ha promovido durante su gestión la tarea de aumentar las diferencias con China, instalando más sanciones que le restrinjan las posibilidades de expansión para este tipo de industria.

Toda amenaza y acto deliberante es válido para Estados Unidos con tal de mantener el control de la región y la estabilidad deseada para obtener la producción necesaria de semiconductores que satisfagan la demanda industrial de la economía norteamericana, que hoy en día, es altamente dependiente de los insumos generados en Taiwán.

Los semiconductores son claves en el tablero geoeconómico del momento, la industria se encuentra en medio de una encrucijada de afiladas líneas que limitan el avance hacia tecnologías de mayor desarrollo. En los semiconductores un gran tamaño no es sinónimo de eficiencia y mayores capacidades, sino que entre más pequeños sean y tengan mayores ventajas de integración, mejores serán. El acceso a producir semiconductores más avanzados y de rangos de menor tamaño,  están en una constante disputa comercial, mediada por sanciones, para lograr evitar que el gigante asiático logre desarrollar una tecnología lo suficientemente efectiva de litografía extrema ultravioleta.

Actualmente el desarrollo de la maquinaria capaz de producir microchips lo lidera ASML, una empresa holandesa que es pionera en el desarrollo de este tipo de maquinas de impresión, el producto tiene denominación de origen y la empresa ha sido objeto de limitaciones para la comercialización debido a las limitantes que ha “impuesto” Estados Unidos en su disputa con China. La producción mundial de microchips lo sigue liderando la taiwanesa TSMC abasteciendo ampliamente la demanda mundial que en 2021 se centro en casi un cuarenta y cinco por ciento (45%) para la producción de mercancías asociadas a las comunicaciones, los smartphones, las computadoras y el almacenaje de información.

Para 2030 las estimaciones son auspiciosas para la industria de los microchips, que aumentará sus usos en materias como la fabricación automotriz, la electrónica par auso industrial, las comunicaciones y la integración de la Inteligencia artificial (AI) para nuevos dispositivos de consumo, dispone un escenario millonario para los capitales que están estratégicamente posicionados en esta línea de negocios, como la gigante Microsoft que es uno de los grandes financistas e inversores de OPEN AI, empresa detrás de ChatGPT.

La visita de Nancy Pelosi a Taiwán resume un proceso de tensión que busca escalarse constantemente entendiendo que la disputa real en términos económicos de Estados Unidos es con China y en donde Rusia, está muy lejos de ser un rival en lo económico, no así en lo militar.

Las aplicaciones de semiconductores en la industria aeroespacial y militar es uno de los puntos de mayor relevancia en torno al desarrollo de los microchips avanzados, esta jugada del tablero es de extrema relevancia para la disputa en torno a las armas estratégicas y es aquí donde China y Estados Unidos juegan su real disputa en torno a Taiwán. El giro armamentista que ha llevado a cabo Estados Unidos y la OTAN armando a sus aliados va encontrando respuesta en el oriente, donde un debilitado Japón no es capaz de ser un policía eficiente para la región y en donde China lidera ampliamente la zona de influencia, incluyendo todo lo cercano a Taiwán, la delgada zona del estrecho es una constante zona de tráfico candente. Las extensiones comerciales de China y su predominante rol en la cadena de suministros son elementos difíciles de amarrar para Estados Unidos, que ha visto en la globalización un condicionante de cuidado para sus intereses de dominio hegemónico.

La historia de los nacionalistas y los comunistas sigue vigente, las diferencias se mantienen y China considera a Taiwán parte de su territorio, siendo esta una provincia rebelde. La visita de Pelosi y la vulneración al principio de una sola China, encarriló un conflicto con un conteo numérico en la espalda, el tiempo es relativo y podría moverse en torno a dos ejes fundamentales, el desarrollo de semiconductores en territorio norteamericano y que China caiga en pie de guerra frente a Estados Unidos, que es lo que intenta activar occidente, entendiendo que por ahora, son quienes dominan el posicionamiento estratégico y militar frente a una China que asciende entre sanciones y limitaciones para el desarrollo tecnológico y militar.

El programa de desarrollo de la industria de semiconductores en territorio norteamericano se ha traducido en millones de dólares en asignaciones a empresas para su acelerado desarrollo, las empresas estadounidenses están en la posta por dejar atrás las posibles inestabilidades en torno a Taiwán, las inversiones son millonarias y sumado a los empleos creados por el programa de protección contra la inflación, programa que ha sido cuestionado por sus aliados, por ser considerado proteccionista en momentos en que la industria europea se sacude de los efectos económicos de unas sanciones bumerang  que tienen a Europa mayormente dependiente de Estados Unidos y con una clase política sometida a los intereses estadounidenses.

 

International laws and proposed peace

China ha puesto sobre la mesa en su rol de segunda economía del mundo, una propuesta de paz en torno al conflicto militar en Ucrania, cuestionada y aceptada por otros, es una declaración que invita a la paz en medio de un conflicto que busca escalar occidente (desde su posicionamiento estratégico). China es un actor relevante e incidente, por ello, la irrupción de esta misiva instala un debate que tiene siempre intereses cruzados, sin animo de profundizar en los puntos, la propuesta le enrostra una realidad innegable para occidente, que es su constante irrespeto al derecho internacional dado el sometimiento al poder hegemónico. La invitación a dejar la mentalidad de la guerra fría tiene tintes económicos que buscan sostener el modelo y la integración, pero en el primer punto, hablar de respetar las soberanía de los países, integra un jaque en torno a Taiwán. Al China considerar a Taiwán parte de su territorio, la misiva integral de paz, deja a Estados Unidos pensante en torno a sus movimientos pues de firmarse un acuerdo de este tipo, le impone una nueva categoría en el orden mundial, asumiendo una pérdida de posicionamiento global. De pronto será el rechazo el mensaje puertas afuera, occidente buscará intensificar las condiciones bélicas y el apoyo a Zelensky, pero sabiendo que para Europa es imposible sostener el conflicto en términos de largo plazo, lo cual le ha sido rentable económicamente, sin embargo, debilitar a Rusia es necesario para posteriormente enfrentarse a China con un aliado debilitado, que en teoría no estaría al cien por cien.

 

¿Es realmente la libertad y la democracia lo que le importa a Estados Unidos en Taiwán?

 

 

CATbriel – 28 febrero 2023

 

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