
«Sindicalismo clasista, la alternativa de la clase trabajadora». Por Tatiana López
Por: Tatiana López D.
Dentro del movimiento sindical chileno, se ha acuñado la concepción del sindicalismo clasista, siendo el hito de importancia, el surgimiento de la Central Clasista de Trabajadoras y Trabajadores, quienes promulgan y desarrollan el Sindicalismo de Clase. Tal proceso, se ha percibido como un nuevo fenómeno dentro de las dirigencias del movimiento de trabajadores en Chile. Sin embargo, tales concepciones tienen una explicación histórica y política, en respuesta a las deficiencias y necesidades de la clase trabajadora por radicalizar sus demandas y representatividades.
Podemos dar varias explicaciones al delimitar el porqué de este nuevo fenómeno dentro de las clases trabajadoras, no obstante, la respuesta que engloba a las demás, se basa en la funcionalidad estructural del sistema Capitalista. Por un lado, el empobrecimiento, la poca estabilidad laboral, la perdida de derechos laborales, la dictadura del empresariado y la política de consensos que ha desarrollado la CUT, visibilizando problemas de representatividad.
Con respecto a esto último, a la llegada de la democracia, se reconstituye la CUT, aunque supeditada al proyecto político que encarnaba la Concertación, que impuso la lógica del consenso por sobre la del enfrentamiento hacia los grandes grupos económicos. En los años 90 hasta nuestros días, se han consolidado las políticas neoliberales como hegemónicas, como también dando paso a las transnacionales para sobreexplotar los recursos naturales. Además de fomentar y facilitar la privatización de los servicios básicos como la educación, salud y el trasporte; se ha consolidado, de parte del Estado, una política disciplinante y castradora de la acción potencial de los actores sociales y por sobre todo del movimiento de los trabajares, por medio de políticas y leyes que interrumpen la acción participante y de decisiones en los lugares de trabajo, por medio de una estrategia política de “consenso social”, como parte de la matriz ideológica de los gobiernos.
La fragmentación, la inestabilidad laboral y la perdida de la acción política de la clase trabajadora, ha obstaculizado más aún la práctica sindical, dando como resultado la perdida de la capacidad contestataria del movimiento de trabajadores y ha dejado en manos de los gobiernos la necesidad de cambios en las estructuras del trabajo, como también, se ha transformado en el espacio político de los gobiernos de turno. No obstante, se debe tener en cuenta, que las estructuras laborales, el sistema económico y las malas prácticas diregenciales, han generado el debilitamiento de la organización del sindicalismo en Chile.
Sin embargo, este “nuevo” fenómeno del sindicalismo de clase, no es algo nuevo en nuestra historia. La organización de trabajadores puede ser definida por el surgimiento de tres formas, el anarcosindicalismo, el mutualismo y el sindicalismo. Luis Vitale, distingue dos etapas del sindicalismo. La primera se puede llamar sindicalismo independiente, hasta 1930, y a la segunda, sindicalismo institucionalizado, otorgándole al primero un componente clasista, y por lado es el que tenemos actualmente teniendo como representante a la CUT. Un hecho importante lo constituye la creación de la Federación Obrera de Chile (1909 a 1936), que fue la gran escuela del sindicalismo clasista de Chile. Siendo Luis Emilio Recabarren quien la convierte en una central sindical y le imprime nuevos principios: como la independencia de clases, la lucha contra el sistema capitalista, y a la propiedad privada de los medios de producción, además, de plantear la necesidad de luchar por una sociedad socialista, sin explotados ni explotadores. Es así, como la Federación Obrera de Chile, levanta su bandera inspirada en estas dos profundas sentencias internacionales: la unión hace la fuerza y la emancipación de la clase trabajadora debe ser obra de los propios trabajadores.
Esta orgánica sindical clasista, conformada por hombres y mujeres con representación directa, planteó la emancipación económica y cultural del trabajador a través de mejoras en su condición de vida, la socialización de las fuerzas productivas y de su liberación de los vicios del capitalismo hacia la construcción de una sociedad del trabajador, la construcción de una nueva vida. Sin embargo, la emancipación, debía cambiar las relaciones sociales de producción, siendo las y los trabajadores desarrollar el poder necesario para la toma de los medios de producción. Desde este enfoque y según los planteamientos de Carlos Marx, el sindicato constituye un instrumento para la lucha de clases y la revolución, donde la clase obrera debe adquirir protagonismo, como fuerza de cambio al orden económico y social establecido, que lo mantiene oprimido.
En las declaraciones, los estatutos y objetivos, el sindicalismo clasista definió una estructura organizacional a nivel regional, que los recursos salen de los propios trabajadores, la identidad autónoma y de clase; defender los intereses de los trabajadores; actuar y proceder en la sociedad para hacer cambios profundos y transformar a la sociedad.
Otra etapa del sindicalismo clasista es en la década del 50, donde surge un ascenso mundial de movilización de trabajadores. En este caso, en Chile, en febrero del año 1953, se forma una nueva organización sindical, la Central Única de Trabajadores (CUT), que retoma los principios de la FOCH e incluso, la luchar contra el imperialismo y la construcción de la sociedad socialista. Se declaró como una organización política, ya que, al interior coexistieron trabajadores con distintas ideologías, y que su objetivo estratégico estaba por encima de los partidos políticos. El movimiento sindical es parte integrante del movimiento social y político de los trabajadores.
Dentro de este proceso de configuración del sindicalismo, se observan distintos cortes y continuidades, con la aparición de la FOCH y la constitución de la Central Única de Trabajadores en 1953. Dentro de sus planteamientos, se impulsa una visión de movimiento social referido a la identificación con la clase, como también una postura de acuerdo al tipo de organización, de proyecto político social y la idea de constituir una sociedad distinta, el Socialismo como alternativa al Capitalismo y el desarrollo de espacios de constitución, politización y concientización, al entender, que el sindicalismo no es apolítico, al contrario, tiene un rol en la sociedad y es manejado por las y los trabajadores, ya que estos interfieren directamente en la producción. Tanto la FOCH, como La Central Única de Trabajadores de 1953, se levantan dentro de un contexto de problematización de representatividades, pero también, de conflictos de derechos laborales y sociales, siendo la cohesión la necesidad de organización por la defensa de los derechos y la vida del pueblo en su generalidad.
Actualmente lo que se distingue en el sindicalismo en Chile, es la relación del movimiento con los partidos políticos, ya que existe una relación estrecha entre los partidos políticos gubernamentales y el movimiento social, clarificándolo a través de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), donde durante estos últimos años ha tenido representación directa con la coalición en el gobierno de turno y los intereses económicos y políticos del último. Actualmente, podemos observar que, en este periodo gubernamental, ha tenido posturas insatisfactorias a las necesidades de los trabajadores, teniendo un papel sumiso ante la dictadura de los grandes empresarios. Por ende, el movimiento social se traduce como instrumento de agitación o cohesión de las masas, según el gobierno de turno.
A raíz de la ineficiencia de las organizaciones de las y los trabajadores, ha nacido una instancia de representación del sindicalismo clasista, la Central Clasista de Trabajadoras y Trabajadores (CCTT), la cual toma los principios de la FOCH y de la CUT de 1953, y podríamos señalar que se presenta como la continuidad histórica y política de la clase trabajadora y del pueblo. Lo que se traduce en la delimitación de un proyecto de sociedad, acogida de los principios de autonomía, de solidaridad de clase trabajadora, en la visión del rol del sindicalismo, como instrumento de la clase en la defensa de las y los trabajadores y específicamente en el carácter de clase antagónica que debe caracterizar al sindicalismo, entendiendo que la lucha de las y los trabajadores va más allá de las reivindicaciones económicas, sino más bien, en la construcción del poder de clase para la destrucción de las estructuras de explotación por parte de los empresarios y políticos “oficialistas”.
Y es necesario, más aún cuando las instituciones oficiales representativas del sindicalismo en Chile, se han visto afectadas por los lineamientos del sistema neoliberal y la intromisión de los partidos políticos en las esferas del movimiento, ordenando y configurando un movimiento social que contenga el conflicto y no responder a nuestros intereses, de las y los trabajadores, siendo organizaciones que se encuentran al amparo de las directrices de las políticas gubernamentales, por medio de los partidos políticos, desarrollando estrategias a favor de los intereses políticos empresariales en oposición a la clase trabajadora.
Hoy, atravesamos un contexto de debilitamiento de organizaciones representativas de las y los trabajadores, de agudización de las problemáticas laborales, debilitamiento en la seguridad laboral, crecimiento de trabajos informales, inseguridad y nula protección a madres y padres en etapa de crianza, grados de cesantía, que cada día se incrementan, entre otras más. Y más aún, en este contexto de crisis sanitaria, que ha reflejado las carencias del capitalismo sobre los derechos básicos de la vida, y la nula respuesta de este gobierno y su cúpula parlamentaria, al contexto actual, que más allá de una crisis sanitaria, estamos en presencia de una crisis económica, y hemos visualizado la defensa vulgar de los intereses del gran empresariado, en desmedro de quienes somos los que movemos la economía de los países, de las y los trabajadores, utilizando el populismo, la demagogia, y la dictadura burguesa, para que a costa de nosotros, el gran empresariado siga disfrutando sus privilegios. Y, por otro lado, la nula defensa, el silencio de la Central Unitaria de Trabajadoras, en poner en evidencia los abusos laborales, el incremento de la cesantía, la precarización de la vida, lo que nos a entender la necesidad imperiosa de reconstruir el movimiento sindical clasista.
Por todo aquello, debemos entender como clase trabajadora que el movimiento sindical es un instrumento necesario para el resguardo de los intereses de los trabajadores, debemos entender la necesidad de la construcción de nuestro instrumento de poder, en la toma de las decisiones laborales y de la vida social, pero no cualquier movimiento de trabajadores, sino el de la solidaridad de clase, el de nuestros intereses como clase trabajadora, hablamos del sindicalismo de clase trabajadora.
¡Que la crisis la paguen los ricos!
Volveremos y venceremos.
Enzo Villanueva
Excelente. Avanzar sin tranzar