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Rescatar los derechos sociales sin caer en la trampa de la calidad

Por: Nicolás Valenzuela

Dentro de las causas de la actual rebelión se destaca la ausencia de derechos sociales garantizados por el Estado. Entre ellos, la seguridad social, la salud y la educación.

La lógica expansiva del capitalismo hizo que estas conquistas de los pueblos, en un contexto estatal, fueran entregadas a manos de privados que, so pretexto de su eficiencia o la falta de recursos estatales, encontraron nuevos y jugosos nichos de acumulación y ganancia.

La motivación por la acumulación, en cada caso, le ha venido dando forma a lo que se entiende por educación, salud y seguridad social. No se trata solo de una intervención monetaria o financiera. La sumisión de esos ámbitos de la vida a la ley del valor moldea su fondo y contenido, no solo su extensión o costo y una vez que se impone esta lógica, pasa que no nos damos cuenta que hemos dejado de preguntarnos cómo y para que las queremos.

Para no cuestionar el fondo los tecnócratas reducen la discusión a la «calidad». La cual es medida y supervigilada por parámetros e instituciones profundamente ideológicas cuyo límite es respetar la razonable expectativa de ganancia del privado. No escapan, tampoco, a la pobrísima lógica -estilo PIB- de qué más es mejor. Sin cuestionar qué hay detrás de esos números. Puede que, por ejemplo, más atenciones médicas signifique que estemos más enfermos. Vamos adelante con las farmacias populares, pero cuestionémonos que tan medicamentados estamos. O cuál es la relación de nuestro bienestar con nuestros trabajos, horas de sueño y alimentación.

Por lo tanto, si hablamos de educación, salud y pensiones, no solo estamos hablando de plata o de cantidad de especialistas, universidades, camas, atenciones, etc. Si estamos en momento constituyente, debemos tomar los problemas actuales pero partir con nuestros para qué y desde nuestros principios.

¿Qué tipo de educación para qué sociedad? ¿Qué tipo de salud para qué sociedad?

¿Qué clase de seguridad social para qué sociedad? Partamos desde ahí. No desde los problemas que nos quieren plantear quienes, bajo la ley del valor, vienen acumulando riquezas.

La imagen corresponde a la obra de Jacqueline Fresard

 

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