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«Recopilación de testimonios sobre Roberto Nordenflytch: Internacionalista y Jefe Rodriguista» Por: José M. Carrera

Por: José M. Carrera

 

A los 17 años debe abandonar junto a su familia Chile, por la persecución a partir del 11 de septiembre de 1973, arribando a Moscú, donde comienza estudios de agronomía, los cuales abandona para dirigirse a Cuba. Ingresa a la Escuela Inter armas General Antonio Maceo, en la especialidad de Tanque y Transporte. En 1979, se incorpora a la lucha revolucionaria en Nicaragua en el Frente Benjamín Zeledón. Posterior al triunfo de la revolución como asesor apoya el proceso de construcción de un nuevo ejército para el pueblo nicaragüense, el EPS. Ante la arremetida del imperialismo norte americano, se incorpora a los batallones de lucha irregular, que combaten a la contrarrevolución antisandinista  financiada por EEUU. Ingresa a participar en la lucha de los pueblos en Chile contra la dictadura. Cae en combate el 20 de agosto de 1989. Sus restos descansan en el Cementerio Parque del Mar, en Viña del Mar.

A continuación comparto una compilación de destacados testimonios de ex combatientes sobre el legado y el carácter humano y político de Roberto Nordenflycht.

TESTIMONIOS RECOPILADOS:

El compañero Elo: “Lo había visto algunas veces en aquellos días del Gobierno Popular, era otro compañero del DREMS, militante de las JJCC, alumno del Instituto Nacional. Paso el tiempo y muchas cosas ocurrieron tanto en el exterior como en el interior de nuestro país: Retirada de las tropas imperialistas derrotadas de Vietnam y triunfo del pueblo conducido por el compañero Ho Chi Min, Independencia de Angola y Mozambique del colonialismo portugués, Victoria de la Revolución Sandinista en Nicaragua, de la cual Roberto fue parte, la política de Rebelión Popular y la Sublevación Nacional, las primeras protestas nacionales, los primeros apagones, los primeros enfrentamientos directos con los esbirros de la dictadura, el nacimiento del Frente Cero, el Trabajo Militar de Masas, las unidades de combate y el FPMR. Creo que fue en 1986, una tarde entre otoño e invierno, no muy soleada, el punto indicaba que debía caminar por Avenida Los Leones desde Carmen Silva en dirección a Bilbao por la vereda poniente, con un diario enrollado en la mano derecha. Al llegar a Carlos Antúnez, un adulto joven como se describiría hoy, me abordó y entregó la contraseña que fue respondida por mí. Luego, un saludo cordial y fraterno y a lo nuestro, no recuerdo la chapa que empleo en ese momento, puede haber sido Juan Carlos, me informó que era el Jefe del Destacamento del FPMR, yo debía saberlo ya que trabajaría directamente con él y asumiría una responsabilidad política en la unidad. Me llamó profundamente la atención su aspecto, más parecía una ejecutivo exitoso de una empresa con una agenda electrónica de la que hacía gala, que un combatiente contra la dictadura. Hago mención de ello, no de forma discriminatoria, sino como una demostración de lo que eran las necesidades que implicaba el trabajo político militar en aquellos años. Quizás leyó en mi rostro la curiosidad, que inmediatamente me señaló la necesidad de mimetizarse con el entorno y de esa forma pasar inadvertido para los servicios de seguridad, indicando además que era preciso ocupar los espacios y lugares físicos de la ciudad donde habitaba la burguesía y moverse seguro y sin temor en el territorio mismo del enemigo. En un primer momento me pareció alguien conocido, luego me lo confirmó su forma de hablar, firme, golpeada y a veces entrecortada, no había dudas, era el mismo de otra época, claro, con más años, más experiencia y contextura más gruesa, sin embargo la compartimentación era fundamental para nuestra seguridad y la de la organización, por lo que obvié los comentarios. Sólo trabajamos en forma directa, de jefe a subordinado, poco más de un mes, ya que los requerimientos de la lucha me animaron y obligaron a asumir nuevas responsabilidades dentro de la estructura del Frente. Siempre me sorprendió su decisión al plantear las tareas, su capacidad de entrega y convicción en lo que hacía, muchas veces sin medir las consecuencias en términos personales. Con mucho respeto lo señalo, había algo de arrogancia en su actuar. También había algo de niño en él, como en todos nosotros en aquellos días en que todo pasaba tan rápido y la vida parecía ser el momento en que estábamos y nada más importaba, todo se concebía aceleradamente; aún recuerdo cuando con Ignacio Valenzuela (Benito, Carlos) y Juan José Valenzuela (Ernesto, Bernardo), hermanos entrañables también, emulaban en un departamento de Los Tres Antonios, para ver quién desenfundaba más rápido la pistola.

Nos volvimos a encontrar en varias ocasiones, en reuniones ampliadas, Roberto como miembro de la Dirección Nacional y yo como Jefe del Destacamento Sur Oriente del Mando Zonal Santiago, del Frente y en cada una ellas siempre había tiempo para compartir algo más que las tareas propias de la organización, una talla, una anécdota, un cómo estás. No fuimos amigos, pero sí logramos la cercanía de ser compañeros y hermanos de lucha. La última vez que lo vi, fue en el primer encuentro que se realizó después del quiebre con el PC, en julio de 1987, a casi un mes de Corpus Christi y como siempre era el más adrenalínico de todos los allí presentes. Es probable que no sea el más apropiado para hablar de Roberto, hay muchos otros hermanos y compañeros que compartieron mucho más con él y lo conocieron mejor, pero lo hago desde este rincón de hombre común y bajo perfil, que ha creído necesario hoy más que nunca, en el deber que tenemos de rescatar la memoria de nuestros/as héroes/heroínas y hacerla llegar a quienes quieran conocerla. Se ha invisibilizado durante toda la post dictadura el papel fundamental que el FPMR cumplió en aquellos años, y que mejor hoy, que recordar a Aurelio y su arrojo, su desenfado, esa temeridad que lo caracterizaba, que lo llevó a regresar ese día para terminar con una operación que el considero debía concluir de manera efectiva cumpliendo el objetivo que se había trazado. No soy quién para juzgar y/o aplaudir sus errores y/o aciertos, sólo puedo decir con certeza que fue uno más de nosotros, un hermano con virtudes y defectos, y con una entrega y convicción revolucionaria a toda prueba, que lo llevó a tomar las armas en contra de la dictadura y a dar su vida por la causa de los desposeídos al caer en combate ese 20 de agosto de 1989.

Hugo, médico internacionalista: “Roberto Nordenflycht, Eduardo, Aurelio, todos estos nombres o “chapas”, pertenecen a la misma persona, conocido así, según el lugar donde estuviera, pero para nosotros, me refiero a sus más cercanos, a los amigos, o compañeros de armas, era simplemente “El Huevo”, así lo conocíamos, y así le decíamos. Si me preguntaran, cómo lo definiría en una sola palabra, diría “AUDACIA “, siempre dispuesto a cumplir las tareas que se le asignaban, por más riesgo que ellas conllevaban, no tengo memoria que alguna vez, haya titubeado y como ejemplo de esta disposición, mencionaré solo dos situaciones que reflejan su disposición. Una de ellas fue ubicar un puesto de mando detrás de las filas enemigas, desde donde se pudiera observar y dirigir el fuego artillero contra la Guardia del Dictador Somoza, y la otra, realizar tiro “vietnamita“ con morteros de 82 mm, tiro que para que sea efectivo debe realizarse desde la trinchera más cercana al enemigo (la primera línea). Ambas misiones, fueron cumplidas exitosamente, realizamos 6 disparos vietnamitas efectivos.” .

El Negro Hugo: “Mis primeros contactos con Roberto, o el Huevo como era más conocido, los tuve por la década del 70, en la época del Gobierno de la UP. Después coincidimos en el Exilio, en las tareas que en ese momento nos fueron encomendadas. Siempre lo sentí alegre, solidario, preocupado de los suyos, valiente, responsable, entregado 100% a las tareas que en ese momento el FPMR le asignaba. Nunca hizo ostentación de sus orígenes familiares, lo que tiene un gran valor. Su pérdida, significó un duro golpe, pero también una enseñanza en función de que por los principios que uno asume en la vida, se puede hasta entregar la vida, siendo consecuente con ellos.”

“En los 80 en Managua, Nicaragua, nos unió gran amistad y para mí, mucho mayor que él, lo sentía como un joven amigo adolescente, lleno de ideales, sueños de libertad y de compromiso político. Luchamos en los hermosos parajes del Norte nicaragüense frontera con Honduras en los Batallones Lucha Irregular (BLI), él en el “Germán Pomares” y yo en el “Francisco Estrada”, nos tocó actuar juntos en duros combates a la contra revolución. El año 85 nos reencontramos en la clandestinidad en Chile, bajo las banderas del FPMR, luchando contra dictadura pinochetista”…”Me fue a visitar al Norte, semanas antes de caer en combate. Fue la última vez que lo vi”. Desde Venezuela, hoy honro su memoria” Escribe emocionado Juan Ruilova, el “Loco Juan”.

Torito: “Vuelvo a pasar por mi corazón el nombre de mi hermano Roberto”. Así comienza su recuerdo Torito, hermano internacionalista. “Cuando pienso en él, lo siento en mi corazón. Lo conocí en Cuba en 1975, estudiando en la Escuela de cadetes, allí nos formamos como oficiales de las FAR. En esa época debe haber tenido unos 18 años de edad, era un joven muy inteligente, entusiasta, alegre y optimista, características de su personalidad que mantuvo siempre. Se sentía muy orgulloso de que su especialidad fuera la de tanques, y tenía razón de sentirse orgulloso de esa poderosa arma. Solamente escribiré dos viñetas sobre Roberto, la primera es del mes de julio de 1978, habíamos concluido toda la formación de la promoción, la XIII Promoción de Oficiales de Mando, nos habían entregado los nuevos uniformes, esta vez de oficiales, es decir uniformes de diario y de gala para la ceremonia de graduación que sería en La Habana, en la Plaza de la Revolución, es que tres chilenos de esa promoción se graduaban con diploma de sobresaliente, lo que implica que se gradúan con un grado más alto, Roberto y Raúl Pellegrín entre ellos, les entregaron sus charreteras, para los que no saben es aquello que va sobre los hombros con el grado militar, les entregan la “V” de teniente, de tal manera que todos los ensayos de la ceremonia de graduación ellos la hicieron con el grado de teniente. Aquí viene el detalle, justo en ese mes de julio de 1978 por una orden superior se cambian los símbolos de esos grados en toda las FAR, se dejan de usar los grados antiguos y se comienzan a usar los grados homólogos del ejército soviético; en ese cambio se nos entrega las charreteras con una sola Estrellita y no con dos que es lo que correspondía para el grado de teniente. Los dos recibieron el grado de subteniente sin decir nada, en mi opinión en un tremendo gesto de modestia. La segunda viñeta es casi un año después, junio de 1979, en Peñas Blancas, sur de Nicaragua, zona liberada por los guerrilleros sandinistas. Roberto había llegado dos días antes que yo, lo encontré en un galpón “famoso”, conocido por los que tuvimos la suerte de participar en el Frente Sur, allí estaba almacenado el armamento que usaríamos en la guerra. Una característica muy destacada de Roberto es que siempre, en todo momento y lugar se preocupaba de su “porte y aspecto”, tal como aprendió en su formación. A mí me impresionó vivamente verlo en su uniforme de campaña correctamente ajustado como debía ser, pero lleno de tierra y polvo, con una pañoleta rojinegra sandinista anudada elegantemente al cuello, barba de dos días, por cierto, se seguía viendo marcial. Se acercó con una gran sonrisa para darme un abrazo de bienvenida, yo todavía en ropa de civil con el maletín en el que llevamos dos mudas de uniformes verde olivo. Se escuchaban unos tiroteos en lomas cercanas y nos explicó en qué dirección se encontraba el enemigo, en esos momentos aparecieron unos aviones ametrallando aquellas posiciones que me parecían situadas a unos dos o tres kilómetros de distancia, pero Roberto mantenía una tranquilidad de un veterano de años en la guerra, y yo pensaba que solo llegó hace días. Pues así era Roberto, en condiciones de alto estrés, como lo es estar en la guerra o en la clandestinidad él se mantenía con firmeza de ánimo, y era un ejemplo de jefe a seguir”.

Víctor, también lo recuerda: “Lo conocí en la URSS, en la Universidad Patricio Lumumba (la Universidad de los Pueblos). Éramos el último grupo de 93 estudiantes becados por el Komsomol que había salido de Chile el 4 de septiembre de 1973. Íbamos a estudiar Maquinaria Agrícola durante tres años, y regresar a hile para reforzar el trabajo en la tecnología rusa que comenzaba a llegar a nuestra patria con el gobierno de Salvador Allende. Yo era el representante de la Jota de la región de Krasnodar en el Cáucaso. Roberto fue nuestro guía en la mayoría de esas actividades en Moscú. Debido al Golpe de Estado surgió la propuesta para adquirir conocimientos del arte militar, en Ajtirsky en Krasnodar, el año 1975 un dirigente del partido me planteó la tarea de formarme como oficial de carrera en Cuba. En ese momento no tuve ninguna duda y acepté inmediatamente la incorporación. Cuál sería la sorpresa al llegar a la Escuela Militar en Cuba, me encontré nuevamente con Roberto, entre muchos de los compañeros que estudiaban en La Lumumba, todos rasurados y con su uniforme verde olivo. También había un numeroso grupo de compañeros de partido socialista, con los cuales, sin duda, también compartíamos largas conversaciones. Unos cuantos de nuestros compatriotas eran excelentes en la mayoría de las materias -se podría decir sobresalientes- y entre ellos estaban Roberto Nordenflycht y Edgardo Lagos. Nos graduamos, y en mayo de 1978 se nos comunicó por nuestro jefe de Batallón que nos presentáramos inmediatamente en su oficina, fuimos trasladados en camión a una región de concentración, sin mayores explicaciones. A las dos semanas de estar entrenándonos, fuimos trasladados simulando ser turistas hasta la frontera cercana con Nicaragua, para ingresar a la guerrilla que desarrollaba el FSLN. Entre mayo, junio y Julio, concluyó el ingreso del personal designado para apoyar las decisivas acciones combativas que controlaban los sandinistas en territorio nicaragüense. Luego del triunfo Roberto fue partícipe, junto a varios de nosotros en la preparación de guerrilleros salvadoreños. Roberto ingresa clandestino a Chile y se incorpora a la lucha en contra de la dictadura militar. Como es sabido hasta 1986  el FPMR accionó bajo la conducción política del PC, diversas discrepancias y visiones, hicieron que a partir de junio de 1987, el FPMR dejara ser la Fuerza Militar Propia del Partido Comunista de Chile, para convertirse en una organización político-militar independiente, esto lo obligó a transformar sus concepciones, estructuras y funcionamiento. Fue en Chile, donde Roberto – “Aurelio”- se fue perfilando como un destacado combatiente y jefe revolucionario. En la clandestinidad no es posible compartir con todos los compañeros que desarrollan sus distintos trabajos conspirativos contra de la dictadura, no obstante, tuve la oportunidad de participar junto a él en la ocupación del poblado de “La Mora”, ahí pude verlo como un hombre bien empoderado en su papel de jefe, y admirado por los combatientes. Muy convincente y, fundamentalmente, con firmeza en sus planteamientos, siendo claro en sus órdenes.” Esto es parte de un relato mucho más extenso del internacionalista Víctor Matus.

Ethiel, internacionalista y ex dirigente sindical: “En esta designación junto a otros ocho compañeros nos juntamos con Eduardo en esta nueva etapa y nos transformamos en cadetes de la Especialidad de Tanques, los casi tres años que duraba el Curso de Oficiales de las FAR. Nuestra especialidad de tropas blindadas no difería mucho en los estudios de Infantería, solo lo hacía diferente es que nuestra formación del arte militar significaba atacar y defender con tanques y blindados que forma un Ejército Regular, era lo particular y para nosotros muy importante y atractivo. A Roberto le decíamos el Huevo, en nada se sentía ofendido y no era ninguna preocupación para él. Manifestaba siempre su interés por lo novedoso y encantador que era la especialidad, el conocer en profundidad los tanques como vehículo motorizado siempre fue atrayente. Fue un alumno destacado en las diferentes materias, incluso en lo que a la mayoría nos costaba, la Preparación Física, supo sortear con mucha tranquilidad y certeza el arte de manejar el armamento, la conducción del Tanque y todo su funcionamiento, también en las diferentes acciones de organización de los ejercicios de guerra simulada, Roberto notaba mucho interés y a la vez hasta se colocaba competitivo en la captación de lo que entregaba nuestros profesores. Finalmente nos graduamos de Subteniente de las Fuerzas Blindadas de las FAR. Cabe mencionar que en esa misma Escuela también estudiaron otras especialidades, destaco a Edgardo Lagos, Raúl Pellegrín y a nuestro compañero mapuche Moisés Marilao. Después de la graduación, las FAR debió distribuir a los graduados a las distintas unidades militares para el desempeño de su profesión y mientras en Chile se seguía una ardua lucha por derrocar al tirano y una vez que triunfaran se formaría las futuras Fuerzas Armadas del Pueblo de Chile. Roberto, durante nuestra estadía en la Escuela fue un excelente Oficial, buen compañero y habiloso en los conocimientos, de tal manera que con su aporte y el nuestro, la Compañía donde nos desempeñamos la eligieron Vanguardia del Batallón, que era un mérito en que se premiaba a los mejores en las FAR. No cabía duda por los altos mandos de la Escuela que ello se ilustraba por el excelente desempeño y entrega de los Oficiales chilenos del cual se encontraba Nordenflycht. Cuando abandonamos la Escuela para acudir al llamado de Fidel y los altos mandos de las FAR para una nueva tarea, del cual en ese momento no sospechábamos, causamos mucho dolor y angustia en el Batallón y prácticamente fuimos despedidos con grandes felicitaciones y agradecimientos de nuestros compañeros y alumnos. En la Guerra de Guerrillas durante la llegada al Frente Sur, Roberto nunca escatimó esfuerzos y valentía durante esa epopeya revolucionaria. En las veces que toco encontrarme con él, ya que estábamos en puestos distintos, pero en mi condición de chofer de unidades de abastecimiento de municiones, de traslado y recogida de personal y acompañamiento del mando en nuestro frente de batalla. Al triunfo, nos ordenan viajar a Managua con las columnas victoriosas de los Sandinistas e Internacionalistas, al llegar a Managua los Tanquistas nos ordenan asesorar el futuro Batallón Blindado que dirigía el comandante histórico y compañero del Frente Sur, Javier Pichardo y el guerrillero histórico de la ciudad de León, Carlos Cuadra. En esta oportunidad designan a Roberto como Asesor directo de Javier Pichardo, Jefe del Batallón y a mí como Asesor directo del Jefe de Plana Mayor Carlos Cuadra y a los otros compañeros como instructores de los Pelotones y reparación del Armamento y funcionamiento de los Tanques norteamericanos que operaban en esa unidad somocista junto a la selección de nicaragüenses con conocimientos de esta estructura. Puedo decir que con Roberto fuimos grandes compañeros en etapas que relato, aunque en los caminos de división en el FPMR tuvimos algunas diferencias, pero nunca he dejado de destacar sus cualidades y méritos y de decir que lo extrañamos mucho en esta construcción dificultosa de un Chile Posible. Este homenaje que recibe de sus compañeros, Roberto lo merece, todas las generaciones debiéramos saber quién fue Roberto Nordenflycht Farías en la historia de Chile.”

Víctor López nos cuenta: “conocí a Roberto en La Habana, a inicios de los años 80, cuando mi partido (PC)  me asignó la tarea de formarme como Oficial de Tropas Radiotécnicas en el Instituto Técnico Militar, ex-Colegio Belén, en el cual, el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz había realizado sus estudios secundarios. Por esos años el “Huevito” era ya un experimentado oficial de las FAR y del partido, con residencia en Nicaragua, en calidad de Asesor y formador de oficiales del naciente EPS. Ya a fines de 1985 me encontraba en Chile trabajando como asesor técnico de Rodrigo y me llegó la orden de reunirme con el “Chele Ernesto”, José Valenzuela Levi y Aurelio, para darle forma al plan de comunicaciones del FPMR que se implementaría en la ofensiva del año siguiente. Se suponía que como oficial ingeniero especialista en electrónica tenía las herramientas suficientes para aquella titánica tarea. El Chele y Aurelio, ambos con vasta experiencia operativa deberían aprobarlo e implementarlo. Recuerdo que llegué a la reunión con un plan muy bien elaborado (eso creía), donde partía recordando que las comunicaciones debían ser permanentes, oportunas, seguras y confiables. Se dividían en comunicaciones estratégicas y operativas, mostré varias láminas con los esquemas y códigos de transmisión. Cuando terminé mi exposición miro la cara Aurelio y veo que está indignado e inmediatamente me increpa: -Tú estás soñando, de dónde vamos a sacar todos esos medios, y los operadores qué, además que no van a durar ni 24 horas funcionando porque los van a detectar-. Por cierto, yo defendí mi proyecto y nos enfrascamos en una dura discusión. Finalmente se llevaron mi propuesta para “aterrizarla”, acordamos un nuevo contacto. En la segunda reunión vino mi desquite. El “Huevito” presentó un plan muy básico y había tomado lo más elemental de mi propuesta –se lo hice pebre- y terminamos peleados. A la tercera reunión el Chele trajo un Plan mucho mejor que los dos anteriores, y con nuestro ego por los suelos tuvimos que aceptar que los dos estábamos equivocados. Nos despedimos sin mucho entusiasmo ni buena onda. Después actuamos juntos en una acción que resultó exitosa y retomamos el cariño mutuo.”

Así lo recuerda Ramiro, Mauricio Hernández Norambuena en un mensaje desde su prisión política, desde una cárcel de Rancagua: “Recordándote todos los años en esa aciaga fecha Roberto, hermano Juan Carlos en las filas rodriguistas. Recuerdo que llegaste temprano a incorporarte al Frente con entusiasmo y profesionalismo, aportando con nuevas herramientas metodológicas para la planificación de la lucha urbana. No siempre fuiste comprendido por tus pares debido a tu personalidad exuberante, sin embargo en tus responsabilidades de jefatura cuidabas con celo la seguridad de las y los combatientes bajo tu mando. Te destacaste como jefe operativo en la preparación rigurosa y en la audacia de las acciones, pero algo te faltaba; participar en las acciones operativas arriesgándolo todo como tus hermanos y hermanas rodriguistas. Por lo tanto ese agosto asumiste cual imperativo ético estar en la acción directa ese día, el último con nosotros. Era tu oportunidad y de la mano de la insidia y provocación de un futuro traidor, emprendías ese acto temerario donde tuviste que enfrentar solitario el fuego enemigo. Caíste esa noche fría con las “armas en la mano”, como tú mismo lo querías si te llegaba la hora, “morir bien”.

Ramiro (prisión política, agosto 2021)

 

Compañero Roberto Nordenflitch, Eduardo, Aurelio o Juan Carlos, Presente.

Santiago, Agosto, 2023

José M. Carrera

Publicado originalmente en CITEL CHILE

 

Equipo editorial Revista De Frente

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