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Raquel Gutiérrez: «A propósito del trabajo de Silvia Federici»

Por: Raquel Gutiérrez Aguilar

 

A continuación les compartimos fragmentos de el documento “A propósito del trabajo de Silvia Federici: Colocar la reproducción material y simbólica de la vida social y la capacidad humana de producir lo común como punto de partida para la reflexión crítica y la práctica política”. En este Raquel Gutiérrez a partir de un análisis de la obra de la feminista italiana Silvia Federici, entrega valiosas pistas para repensar la “forma comunidad” como una alternativa a la “forma valor” del mercado capitalista y la “forma Estado”.

Así apuntamos a fortalecer la reflexión constituyente sobre los Cabildos y asambleas territoriales, para desde allí proyectar el Nuevo Chile que está despertando.

 

Trabajo doméstico

 

“Son dos los asuntos centrales a los que, a mi juicio, el pensamiento y la práctica de Silvia nos convocan. En primer lugar, en tanto feminista de y por lo común, está su empuje por visibilizar y volver audible, una y otra vez, los pensamientos de las mujeres en los ámbitos doméstico y público, sus prácticas y sus saberes cotidianos y estratégicos. En tal sentido, ella siempre enriquece y amplía el acercamiento a la teoría crítica en tanto pone atención en lo que desde otras perspectivas analíticas es catalogado como no relevante o es soslayado como particularismo descartable. Desde sus primeros trabajos en la campaña “Salario para el trabajo doméstico ”, Federici, junto con algunas de sus colegas, se esforzaron por llamar la atención hacia la esfera de la reproducción material de la vida social.”

 

“Desde entonces, Silvia ha perseverado en ahondar las posibilidades críticas que desde ahí se iluminan, abriendo los conceptos –como el de “trabajo doméstico”– y contribuyendo a la renovada comprensión y organización de la experiencia fruto de la lucha: un esfuerzo serio y potente por mover el punto de partida de la reflexión crítica. Por desplazarlo desde el canónico sitio de la producción y reproducción del capital hacia el subversivo ámbito de la producción y reproducción de su “mercancía” más preciosa y necesaria: la fuerza de trabajo. Y, en dicho tránsito, alumbrar otras posibilidades para pensar la transformación social, la revolucionarización de lo existente, las luchas en defensa de la vida, de los medios de existencia y de las riquezas sociales todas, humanas y no humanas. La recuperación y militante visibilización de las experiencias e ideas de la amplísima constelación de mujeres que ha ido conociendo a lo largo de su trabajo académico y político, llevó a Silvia a realizar la investigación histórica sobre la caza de brujas durante los siglos XVI y XVII cuyos resultados fueron publicados como Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria  .”

 

Reproducción de la vida

 

“El mundo capitalista, señala Federici, no puede ser comprendido a cabalidad –para avanzar en su crítica– si únicamente se miran los bucles de la producción de mercancías, de su distribución y consumo, es decir, de lo que suele llamarse “reproducción del capital”. Existe otro gran ámbito de la vida social que se ubica más allá, por debajo, adentro, en contra y más allá de los incesantes procesos de “producción y reproducción del capital”: son los múltiples mundos siempre regenerados por los esfuerzos incesantes hechos sobre todo por mujeres –aunque no únicamente– por mantener y sostener la vida, por ampliar sus posibilidades de gozo y disfrute, por reproducir material y simbólicamente la vida humana y no humana, día tras día, año tras año, generación y generación.”

 

Sobre las críticas de feministas liberales  

 

“Ciertas feministas liberales, por su parte, se escandalizan del enérgico llamado que hace Federici a pensar la transformación social desde el ámbito de la reproducción, alegando que una infinidad de mujeres en lucha, desde mediados del XIX y a lo largo del siglo XX, nos ha dejado una herencia de esfuerzos por salir de ese lugar. Olvidan, sin embargo, los ubicuos modos en que hemos quedado atrapadas –en muchas ocasiones– en el laberíntico juego de espejos en el que nos atrapa el falaz “horizonte de la igualdad” que a lo más alcanza a ofrecernos ser parte de una agobiante sociedad de individuos abstractos y formalmente equiparables, cuya existencia se basa en la mercantilización completa de las actividades conexas a la reproducción cotidiana de la vida: sociedades de votantes que consumen o de consumidores que votan. Forma social, por lo demás, hoy en ruinas.”

 

Forma comunidad

 

“En segundo lugar Silvia es una comunera. Su otra gran apuesta política y teórica es mostrar que lo común, los bienes comunes naturales y también la riqueza social disponible a partir de su producción como tal, como riqueza común, son el fundamento, la condición necesaria –aunque no suficiente– para la lucha social contra y más allá del capital, de la dominación masculina y de la colonialidad que impregna la vida pública y privada. Y es mucho lo que en este otro terreno ella nos enseña. Calibán y la bruja es, en este terreno, de manera análoga a su heterodoxo feminismo, un texto pionero e inspirador. Su tesis del desarrollo del capitalismo como una contrarrevolución organizada por aristócratas y grandes comerciantes contra la dificultosa autonomía que desde abajo desafiaba el régimen feudal, es completamente indigesta para quienes hoy enarbolan la bandera del desarrollo del capital adornada con colores “progresistas” o “pluriculturales”. Y dicha tesis se despliega a partir de entender la manera múltiple como, en cada nuevo ciclo de acumulación ampliada de capital, se agrede, se destruye o se despojan los bienes comunes –tierra, agua, derechos consuetudinarios a la leña, a las plantas medicinales, a las bayas y frutos de los árboles, a espacios para criar animales domésticos; pero también, de manera más cercana en el tiempo, seguridad social, derechos laborales básicos, escuelas y hospitales no privados y toda clase de redes de soporte.”

 

“Silvia confronta, desafía con su voz cultivada y armoniosa de mujer madura: no hay otro punto de partida para ir paulatinamente disolviendo las relaciones capitalistas, para confrontar los peores agravios que impone el capitalismo que el arco-iris de prácticas, esfuerzos, saberes y experiencias cotidianas desde donde reproducimos material y simbólicamente la vida social.”

 

Crítica a las separaciones impuestas por la dominación y la explotación

 

“Una última clave, que para mi es esencial para comprender la relevancia y originalidad del pensamiento de Silvia Federici, está en su fértil crítica a las separaciones impuestas como mecanismo básico de la dominación y de la explotación. Federici, entre otras cosas, llama la atención una y otra vez, acerca de la sistemática producción de separaciones que el capitalismo –y el Estado que es su forma política por excelencia– introducen en la vida social: desde la rígida separación sexo-genérica moderna que consagró a los varones en el lugar de lo público, separándolos del mundo de la reproducción donde se confinó a las mujeres, hasta las separaciones entre propietarios y trabajadores, entre expertos y obedientes, entre trabajadores manuales e intelectuales, etc. Dispositivo práctico de reiteración de separaciones fácticas y a la vez imaginarias, es decir, conducente a la consolidación del específico orden simbólico masculino-dominante, abstracto-capitalista y ferozmente jerarquizante que compartimos en tanto sujetos modernos. Silvia Federici, en su trabajo político, en sus aportes académicos y en su vida cotidiana es, ella misma, una fuerza de disolución de todas esas separaciones.”

 

“De ahí su capacidad para servir de puente entre diversas tradiciones de pensamiento, para enlazar y vincular los esfuerzos críticos y las luchas tan diversas que inundan este tiempo que llamamos presente. La amplia y versátil riqueza de su pensamiento de comunera feminista y de feminista comunera que comparte, siempre, con una calidez inagotable, es una fuerza inmensa en la producción cotidiana y estratégica de lo común.”

 

Puedes encontrar el artículo en: el Apantle Revista de estudios comunitarios No. 1

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