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¿Qué pasa en Francia? por Miguel Silva

Miguel Silva

Hace unas pocas semanas, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del mes de abril en Francia y cuando más del 70% de la población votó, los y las racistas dirigidas por Le Pen y Zemmour ganaron más que 10 millones de votos, de un total de 36 millones. El neoliberal Macron también ganó 10 millones de votos en la primera vuelta.

Por su parte, Jean-Liuc Mélenchon, candidato de la Nueva Unión Popular Ecologista y Social (NUPES), ganó solamente 7 millones, mucho menos que los racistas. Su lista integra a su lado radical, su propio partido de los “no vendidos” pasando por los verdes y hasta los viejos partidos del PC y PS.  

Llegaron a un acuerdo sobre la mayoría de los temas de su programa… y sobre donde había diferencias… bueno aceptaban que había diferencias no más. Por ejemplo, por un lado, el partido mismo de Mélenchon proponía bajar la edad de jubilación a los 60 años, el congelamiento de los precios de los bienes esenciales y la reinstalación del impuesto sobre la riqueza, que había eliminado Macron. Por otro lado, el PC proponía la creación de una nueva central nuclear, medida a la que los verdes se oponían. Sobre esta base de acuerdos y desacuerdos, la lista ganó sus 7 millones de votos.  

Ganó el neoliberal Macron en la primera vuelta, pero por un margen estrecho frente a Le Pen.  

¡Parecía que los racistas tenían como ganar la presidencia! 

 

 Pero dos semanas después, en la segunda vuelta, ganó Macron, y por un amplio margen. De un total de votos un poco menos que antes, ganó 18 millones frente a 13 millones de la racista Le Pen. 

Parecía, por lo tanto, que los y las franceses “inteligentes” habían votado en contra del racismo y por lo tanto en pro del neoliberal Macron y según los comentaristas, la población francesa estaba en contra de los racistas y sus aliados fascistas, pero igual era conservadora porque apoyaron a Macron. 

Sin embargo, sin embargo… en las elecciones parlamentarias del fin de semana pasado con una participación de 47%, hubo un terremoto difícil de entender para los comentaristas, porque la alianza de izquierda dirigida por Mélenchon ganó 6 millones, casi igualando la votación de la lista de Macron y más que los 5 millones de los racistas. 

 

¿Qué pasó? 

Lo que pasó es que millones de franceses y francesas votaron en contra de Le Pen en la segunda vuelta en abril, y por ende votaron por la derecha de Macron. Pero cuando tenían la oportunidad en las elecciones parlamentarias del fin de semana pasado, votaron por la alternativa izquierda de Mélenchon. 

Por lo tanto, parece que ha nacido una nueva época en Francia, una nueva época de esperanza, una alternativa.  

Antes del fin de semana, parecía que los y las franceses que habían luchado en décadas anteriores, ya no eran nada más que racistas o – cuando mucho – derechistas. Pero después de las últimas elecciones, parece que ha nacido una generación que no es racista ni derechista. Es esta alternativa la que es tan “sorprendente” para los ricos y poderosos de Francia, y para sus comentaristas. 

Ahora bien, la “tercera alternativa” nace en condiciones de la crisis económica que se nos viene encima a todos, entonces es posible que se vaya a formar la base de nuevas luchas sociales. 

En Francia, como en Chile, las elecciones no son importantes por sí mismas, sino porque reflejan y pueden fortalecer la organización social y de lucha de millones de trabajadores, estudiantes e inmigrantes.       

Espero que en Francia los y las jóvenes y no tan jóvenes, vuelvan a luchar. 

 

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