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«¿Qué explica el triunfo abrumador del rechazo?» Editorial-Discusión De Frente

La abrumadora derrota del apruebo en el plebiscito de salida por una nueva Constitución, abrió el debate sobre el cómo seguir avanzando en un escenario donde los diagnósticos se presentan diversos y contradictorios.  

¿Qué explica el triunfo abrumador del rechazo? 

¿Cuáles son las lecciones que debemos aprender para retomar un proceso de cambio en Chile?  

 El 18 octubre

 Las primeras respuestas las podemos encontrar en los errores en una serie de lecturas apresuradas sobre el color de la “política” durante la revuelta social. Se perdió de vista que el estallido social no era la expresión de un relato coherente, sino un reventón social producto de un modo de vida que se consideraba intolerable. 

Por supuesto, este tipo de explosión social es “político” en el sentido que millones de personas entraron en un accionar de marchas, discusiones en familia, con vecinos y compañeros de trabajo, colegio o universidad. Surgió un mar con múltiples visiones sobre los acontecimientos, la violencia, la salud, las pensiones, el costo de la educación y otros tantos temas. En fin, el octubre fue, como muchos “movimientos de masas”, una mezcolanza de ideas, de acciones y opiniones distintas, que buscaron en aquellas asambleas, cabildos e improvisados mítines en plazas de barrio, situarse políticamente en espacios que para muchos eran espacios de organización desconocidos, para contarse el que pasaba, el cansancio y la desesperanza, en donde crecieron afectos y también surgieron risas.

También es cierto que el estallido fue una explosión de ira, pero que es seguido de años de movilizaciones de distintos movimientos sociales diversos y activos, que también consideraban que se vivía una vida intolerable. 

El estallido integró todas las generaciones, incluso una generación que, a diferencia de nuestros padres y madres, difícilmente vamos a poder tener una casa propia, un ahorro previsional o una pega con contrato estable.  

En fin, el estallido tenía varios “programas políticos”, si por esa frase entendemos que la gente sale a la calle por una razón y no “porque sí no más”. En otras palabras, hay muchos tipos de programas. “Quiero la salud gratis, Fonasa sin colas y con todos los medicamentos” … es un “programa político”, por ejemplo. “! Qué se vayan los políticos!” es otro programa, y es distinto. 

Luego de unos pocos meses de movilizaciones, comenzó la pandemia, el toque de queda y las restricciones a la organización social mancomunada. Luego, una crisis económica y la distancia que ahondó en la desorganización de asambleas e incipientes movimientos sociales. 

¿Quiénes iban a llenar el vacío que la pandemia y la desmovilización dejó en la vida social y la conciencia de millones?  

Fueron los nuevos “políticos” y su gobierno que llenaron ese vacío, pero no con un nuevo activismo de base (que era, de verdad, una obra necesaria y difícil) sino con la política parlamentaria basada en negociaciones y “realismo”. Es decir, acción “dentro de lo posible y de manera republicana”. 

La mesa del 15 de noviembre es la antesala que prueba los márgenes institucionales que aplica la burguesía, el delineamiento no representativo de los electores, que expresaron en su mayoría sin mayor color, su expresión de descontento. 

Ese “modo de vida que se consideraba intolerable” y que explotó durante el estallido, no llegó a su fin.  

Sin embargo, los tres millones (según se recuerda en las cifras de Carabineros) que fueron parte activa de octubre, habían cambiado. De hecho, los cuatro millones (más o menos) que votaron por Gabriel Boric en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, también votaron por el Apruebo. Estaban y están convencidos que los cambios venían.

 Resultados Preliminares Servel, Segunda Votación Presidencial:   4.620.671 

Resultados Preliminares Plebiscito Constitucional Servel:               4.860.093 

 

Sin embargo, al parecer, los cuatro millones de jóvenes populares que votaron por el rechazo, no habían sido tocados por los días y semanas de un extendido octubre, o quizás, por decirlo de otra manera, la cara de ira y de frustración que era parte importante de la revuelta, también para ellos fue una razón para seguir votando contra los “políticos”, incluso contra los cambios transmitidos por los y las convencionales, quienes también a sus ojos eran “políticos”. Para ellos y ellas, esa avalancha de demandas fragmentadas que se proyectó desde la Convención era más palabrería de los políticos. 

No tenían recuerdos que podían servir como barrera capaz de repeler la campaña del rechazo como el aceite repele al agua. No tenían la protección que brinda la solidaridad y un Estado que se pueda jactar de decir, presente. 

El gobierno tampoco trabajó para cambiar directamente las condiciones de vida de los cuatro millones, y todo en pro de transmitir una imagen de responsabilidad fiscal y económica. 

Entrando a gobernar como “vocero” de la revuelta, el gobierno insistía que las demandas del estallido, de verdad, formaban parte de su programa, pero que había que instalar los cambios con calma, con base económica sólida, en forma responsable.  

Pero la economía chilena no tiene una base sólida, por lo tanto, las demandas están postergadas hasta un futuro no cercano. No hay que olvidar que una recesión económica nos viene encima muy luego. 

Para formar cimientos sólidos de un gobierno que va a hacer cambios en el futuro, ha integrado unas de las fuerzas de los gobiernos de la Concertación/Nueva Mayoría y por ende han ayudado a convencer a los cuatro millones que son políticos de siempre o “más de lo mismo” 

 Los postergados de siempre

Queda claro que, en parte, cuatro millones de nuevos votantes que votaron rechazo, no se identificaban con el trabajo de los y las constituyentes, porque también eran políticos, considerados más de lo mismo, desconociendo en aquella decisión, el trabajo de movimientos sociales que optaron para bien o mal, ir a jugar un partido que los integró a un círculo que era mal mirado y que se expresó rechazando en el ejercicio del voto obligatorio. 

Los políticos que llevan el Estado que recauda los impuestos, no les han dado nada, ni siquiera consideración, consideran que no reconocen la importancia de su gente, el esfuerzo de sus familias, están acostumbrados a vivir saliendo adelante a punta de esfuerzo, porque nunca ha habido nadie detrás que los pueda contener y ayudar si es que se caen. El mundo político los dejó solos en medio de la pandemia, cerró los ojos mientras se hacía negocio con el miedo a morir y se encarecían los precios hasta de las mascarillas, la necesidad de regular los precios fue silenciada y avasallada por un libre comercio brutal en donde los empresarios administraban la necesidad tal estuvieran en una de sus tantas sociedades anónimas.  

Esa misma gente después es la que ve que les dan bonos equivocados y beneficios a los ricos. Los políticos les pintan un Estado eficiente, pero que llega a algunos dentro de esos márgenes que llaman quintiles. 

Entre esos cuatro millones que no se identifican con el Estado, ni tampoco con los políticos, están quienes no valoran al Estado porque ese supuesto Estado no les valora a ellos ni a ellas, también están los que confunden al Estado con el mundo político que lo administra, expresado en aquel llamado voto castigo.  

Existe una pérdida de la valoración del sentido de pertenencia de los bienes públicos, por resignación, conformismo de la estructura y la constante costumbre de privatizar o abrir mayores puertas al mundo privado.  

En consecuencia, son individuos que se han movido por la retórica del esfuerzo y los estímulos del “chorreo neoliberal”. Por otro lado, encuentran que el copago que hacen en los colegios subvencionados es valioso, porque es suyo, y pagando, algo puedes alcanzar: una mejor educación.  

En otras palabras, el período neoliberal dejó sus huellas profundas: el individuo se construyó fuera de las instituciones del estado, sosteniéndose dentro del seno familiar y en las redes de amistad. 

 La estrategia de la Derecha

Mientras la derecha tomó la decisión de abandonar completamente el texto de la Convención y ordenar todas sus fuerzas exclusivamente para el plebiscito de salida, la mayoría de los y las Constituyentes se dedicaban a redactar y ultimar los detalles del texto de la que sería, en teoría, Nueva Constitución. 

Los analistas de comunicaciones y políticos del rechazo investigaron quiénes eran los millones de personas que iban a votar por primera vez. Eso, por un lado y por el otro, decidieron cuáles serían los pilares de su campaña de propaganda. Concentraron su campaña en dos temas principales, primero contra los “políticos”, es decir contra los y las convencionales, absorbidos por ese malestar en contra del político típico, y a Gabriel Boric y a su gobierno entrante, que para algunos acarreaba con la sensación de traición del 15 de noviembre, cuando la mesa de “políticos” salió a reparar una fisura del modelo que parecía más severa. 

Y el segundo pilar fue instalar la idea que esos políticos quieren robarnos lo poco que tenemos… la casa, por ejemplo.  

La obra fue fácil, porque era muy probable que mucha gente nunca llegó a conocer el nuevo texto de la nueva Constitución, quedándose en opiniones de programas de Tv, controlados por el mismo capital de derecha. La campaña del miedo era más fuerte que la campaña de los constituyentes; miedo que me van a quitar la vivienda, o el miedo que no me van a dejar a enviar mis hijos a un colegio subvencionado. 

La derecha implementó esta campaña en las franjas, entre risas del “con amor”, pero mucho más importante en las radios nacionales, locales y en las RRSS vía pago de publicidad, donde se disparaban noticias y rumores falsos que “probaban” que las dos columnas de su campaña eran, de verdad, la verdad. La derecha enfatizó su apoyo a los individuos en su progreso social y económico en vez de criticar, criticar y criticar. 

Según una investigación publicada en Ciper (1), en la difusión de mensajes en Facebook e Instagram, los adherentes al rechazo gastaron $116 millones (entre el 1 de mayo y el 30 de julio, lo que incluye 26 días del período legal de campaña, iniciado el 4 de julio). 

No sobra destacar que cuatro compañías de las comunicaciones en Chile reparten 90% del mercado, y todos apoyaban al Rechazo. (3) 

Y la derecha ganó, porque supo, con los abundantes recursos, aplicar sus conclusiones del estallido social, que el malestar social era contra la clase política, que, a pesar de ser parte de esta, podían incidir usando recursos invertidos en factores estructurales.  

Ganó el miedo mientras, en las radios y en la televisión, los cuatro millones no veían “el mapuche intentando recuperar sus tierras robadas”, sino, pura violencia y los camiones incendiados que siempre muestran en la televisión. El miedo. 

 La votación en el Plebiscito

De los 11 millones que votaron, una tercera parte votó apruebo y dos tercios votaron rechazo. Sin embargo, casi todos los votantes nuevos votaron rechazando.  En el quintil de ingresos más bajos y medios bajos, votaron mayormente rechazo superando ampliamente al propio rechazo en el quintil de ingresos medios y altos. 

En los ingresos medios, están los acostumbrados a pagar, el sector motor del consumo y de la deuda circulante a corto y largo plazo, los mayormente afectados por las subidas de tipos del Banco Central por estar en constante ejercicio financiero, pagando hipotecarios e impuestos y tributando a través de las distintas categorías del SII.  

En la clase alta, los resultados eran esperables para la derecha, sin embargo, un sector amplio cercano al 40% se movió hacia opciones de cambio progresista, sin embargo, aún así, fue superando ampliamente por la opción de sostener las condiciones actuales. 

 Post-Rechazo y el Futuro

El período post estallido-pandemia, ha producido una gran incertidumbre social, que refleja tanto el rechazo permanente de los “políticos”, como un deseo de “orden” en las conciencias de millones. 

Por otro lado, el éxito de los reaccionarios y conservadores en el Rechazo no puede entenderse necesariamente como un rechazo a lo que plantean los sectores que quieren transformaciones profundas al modelo.  

Mejor dicho, los cuatro millones del Rechazo interpretan sus condiciones de vida como consecuencia de los políticos y no consecuencia del modelo. Los cuatro millones no ven que los políticos que odian son los voceros del sistema económico propiamente tal. Por lo menos, es así hoy. Y mañana, todo depende, porque hoy hay una disputa política muy encarnada de la orientación de la politización en Chile.  

¿Volvemos a aceptar que el chorreo económico y el individualismo es nuestro futuro? 

¿El estallido fue nada más que una explosión de millones de individuos neoliberales contra el individualismo? 

¿O vamos a tomar el camino de la solidaridad y la igualdad a través de más revueltas contra los políticos? 

¿Cada familia va a tomar cuenta a las condiciones en que viven otras familias? 

 

En ese sentido es útil leer lo que Karina Nohales (2) ha opinado sobre este tema de la construcción social y política hoy y mañana (con algunos cambios de forma):  

“(tenemos que) estar en todos los lugares y de poder construir a partir de eso una identidad política dentro de los sectores populares dispuestos a luchar y descontentos con las condiciones de vida. En esa clave: en la inserción, en la inserción, en la inserción. 

Lo otro, es dar cuenta de que tenemos que enfrentar esos desafíos con una carencia importante de formación política. Eso es verdad, nos reunimos en los espacios de articulación del movimiento social y a veces es alarmante ver la distancia entre análisis político y acción. 

Nuestro objetivo debe ser construir una fuerza independiente del gobierno que pueda plantear una alternativa en el caso que el gobierno no cumpla con sus promesas.  

(pero)… Si nosotras nos desentendemos completamente de la suerte del gobierno, estamos en problemas y el gobierno tiene que poder contar con una base social, con movimientos que le permitan empujar esas medidas del programa al menos con las que estamos de acuerdo. Estamos de acuerdo, por ejemplo, con la condonación del CAE o que no lleguemos al final de este mandato con Estado de Excepción en el Wallmapu.  

Entonces, cuando hablamos de violencia vamos a hablar de vivienda, de zonas de sacrificio, condiciones laborales, etc., y está bien, no queríamos que se redujera nuestra labor a denunciar cada femicidio, que es muy necesario hacerlo, pero no necesariamente te hace avanzar en una perspectiva de politización.” 

Es decir, tenemos que enfrentar múltiples tareas. 

Tenemos que desarrollar una “gran política” propia, tenemos que ayudar a reconstruir las organizaciones base y tenemos que instalar nuestra gran política en esa base. Y claro, necesitamos medios de comunicación que son nuestras y hablan por nosotros y nosotras. 

¡Nos queda mucho por hacer! 

 

(1)  https://www.ciperchile.cl/2022/08/09/la-campana-sin-control-en-las-redes-36-entidades-han-gastado-119-millones-sin-fiscalizacion-del-servel/

(2) https://revistatejer.cl/karina-nohales-de-la-coordinadora-feminista-8m-ya-tomamos-la-decision-de-no-estar-ahi-en-el-nuevo-proceso-constituyente/ 

(3) https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=repositorio/10221/27513/1/BCN_pga_Concentracio__n_de_la_propiedad_de_medios_de_comunicacion__Final.pdf 

Equipo editorial Revista De Frente

Comentarios (1)

  • Luis Díaz Bórquez

    Se ha pagado el precio de abandonar a Marx y sus categorías fundamentales como lucha de clases, clase en sí, clase para sí, conciencia de clase.

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