
Pensar la autonomía del pueblo mapuche
Por Javiera Pizarro
Cientista Política
Encargada Frente Amplio – Barcelona
La autonomía catalana ha estado en tensión los últimos meses. El conflicto entre el Estado español y el gobierno catalán se ha agudizado rápidamente desde el referéndum independentista de octubre, la (difusa) declaración de independencia por parte de la Generalitat y la aplicación del artículo 155 de la Constitución aprobada por el senado español a solicitud del gobierno de Mariano Rajoy.
Si bien la demanda por la independencia es el elemento más visible en el escenario político catalán -y en todo el reino de España- es importante considerar que la concepción de autonomía es la que hoy se encuentra en fricción, tanto a nivel institucional como a nivel social.
¿Nos suena familiar? Puede que no con tanta claridad, pero la tensión respecto de los pueblos y sus autonomías nos toca de cerca y tenemos que tenerlo claro, ya que hoy parece más sencillo referirse a la autonomía catalana que imaginar y abrir una discusión de fondo sobre la autonomía del pueblo mapuche. Y aunque los contextos del pueblo catalán y mapuche tienen muchas diferencias, resulta un ejercicio interesante situar a ambas experiencias en perspectiva, ofreciendo posibilidades de referencia y reflexión para justamente poner en el centro del debate el tema de la autonomía, es decir, el modo en que los pueblos o naciones deciden soberanamente su futuro en el ámbito político, social, económico, cultural y territorial.
Podríamos partir argumentando las dificultades existentes al momento de discutir sobre la autonomía del pueblo mapuche, cuando el Estado chileno ha ignorado brutalmente herramientas del derecho internacional a las que ha suscrito, tales como son la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas o el Convenio 169 de la OIT, que reconocen no solo el principio de autodeterminación de los pueblos indígenas, sino también el compromiso de generar condiciones necesarias para respetar la cultura y tradiciones de los pueblos.
Han sido muchos quienes desde el mundo social, intelectual y político han propuesto distintos formatos -dentro de nuestro estricto y heredado marco constitucional- de reconocimiento y autodeterminación al pueblo mapuche. Todo esto, entremezclado con el escenario de violencia estatal que sufren los mapuche en Wallmapu.
En ese sentido estas líneas intentan plantear desde una reflexión aún en curso que pensar y respaldar la autonomía del pueblo mapuche puede ser un ejercicio de imaginación política y a la vez una herramienta que articule un devenir muy distinto de cómo ha sido hasta hoy el conflicto entre el Estado y el pueblo mapuche. La posibilidad de pensarse y repensarse colectivamente abre horizontes antes no imaginados. Si bien este es un asunto que afecta directa, material e históricamente a una comunidad particular, es relevante la autonomía mapuche como una responsabilidad moral respecto de nuestra constitución mestiza y su inmediata negación en aspectos fundamentales de nuestra vida. Esto quizás podría ser una corriente de aire fresco ante la simple reproducción de nuestro colonialismo interno. Quizás, permitiría que ya no aceptáramos sin más que “los modelos de autonomía vasca y catalana para mapuches es utópico”, como dijo José Antonio Viera Gallo cuando ejercía como Ministro Secretario General de la Presidencia de Chile el año 2009.
Tanto el pueblo catalán como el mapuche han vivido y resistido durante cientos de años a la idea de la nación única y homogénea. La construcción de Chile y de España cuentan con un sinnúmero de episodios de violencia y discriminación que reproducen discursos de segregación y, sin embargo, la cultura, las tradiciones, la identidad siguen presentes en las prácticas y memoria de las colectividades.
La posibilidad de construir las formas políticas que podría adoptar la autonomía mapuche nos hace pensar en aquellas donde el colonialismo deje de primar y la transformación sea la forma de relacionarnos. Quizás el día de mañana el mapudungun sea lengua oficial junto al castellano en el Wallmapu, por ejemplo, como es el caso del catalán en Catalunya. O que los organismos políticos que el pueblo mapuche defina para sí puedan primar por sobre los intereses de las transnacionales.
Actualmente, la autonomía catalana está en tensión, en disputa, está siendo repensada. Para algunos representa una contradicción muy profunda no poder constituir un Estado para sí, cuando existe autonomía política y una defensa a valores democráticos, muchos de ellos incluso liberales, por parte del pueblo catalán.
Al día siguiente del referéndum hubo protestas masivas en contra de la represión policial que sufrieron muchos catalanes y catalanas. En la manifestación aparece una imagen que puede servir de síntesis sobre el estado actual de lo que ocurre en Catalunya y de referencia para todos quienes creemos en la autonomía del pueblo mapuche: “No le deseo un Estado a nadie”.
Fotografía: Marianne Blanco