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«Nos cuentan puro cuentas de hadas» por Miguel Silva

Por: Miguel Silva.

 

El Banco Mundial mira a Chile.

El Banco Mundial, el mes de octubre del año pasado, estimó que la economía de Chile iba a crecer en un 2,1% en 2022, para luego bajar el pronóstico a 1,8% y estimó que en 2023, se  iba a contraer en un 0,9%.

«Es probable que la economía de Chile se contraiga a lo largo del año, debido a que la baja en los ingresos reales erosionará el consumo», destacó el Banco Mundial y siguió que «pese a la debilidad de la actividad, lo más probable es que la política monetaria se mantenga restrictiva a principios de año» y que «el endurecimiento de las condiciones financieras también pesará sobre la inversión, que se espera se contraiga este año y aumentará los costos de financiamiento para un sector privado muy endeudado»… La desaceleración regional de este año «refleja tanto los esfuerzos de las autoridades monetarias por controlar la inflación como los efectos secundarios de un panorama mundial poco auspicioso».

Eso significa, en castellano, que los bancos centrales en Chile y en otros países, han subido las tasas de interés para controlar la inflación, así provocando un período de «desaceleración»… es decir una recesión. Así es; el Banco Central cree que en este año 2023, la economía caerá entre 1,75% y 0,75%.

La situación global este año.
Mirando a la situación global para este año, el famoso economista  del diario de la clase capitalista mundial, el Financial Times, Martin Wolf, hizo este resumen a principios de enero (F.T. miércoles 11 de enero, 2023):

«Los shocks de los tres últimos años han afectado a todos los países, pero han golpeado con especial dureza a los países emergentes y en desarrollo. Para finales de 2024, se prevé que los niveles de Producto Interno Bruto (PIB) de las economías emergentes y en desarrollo sean 6% inferiores a los anticipados antes de la pandemia. La pérdida acumulada del PIB de estos países entre 2020 y 2024 se estima en 30% del PIB de 2019.
…Estas pérdidas, con todo lo que significan para la difícil situación de las personas más vulnerables del mundo, muestran el impacto de la pandemia; de la guerra en Ucrania, de la subida de los precios de la energía y de los alimentos, del significativo aumento de la inflación y del pronunciado endurecimiento de la política monetaria en los países de altos ingresos, especialmente en EEUU, y de la consiguiente alza en el valor del dólar.
…Inevitablemente, los países altamente endeudados que ya han sufrido la crisis del COVID y un pronunciado deterioro de sus términos de intercambio, al dispararse los precios de los alimentos y de la energía, se verán ahora en problemas aún más graves y duraderos.»

En otras palabras, en castellano, las tres crisis globales: la guerra entre los poderes, la crisis económica y de abuso de la naturaleza, nos han llevado a una recesión.

El caso de Chile.

La economía crece — en este y otros países– si las empresas (privadas y estatales) tienen un alto nivel de ganancias, invierten, aumentan sus niveles de productividad y controlan los sueldos. Ese ciclo debería dar para obtener más ganancias en el futuro.
Solamente la primera y última de estas condiciones son el caso en Chile: el nivel de ganancias ha sido alto y los sueldos reales están cayendo. Por ejemplo, en 2018, las ganancias llevaron 49% del PIB y los sueldos reales hoy son menores que hace 5 años.
Contrario a lo que transmiten, los empresarios NO gastan sus millones en inversión. De hecho, invierten solamente una quinta parte de las utilidades y como consecuencia la productividad ha estado estancada desde hace más de una década. En más detalle, la época de crecimiento de los años 1990 se acabó y la economía entró en un período de estancamiento hace ya casi una década: la productividad (PTF) aumentó en 2,3% anual durante la década de los 1990′, pero cayó en 0,6% anual entre 2005 y 2020. (Cifras del diario Financiero)
Pero no nos cuentan esa verdad, sino cuentos de hadas.

Lo que NO nos cuentan.
Nos cuentan, por ejemplo, que hace veinte años, en 2002, el ingreso por persona era 4.081 US$ y en 2021, ese ingreso había aumentado a 16.502 US$.
En otras palabras, el ingreso por persona hoy es por lo menos cuatro veces más alto que hace veinte años. Por lo tanto, somos todos y todas más ricos. Eso es lo que nos cuentan.
Lo que NO NOS CUENTAN es cómo se divide esa riqueza nacional entre las personas del país.
Por ejemplo, en 2018, los 298 mil millones de dólares de ese año del PIB se dividió entre los 146 mil millones (49%) en ganancias que llevaron unos pocos, las inversiones en las empresas contaron con 33 mil millones (11%) y los y las trabajadores llevaron 117 mil millones (39%).
No nos cuentan esa parte de la verdad.

La guerra, la producción global y la Inflación.
Ya vimos que los economistas del sistema entienden muy bien el impacto de la guerra. En esa guerra entre el poder de la OTAN y el poder de Rusia, cada imperio intenta a expandir sus fronteras y ha tenido un impacto enorme. Los precios del trigo, el aceite y el maíz han subido como consecuencia directa de la invasión rusa y el consecuente daño a la agricultura.
Como contraataque a las presiones de la OTAN, Rusia ha cortado el suministro del gas y petróleo a Europa y los precios de la energía han aumentado, gatillando niveles de inflación aún más altos en economías que todavía crujían bajo el impacto del COVID y la disrupción consecuente de las cadenas de producción y distribución global.
En fin, la recesión de 2023 es la consecuencia de estas crisis globales y el Banco Central chileno ha respondido en la misma manera que han respondido los otros bancos centrales del mundo: aumentó las tasas de interés.

Los bancos y el Banco Central.
Si preguntas a cualquiera qué piensa de los bancos, te va a decir que son estafadores, se aprovechan de la gente, son chupasangres. Pero si preguntas a la misma persona sobre el Banco Central, te va a decir otro tipo de cosas, porque el común de la gente piensa que el Banco Central no es un banco, sino una institución estatal respetable y respetado.

Y es cierto que el Banco Central controla las actividades de los bancos privados como el Banco Chile, Banco Santander o el Banco Falabella. Su rol es coordinar los bancos, es decir, asegurar buenas y estables condiciones para el buen funcionamiento de los bancos y las empresas en general. En fin, es un árbitro de la economía.
Por lo menos, eso es lo que nos cuentan.

Parece que el gobierno cree este cuento, según la propuesta de la nueva Constitución (la que se rechazó).
El artículo 357 estipuló que el Banco Central es:

«Un órgano autónomo con personalidad jurídica y patrimonio propio, de carácter técnico, encargado de formular y conducir la política monetaria».

Su organización, atribuciones y sistema de control será regulado por la ley, indica el texto constitucional. Y el artículo 358 indica que el Banco velará

«por la estabilidad de los precios y el normal funcionamiento de los pagos internos y externos, con tal de contribuir al bienestar de la población».

En fin, la propuesta es que el Banco Central deberá considerar la estabilidad financiera, la volatilidad cambiaria, la protección del empleo, el cuidado del medioambiente y del patrimonio natural y los principios que señalen la Constitución y la ley.
Y, claro, ese Banco, al adoptar sus decisiones, deberá tener presente la orientación general de la política económica del Gobierno.
Esa conclusión es como obvia, porque tanto los gobiernos como el Banco Central quieren controlar la inflación, controlar el pago de las deudas y asegurar la estabilidad financiera. Pero esa obra NO es una obra técnica, sino política. Es una obra de lo que Carlos Marx llamaba la «economía política». NO es una obra TÉCNICA.

El gobierno de Gabriel Boric y el Banco Central.
Bueno, el gobierno habla como si el Banco Central fuera independiente, ¿pero independiente de quiénes?
¿Es independiente de los otros bancos y empresas grandes que controlan la producción, financiamiento y distribución en la economía?
¡Por supuesto que no es independiente de ellos!

Sin embargo, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, ha hablado sobre el Banco Central como si fuera una organización «técnica», que tiene la política cambiaria del país bajo su responsabilidad, por lo que «sería oportuno que el Banco también pudiera compartir su propio diagnóstico sobre lo que está ocurriendo con el tipo de cambio”.
Se sumó a sus palabras la ministra vocera de Gobierno, Camila Vallejo, quien, a su vez, hizo un llamado a la institución para que tomara medidas en el asunto, pero respetando su autonomía.

¿Qué significa la «autonomía» o la «independencia» del Banco Central? … significa su derecho y deber de actuar como «arbitro» y garantizar la estabilidad de la economía capitalista chilena, independiente del gobierno.
En ese sentido, la estabilidad del sistema financiero, independiente del gobierno, es una obra que crea condiciones para el funcionamiento exitoso para la clase capitalista en su conjunto. Y como ya sabemos, el éxito de las empresas depende de sus niveles de ganancias, independiente del gobierno.
Por ejemplo.
Por ejemplo, el caso de las tasas de interés durante la Pandemia.

El Banco Central transmite que, para enfrentar la Pandemia, hizo

«proveer de liquidez en pesos a bajo costo a las instituciones bancarias, de modo de facilitar y fomentar el flujo de crédito hacia quienes lo requieran y a facilitar el acceso al financiamiento en moneda extranjera…que permiten que un nivel determinado de estímulo monetario se traspase en forma más expedita a las distintas tasas de mercado que determinan el costo de financiamiento de hogares y empresas.»

Ese es lo que transmite el Banco Central, sobre su obra «técnica«.
Es decir, entregar «liquidez» – es decir dinero- a los bancos, que ellos, a su vez, deberían entregar a los hogares que sufrían bajo el impacto de la COVID. Eso es lo que dicen. Pero lo que hicieron es otra cosa; las cifras que siguen  lo muestran

Estas cifras son la tasa de intereses (Tasa de política monetaria TPM) fijada por el Banco Central y los intereses cobrados por los bancos para los créditos pedidos por «los hogares y empresas» (créditos por más de 90 días entre 200 y 5000 uf) durante la crisis de la COVID:

Durante esa crisis económica y social de 2020-2021…la tasa del Banco Central era 0,5% entre abril 2020 y abril 20201. Los bancos tenían acceso a ese dinero fácil, pero cobraron alrededor de 13% por sus créditos de consumo durante ese mismo período.
En otras palabras, el Banco Central entregó «dinero barato» a los otros bancos, quienes ocuparon ese dinero en sus préstamos (entre otras cosas) a una tasa de interés 25 veces más alto, y todo eso para «contribuir al bienestar de la población».

(En contraste con el año 2016, por ejemplo, cuando la tasa del Banco Central era 4% y los bancos cobraron intereses 4 veces más alto a 16% a sus créditos de consumo. (2) )

En fin, el banco Central aseguró la estabilidad durante la crisis de la COVID, que garantizó el nivel de ganancias del sistema financiero y de las empresas en general. La verdad es que los hogares de Chile aguantaron la crisis del COVID porque sacaron sus 10% de las AFP en julio y diciembre de 2020 y no por los créditos de consumo que prestaron los bancos. Con esos préstamos, quedarían aún más endeudados que antes. Todo eso independiente del gobierno, porque el Banco Central, de verdad, se ve como un árbitro de la economía y el gobierno uno de los jugadores en esa economía.

Nos dicen que el Banco Central debe ser independiente, autónomo, para crear condiciones para el buen funcionamiento del capitalismo chileno. Eso, según algunos, es una obra «técnica«, pero claramente no lo es; es una obra de la «política económica» o la «economía política».
Ahora bien, hay muchas maneras de asegurar el buen funcionamiento de los hogares del país.

Frente a la inflación, existen varias alternativas.

Una es bajar la capacidad de consumo al nivel de la producción. Es decir, provocar una recesión. Es la opción que tomó el Banco Central.
Otra sería congelar los precios de los bienes que son importantes para los hogares, por ejemplo, el trigo y como consecuencia la harina y el pan; el gas y la bencina. Claro, se importan esos productos del mercado mundial, entonces habría que subsidiar los precios de importación. O, si se produce — por ejemplo — la energía dentro del país, el Estado podría pagar el subsidio a las empresas de energía para garantizar un precio al alcance de los hogares.

En esa forma, se garantizó el bajo precio de la energía en Argentina hasta el invierno del año pasado. Y la República Dominicana, por ejemplo, subsidió el año pasado el precio del trigo, maíz, soya, harina y grasa vegetal importadas… y también la producción de pollos dentro del país.

Bueno, los que creen ciegamente en la mano invisible del mercado libre, dicen que los subsidios nunca funcionan y en un momento crean más problemas económicos que soluciones. Y aún peor sería congelar los precios de venta de los bienes.

Pero congelar los precios significa que los productores o los distribuidores ganarían menos dinero, es decir, tendrían menos utilidades. ¿Tener menos utilidades es bueno o malo?… eso depende de la economía política de la persona que responde la pregunta. También depende de la situación económica y del país.

Por ejemplo, desde hace décadas, los estados de los EE.UU. y Europa pagan subsidios a las empresas de la agricultura para garantizar su producción y controlar los precios. Y muchos países del mundo transfieren recursos a empresas para fomentar la producción. De hecho, países enteros (Corea del Sur, por ejemplo), han entrado al mundo económico global a través de las intervenciones estatales, los subsidios y el manejo de los precios.
Todo ese manejo ha sido «en contra» de las reglas del mercado mundial en su momento.

La entrega de las canastas de alimentos financiadas por el gobierno y distribuidas por los municipios, como ocurrió durante la Pandemia, también fue una intervención contra las reglas del mercado.
Sin embargo, aquí en Chile, hoy, los gobiernos miran al control masivo de los precios, ganancias o inversiones, con malos ojos. Pero no es siempre así, porque los bancos centrales aquí y en el mundo han intervenido para bajar la inflación, por ejemplo, a través del aumento en las tasas de interés. Han intervenido en las economías.
Por supuesto, esta nueva intervención contra la «mano invisible» del mercado libre, sigue después de los largos años de la entrega por los mismos  Bancos Centrales de créditos a bajo costo que se llamaba «flexibilidad cuantitativa», con el propósito de gatillar una época de crecimiento después de la crisis de 2008. Claro, las empresas llevaron sus créditos casi gratis y, acto seguido, compraron las acciones de sus propias empresas, las bolsas del mundo subieron, pero de crecimiento en la producción… nada de nada y desde 2008, el mundo ha pasado por un largo período de estancamiento. Aquí en Chile, ese período comenzó en 2014.

Por lo tanto, la intervención estatal en contra de la fuerza de la mano invisible del mercado, no es nueva. Podríamos, por ejemplo, definir que el Banco Central debería regular la economía, y así el «costo de financiamiento de hogares», a través del control general de los precios.  Pero esas medidas van dentro de una distinta «política económica» o «economía política». Claro.
Pero hoy día, el problema más grave para los hogares es la inflación, porque los precios suben y los sueldos reales bajan.

Año 2022, el año del IPC y la inflación
Según Gonzalo Durán de la Fundación Sol:

«Un sueldo de $460.000 hacia fines de 2021, sólo por efecto de la inflación, debería subir a $ 518.880 a diciembre de 2022 tan solo para mantener el poder adquisitivo y no ver afectado el nivel de vida del trabajador.»

En otras palabras, si en diciembre de 2022, el reajuste de un sueldo es cero durante el año, el sueldo real (por el aumento del IPC) llegaría a $413.343, es decir, el trabajador pierde prácticamente el equivalente a un mes de trabajo .

¡Grave la situación!
Sabemos qué es el IPC … es un índice que aumenta cuando los precios suben. En otras palabras, mide el aumento en los precios, tanto de bienes de consumo como el pan, como bienes más bien grandes como autos o vacaciones. Es decir, mide los precios «en general».
Sin embargo, algunas alzas nos afectan a los y las trabajadores más que otras, por ejemplo, los precios de los alimentos de primera necesidad, transporte y arriendos.
Y es un hecho conocido que los y las trabajadores gastamos más de nuestros ingresos en comida que los ricos, entonces si podemos medir los precios de los puros bienes alimenticios, nos dará una mejor idea de la inflación para nosotros. Ese índice se llama la Canasta Básica de Alimentos.

Canasta Básica de Alimentos (CBA).
La actualización de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) que mide el Ministerio de Desarrollo Social, se realiza de acuerdo con la variación de los precios en el IPC de los 79 productos que la componen. Considera la cantidad de calorías diarias mínimas que debe consumir una persona, fijando como umbral un requerimiento de 2.000 en promedio.
Según el análisis que hizo el INE a principios de enero, esta Canasta Básica de Alimentos aumentó en un 28,5% en el año 2022, que es la variación acumulada más alta desde el inicio de este índice en 2013.

IPC y Canasta Básica Alimenticia.

Para los trabajadores, SU inflación es más cerca a lo que mide la Canasta Básica de Alimentos (CBA) que lo que mide el IPC.
Bueno, si aplicamos el IPC a los sueldos, podemos ver, más o menos, cuánto podemos comprar cada mes. Ese índice se llama el Índice de Remuneraciones Reales (IR Real)
Este IR Real -que mide la evolución de las remuneraciones ajustadas por la variación mensual del Índice de Precios al Consumidor (IPC)- disminuyó 2,8% en 2022. A la fecha, los salarios reales de los trabajadores cumplen 14 meses continuos a raíz de la inflación.
Ahora bien, si ajustamos la evolución de las remuneraciones con la inflación de la Canasta Básica de Alimentos, vemos que los sueldos reales han bajado en un año, pero mucho más.
Según el IPC, los sueldos reales han bajado 2,8% en 2022, tomando en cuenta el IPC de 12,8% anual (la mayor desde 1991). Pero el valor de la Canasta ha aumentado en 28,5% por lo tanto los sueldos reales de los trabajadores con menos sueldos han caído mucho más.

En resumen, en promedio, los sueldos nominales (en pesos) han aumentado en 10,7%, pero el IPC ha aumentado mucho más, 12,8% y la CBA aún más, 28,5%. Por lo tanto. nuestros sueldos reales han bajado. La mediana salarial ha ido cayendo y en términos reales es incluso menor a la que se tenía al año 2017.
Esta pérdida de lo que pueden comprar con sus sueldos ha sido ENORME durante el año de 2022. Y eso es cuando, según la Fundación Sol, el 50% de las personas que trabajan por un sueldo en Chile gana menos de $458 mil y 7 de cada 10 trabajadores y trabajadoras menos de $680.000 líquidos (1).

Cómo van a reaccionar los millones de trabajadores y trabajadoras que hoy pueden comprar mucho menos con sus sueldos que antes… está por verse. Quizás veremos una nueva revuelta.

 

(1) Datos de la investigación hecha por la Fundación SOL: http://dx.doi.org/10.13140/RG.2.2.27736.98563
(2) Fuente: «Tasa Máxima Convencional, tasa de interés corriente y su relación con la Tasa de Política Monetaria»; Mauricio Holz, Banco Central, No. Sup 133.227, Mayo 2022

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