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No Te Va Gustar: Con mi voz de plata haré temblar

Por Miguel Fauré Polloni

#ROCK_DeFrente

 

 

Y fue así como la Argentina de pronto se llenó de yoruguas. El orgulloso “rock nacional” trasandino se tiñó de Montevideo, mostrador,  termos bajo el brazo y yerba Canarias. NTVG fue la contraseña. Emiliano Brancciari, porteño de nacimiento y charrúa por adopción, fue el comandante de la nave nodriza. Hoy llenan el Estadio Único de la Plata o el Luna Park las veces que quieran.

Reggae, murga, rock… y, cómo no, el justo y necesario toque pop para seducir sin ser careta. Desde las tierras de San Martín fueron catapultados al resto de Latinoamérica. Es cierto que en Chile no han encendido muchas pasiones, somos pocos en sus –por suerte- cada vez más regulares visitas al país. Pero valdría la pena conocerles más. Aquí van sus siete claves:

 

 

 

(7)_ ESE MALDITO MOMENTO.

El amor destilado. La resaca de extrañeza y dolor en la que las culpas son compartidas. “Vos no me tengas piedad”, ruega Brancciari a la vez que el video muestra a un varón zafando de su propia responsabilidad. Retrata ese instante jodido en el que ya nada queda más que el incómodo silencio previo al adiós, al último de ellos. “No tengo resto, soy sólo esto, barro no más”.  (“El calor del pleno invierno”, 2012)

 

 

(6)_ DE NADA SIRVE 

La previa triste de la anterior: la fría conciencia de la muerte de un querer. Cuando ya ni los mejores deseos ni el esfuerzo por cambiar pueden modificar al bobo que late al centro del pecho. “Me gusta lo que no tengo y quiero lo que no doy”, honestidad ante todo.  Pero qué puede hacer uno si pese a todo, seguro de nada sirve. El cierre con la voz de Benedetti, una joya. (“Todo es tan inflamable”, 2006)

 

 

(5)_ DETRÁS DEL CERRO

El repentino éxito de la banda no fue fácil de procesar. Más allá de la espontánea sencillez del uruguayo común, que no se compraría jamás el cuento del rockstar, Brancciari siempre ha sufrido de una enfermiza timidez. En los primeros años, de hecho, tocaba de espaldas al público. Pues bien,  tras los flashes, los premios y el primer millón, se refugia en Piriápolis, localidad costera cuyos cerros permiten apartarse del mundanal ruido. (“El tiempo otra vez avanza”, 2014)

 

 

(4)_ PARA CUANDO ME MUERA

Pasan los años, llega la consolidación, pero a la banda no le seduce caer en el show. La plata está segura, se multiplican las reproducciones en youtube, mas son plenamente conscientes que tras ello está la vida real… y no se la quieren perder.  “No se compran los hermanos, la madre y la amistad verdadera /la experiencia, los rituales, la emoción/ la canción justa, la que es perfecta”. Un sencillo manifiesto y un cable a tierra. (“Suenan las alarmas”, 2016)

 

 

(3)_ A LAS NUEVE

Marcel Curuchet, tecladista de la banda y –a la vez- un pilar de unidad para el grupo, fallece en un accidente mientras estaban de gira en Estados Unidos. El golpe es brutal para la banda. Suspenden todo por largos meses. “Curucha” estaba a pocas semanas de ver nacer a su único hijo. Brancciari saca la voz: “sé que te vas a las nueve / sé que me muero a las diez” (“El calor del pleno invierno”, 2012)

 

 

(2)_ AL VACÍO

Su primer gran hit radial. Confundida con una canción lleva de violento despecho, en realidad es una denuncia a las dictaduras militares latinoamericanas.  Brancciari es un hombre de izquierda, frenteamplista, aunque siempre toma distancia de manifestar apoyos explícitos. Pero no hay disco que no contenga alguna letra destinada a comentar y criticar la realidad. La corrupción, los abusos de curas contra menores, la lucha la estigmatización de la pobreza como delincuencia o la violencia contra las mujeres. Allí, en esas causas, “NoTe” ha dicho presente desde su origen, en 1994. (“Aunque cueste ver el sol”, 2004)

 

 

(1)_ NO ERA CIERTO

Con esta canción cierran todas sus presentaciones. Apareció en su primer trabajo y es una cábala a la que se apegan tanto como a dejar libre la pista 13 de todos sus discos. Pero más allá de las supersticiones, retrata el espíritu de la banda. “Volvé a tu casa cuando quieras, siempre te esperan a cenar”. El paisito, el barrio, la esquina: lugares sagrados que no piensan transar por esta repentina lluvia de elogios. Ante el chamuyo del mainstream, “no queda otra que tirarnos en el pasto, sin que nadie nos moleste”. Siempre tendrán con quien celebrar. (“Solo de noche”, 1999)

 

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