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¡¡No se trata de Greta!! Sobre la necesidad de una transición agroecológica

 

Por: Nicolás Valenzuela

#DeFrente

 

Antes de iniciar vale aclarar que, esta columna, por una cuestión de extensión, no pretende hacerse cargo de las críticas y las posiciones negacionistas.

En los últimos días se ha levantado una polémica sobre las críticas que ha recibido la ambientalista Greta Thunberg. Desde diversas sensibilidades, con mayor o menor elocuencia, indignación y agresividad, se ha defendido, entiendo, no solo a Greta, sino que la causa, acusando a estos grupos de ser unos “izquierdistas”, “talibanes”, “puristas”, y demases.

Lo que he alcanzado a observar es que las críticas criticadas, que no necesariamente van a Greta, se centran principalmente en dos cuestiones: por un lado, en la cobertura mediática que ha tenido en desmedro de los miles de dirigentas y dirigentes sociales que hace años han venido luchando por lo mismo y, por otro, en su financiamiento y apoyo. Y sí, probablemente puede que alguna de ellas vayan dirigidas en su contra. Pero la verdad es que son bien minoritarias -hasta cuesta encontrarlas- y algunas han resultado no ser ciertas. De ahí que me sorprende la ola que se ha creado en su defensa.

La primera crítica refiere más, a nivel local, a la necesidad de medios populares de comunicación, una buena ley de medios y abandonar la mentalidad colonial. Sobre la segunda ¿Importa saber quien la financia y quienes son sus asesores? Si. La reciente experiencia chilena nos dice que este tipo de cosas no dan lo mismo. ¿Es central o relevante? Yo creo que no. Pero por esta razón. Maximizar el debate sobre la pertinencia de la crítica a Greta creo que es un error o bien una trampa (esto mismo se puede utilizar para varias situaciones análogas).

Sus acciones y el tiempo, como pasa con todos en la vida, se encargará de colocarla en el lugar que corresponda. A la fecha, en su función de visibilizar el desastre ecológico/ambiental/climático y productivo que vivimos, ha hecho, con un coraje y determinación admirables, una tremenda labor y eso lo deberíamos agradecer todos. Sin embargo, como, creo, ella misma estaría de acuerdo, esto no se trata de Greta. Se trata de, primero, darnos cuenta del desastre que “hemos” producido y, luego, de solucionarlo.

La tarea de visibilización en gran parte está hecha. Ahora toca resolver el problema. Desde luego, los capitalistas, los grandes responsables del desastre ambiental que existe, tienen una intención evidente de liderar las supuestas soluciones al problema, pues de esta manera, no se comprometen mayormente sus intereses. No nos sorprenda entonces, que nos lleven la delantera y estén armando a lo largo y ancho del planeta un montón de iniciativas mediante las cuales lavan su imagen y crean la apariencia de hacer algo al respecto. No nos sorprenda tampoco, que el día de mañana los mismos capitalistas que hoy celebran a Greta la condenen, encarcelen o peor, hagan con ella lo que hicieron con la negra.

Más allá de las parafernalias, los premios pagados y el gatopardismo de la clases dominantes, el interés mayoritario de los pueblos del mundo es ponerle fin de manera definitiva al desastre ambiental que han producido los grandes capitalistas y burócratas. Por tanto, no debemos ser ingenuos. No debemos perdernos en supuestos debates que solo dan más tiempo a los capitalistas verdes para mantener y consolidar la delantera en lo central: cómo resolvemos el problema.

Esta solucionática, necesita de forma y fondo. Sobre el fondo, existen un sinnúmero de organizaciones sociales y políticas que ya han entregado propuestas: Hay que derogar el código de aguas, la ley de pesca, el decreto 701 (y toda la constitución pinochetista), hay que nacionalizar el agua, la  gran minería y las forestales, hay que colectivizar la propiedad de la tierra, hay que dejar los combustibles fósiles, hay que disminuir progresivamente toda producción que atente contra el medio ambiente, hay que eliminar el monocultivo, hay que impulsar la soberanía alimentaria, abandonar el consumo de carne, disminuir el consumismo, entre tantas otras. En definitiva, hay que iniciar una transición agroecológica e impulsar esta agenda de manera comunitaria, local y regional. Sobre la forma, hay que discutir y empezar a llevar a cabo los caminos de unidad y encuentro entre las distintas comunidades y pueblos que estamos por las ideas antes planteadas, dejando espacio, por supuesto, a nuevas ideas y propuestas.

Los grandes empresarios, los burócratas y tecnócratas que viven de ellos, no estarán por estas medidas y por formas de resolución democráticas, hay que tenerlo claro. Dada la urgencia y la obstinación de éstos, será necesaria, pues, una revolución.

 

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