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No Con Los Niños, Niñas y Adolescentes

Teresa Olivares

 

 

En redes sociales repetidas veces aparece el cinturón, cuchara de palo, «La Chala» como símbolo del mejor psicólogo y garante de la educación. El mismísimo Presidente de la República dijo que con una patada en el trasero se le educaba y había quedado perfecto… Claro con el historial de vida que tiene está súper bien adaptado a la sociedad, aprovechándose de Ricardo Claro y el negocio de las tarjetas de crédito, el Banco de Talca, ahora la casa en Caburgua y un sin fin de otros artilugios que a un hijo de vecino lo dejarían pudriéndose en la cárcel.

 

Los niños una y otra vez han sufrido de graves vulneraciones de derechos por el mismo sistema que dice existir para protegerlos, pero peor aún es que han sido vulnerados por sus progenitores. Muchos adultos tienen la errada visión de que por los niños han «sacrificado su vida», pero no reflexionan que quienes los han traído al mundo han sido ellos mismos y no medió ninguna decisión más que la suya. Aquí nadie les debe su «sacrificio» porque nadie les pidió nacer, ojalá las personas lo entendieran de una vez y así no trajeran a este mundo a ningún niño para el que no aseguran amor y un lugar real en sus vidas.

 

Bajo este escenario es esperable que la propuesta publicitaria del edil de la ciudad del Sol, Quilpué, sea recibida con entusiasmo por varias personas. Esas mismas personas han sido víctimas de un sistema violento, el cual se ha normalizado. La concepción respecto de la infancia en el ámbito jurídico cambió después de la convención en las Naciones Unidas sobre los derechos de los niños, del cual emanan cuatro principios fundamentales a promover y garantizar para las niñas y niños de todo el mundo, nuestro país lo ratificó el 14 de agosto de 1990.

 

El problema es que el cambio cultural respecto de los niños/niñas y adolescentes ha sido muy lento, sobre todo cuando los adultos aprueban mutuamente el ejercer violencia como método de formación y las instituciones que se crearon para garantizar el cumplimiento de sus derechos es una caja negra que paga favores políticos y donde importa más el número de egresos que la solución real de un caso.

 

Es por eso que hasta el sistema jurídico sigue manteniendo a los y las menores de edad en ambientes nocivos y prácticamente a la familia de origen se le atribuye un poder de propiedad, por sobre el bien superior que se espera garantizar. Aun así, esperando el cambio cultural existe un lugar para realizar denuncias de posibles maltratos y abusos, la Oficina de la Protección de la Infancia (OPD), donde las personas pueden hacer sus denuncias sin necesidad de temer represalias, ya que esta oficina se hace cargo de investigar y tomar medidas de protección en favor de los niños. Esto debería estar en discusión hoy, no un plebiscito que no es vinculante, ya que los municipios no están por sobre la constitución y no pasa de ser una propaganda de los personajes que la incentivan para avanzar en su carrera política, que sobrepasa los límites de nuestra ciudad. Aquí no hay una preocupación por la infancia, hay una penalización de ella. Apuntando a los niños como entes peligrosos en la sociedad, ya que si fuera por ellos realmente apuntaría a conformar esta institución en Quilpué, pero no responden a esta interpelación que se les hace de distintos sectores, no sabemos siquiera por qué se cerró, suenan los grillos mientras hay niños que en sus casas no están seguros y los vecinos no se atreven a denunciar por miedo a que los familiares de estos pequeños les hagan daño.

 

Así que si ven este plebiscito como una forma de democracia directa que actúa en beneficio de los niños, están muy equivocados porque este plebiscito es solo un show mediático que juega con ese imaginario de la sociedad violenta que ve a los niños como un problema, como criminales, en vez de verlos como sujetos de derechos, como usted y yo. Imagine que el próximo mes votemos en un plebiscito el derecho a la vida, la Constitución no está por debajo del municipio. Es el contrato fundamental para convivir en una sociedad y es a partir de ese mínimo que se crean las leyes que sí deberían ser votadas por todos, sin intermediarios que solo ven por sus intereses personales.

Para finalizar al «reyezuelo» de Quilpué le digo desde la madre que soy: si quieres hacer carrera política y propaganda hazla con ese teleférico que al igual que el tren directo a Santiago va a quedar en promesas de campaña, pero no utilices a los niños.

Imagen: Amina Donskaya

Comentarios (1)

  • David ordenes

    Excelente comentario.

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