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Nicaragua: mitos y construcción popular de la realidad en Latinoamérica

Por Samuel Silva

Izquierda Libertaria

 

 

La crisis del centro político que claramente se está manifestando en la escena política nacional, con una evidente polarización al interior de los partidos políticos que componen el Frente Amplio, y con una clara inclinación hacia el conservadurismo por parte de algunos partidos de la oposición (expresando en el alineamiento contra a la acusación constitucional  realizada por un grupo de parlamentarios del FA contra los ministros de la Corte Suprema), ha intensificado el debate impulsado por algunas individualidades en torno a la situación política que viven países como Venezuela y Nicaragua.

 

Lamentablemente, estos referentes públicos del FA, ligados al mundo académico, sin inserción social en organizaciones populares, pero con muchos más medios de comunicación a su disposición y con una audiencia y cobertura que hace muchos años no tenía al alcance la izquierda, están en evidente ventaja comunicacional (a diferencia de quienes sólo tenemos el apoyo de medios alternativos), y han aprovechado esta posición privilegiada para apoyar, directa o indirectamente con declaraciones y entrevistas,  a los actores de la oposición de estos países, conducida por los gremios empresariales que han cumplido el mismo patrón, que se enmarca dentro de las ideología de las “democracias viables” creada en por EEUU para Centroamérica, y que se aplicó primero a Venezuela y ahora a Nicaragua: participación en elecciones>fracaso electoral y político>no reconocimiento del triunfo democrático>intento de desestabilización>desestabilización por medio de la violencia. Todo acompañado del acaparamiento de productos de primera necesidad y el financiamiento de la violencia.

 

Este apoyo, entregado de forma tácita, se concreta cuando estas vocerías autoproclamadas comienzan a hablar con los mismos códigos y los mismos términos que la ideología de las democracias viables, catalogando de dictaduras a estos gobiernos, y pidiendo el respeto de los derechos humanos de quienes participan directamente en actos de violencia. Sin percatarse que, además de reproducir las cápsulas de CNN o de las “agencias” de la OEA (ministerio de EEUU para su patio trasero), en la etapa actual de la insurrección patronal en Nicaragua se cometen atrocidades, por parte de esta oposición, con la complicidad de estos mismos medios: asesinatos diarios, grabaciones de videos que muestran torturas a militantes sandinistas, violaciones, incendios de casas, ataques a funcionarios públicos, uso cotidiano de morteros y de armamento de grueso calibre en las manifestaciones, tácticas llevadas a cabo principalmente grupos pertenecientes al crimen organizado, que tanto ha diezmado los barrios de Latinoamérica en los últimos años. ¿Qué dirán frente a estos hechos estos defensores de los DDHH?

 

Esta visión cándida, que reproduce la misma matriz de análisis para toda Latinoamérica desde el Norte, comete el mismo error que comenten estas personalidades del FA cuando realizan sus análisis: ¡no están contando con los pueblos! Al reproducir este relato, no están contando que en gran parte de nuestro continente se están enfrentado dos proyectos diametralmente opuestos: quienes sostienen que neoliberalismo es la única forma de organizar nuestra economía, y por otro lado, un pueblo que se está constituyendo como un actor político relevante y que empuja una serie de reformas.

 

Cabe recordar, a quienes sostienen la tesis de la existencia de una crisis de las revoluciones en Latinoamérica, en particular la bolivariana, que la desesperación por el temor a la pérdida del poder total por parte de la oligarquía de la región y un posible cambio en la correlación de fuerzas favorables para la clase trabajadora, se viene manifestando explícitamente desde el comienzo de esta década, con intento de golpe de Estado realizado en Venezuela el 2002 contra Hugo Chávez, lo cual promueve el derrocamiento por todas las vías posibles de los gobiernos que aspiren a un modelo económico distinto. Luego siguió  el  levantamiento militar realizado en Haití el 2004, con la expulsión del país del candidato electo con un 91% de los votos, Jean Bertrand Aristide. Cuatro años después, en el año 2008, se ejecutó un intento desestabilizador en Bolivia: primero con un intento de derrocamiento “legal” con la realización de un referéndum revocatorio en contra de Evo Morales (quien obtuvo un 67,43% de apoyo) y no contenta con la votación, la oposición empresarial cruceña organizó una serie de movilizaciones en la región conocidas como la Media Luna, en reacción a la nacionalización de empresas privadas realizadas por el gobierno. Un año después se desata el golpe de Estado  dado en Honduras en el 2009. Luego vino el intento golpista en Ecuador, que termina con la toma del Regimiento de Quito y el secuestro de Rafael Correa el 2010 y a continuación, el intento el golpe blanco dado en Paraguay el 2012 con la destitución de Fernando Lugo, para continuar con el golpe blanco dado en Brasil a Dilma Rouseff el 2015, con su consiguiente destitución y neutralización política de Lula Da Silva. En todos estos casos, a excepción de Venezuela, se instalaron gobiernos de facto, cuyas coaliciones aún siguen gobernando.

 

A diferencia de los gobiernos progresistas y revolucionarios de la región, que  durante estas dos décadas han llegado al poder exclusivamente por la vía democrática. Por lo tanto, en realidad lo que parece una crisis de los gobiernos revolucionarios y progresistas, no es más que un recrudecimiento de los ataques de las clases dominantes hacia los proyectos populares de liberación y una crisis de legitimidad del neoliberalismo, en particular del imperialismo norteamericano, debido principalmente a la decadencia del dólar y la aparición a la escena económica internacional de Rusia y China como contrapeso a su hegemonía global. De lo anterior se desprende que EEUU, en alianza con las oligarquías locales, se muestra ansioso por recursos naturales para mantener su posición en el mapa geopolítico mundial. Sin olvidar que al interior de las estructuras del poder norteamericano, también hay diferencias de intereses y diferencias con respecto a las políticas internacionales, donde el Congreso ha jugado un rol importante a la hora de equilibrar el poder en EEUU..

 

Para comprender lo que sucede en América Latina, no podemos observar la situación política de cada país de forma de forma aislada, como si los sucesos internacionales no influyeran al interior de cada nación, ya que este tipo de razonamiento fragmentado y sin el conocimiento de las particularidades históricas de cada nación, genera una visión distorsionada de la realidad, como sucede en el caso de las opiniones vertidas sobre el actuar del gobierno sandinista de Nicaragua. Por esto, para comprender cabalmente lo que ocurre en nuestra América Morena, debemos integrar los análisis particulares en un todo coherente. Una vez que se analizan o descomponen los elementos, deben integrarse para que adquieran un significado concreto y no una abstracción de la verdad.

 

Particularmente en Nicaragua, en la actualidad se enfrentan dos proyectos políticos totalmente opuestos: por un lado, el neoliberalismo impulsado por la oligarquía local nicaragüense, con apoyo del capital transnacional, y por otro lado, un proyecto de liberación popular, encabezado por el gobierno revolucionario sandinista y hecho carne por el pueblo sandinista, que posee una capacidad de lucha extraordinaria, que está muy arraigada en su cultura y que defenderá hasta las últimas consecuencias los avances de la revolución.

 

Además, aquel relato liviano, que habla de forma irresponsable de dictaduras, no carece de contradicciones internas cuando critica abiertamente la posibilidad de una intervención militar en Venezuela  – y que actualmente pareciera mutar su discurso cuando el experto nombrado por la ONU reconoce que la crisis humanitaria  de esta nación es provocada por la guerra económica liderada por EEUU-, no comprende que la realidad histórico-social está determinada por la estructura económica de un país; de quién posee los medios de producción; en el caso de Nicaragua, una oligarquía que controla la agroindustria y el comercio y que está muy ligada al capital transnacional debido al carácter primario exportador de su economía, frente a un campesinado y a los trabajadores de servicios empobrecidos, que viene apropiándose de un proyecto de liberación popular.

 

Cabe mencionar, para darle algo de contenido a aquellas palabras vacías que han reaccionado al unísono con los medios masivos de comunicación de nuestro país controlados por dos grupos económicos, que el intento de golpe de estado llevado a cabo en Nicaragua coincide con la conformación del Grupo de Lima, que se articula cuando Evo Morales es elegido presidente del UNASUR. Luego de que el Frente Sandinista de Liberación Nacional ganara las elecciones en abril de este año, con más del 60% de los votos, y con una participación electoral que ya quisiéramos que se diera en Chile, el gobierno recién electo impulsó una reforma tributaria que aumentará los impuestos a los más ricos del país para mejorar las pensiones de los más pobres. Esto generó la ira de la élite nicaragüense organizada en el Consejo Superior de la Empresa Privada, la Conferencia Episcopal y de los inversionistas internacionales, quienes luego de fracasar electoralmente llaman abiertamente al uso de la violencia para derrocar el gobierno democráticamente electo, lo que curiosamente en Chile no llegó como una noticia de intento de golpe de estado, si no, como “movilizaciones pacíficas de la oposición” mientras en la calles de ese país se paseaban vehículos con pandillas con armamento de alto calibre, aterrorizando a los ciudadanos simpatizantes y militantes sandinistas.

 

En este punto, cabe mencionar que el el FSLN existe una coexistencia de organizaciones, de las cuales en el tercerismo es la que más influencia tiene en el gobierno. Esta se caracteriza por realizar alianzas con la pequeña burguesía, ser muy heterodoxa y amplia, debido que se conformó con el fin de poner fin a la dictadura militar de Somoza y conformar un gobierno democrático, para lo cual desarrolló un carácter insurreccionalista, con un amplio apoyo popular. Lo que podría explicar, por un lado, el apoyo de organizaciones populares a la policía y el ejército, así como el alto calibre de las armas usadas por la oposición.

 

Viejas fórmulas de desestabilización vienen a replicarse en este país centroamericano: el mismo diario local, llamado “La Prensa” que fue destinado como órgano de difusión para sacar al sandinismo del gobierno en los años ’90, hoy en día vuelve a ser el centro comunicacional de la derecha golpista, mostrándose como un diario pluralista… tan pluralista como los diarios chilenos que apoyaron a la dictadura cívico-militar que instauró al actual modelo económico en Chile.

 

Estas viejas fórmulas usadas en el Tercer Mundo, vienen a cometer los mismos errores, por lo cual estos análisis y las políticas que emanan de estos análisis, están históricamente condenados al fracaso, por no querer comprender la realidad histórico-social, que es más fuerte que las interpretaciones personales, las que vienen a ser la proyección o prolongación de sus mismos miedos y desconfianzas.

 

Quien repite el discurso de la oligarquía sin ser de ella, que plantea que los gobiernos progresistas de Latinoamérica son dictatoriales o que están en crisis interna y que, por lo tanto, aquellos pueblos se mantendrían bajo la subyugación de estos gobiernos, solamente están demostrando que no creen en la capacidad de los pueblos para luchar por su autodeterminación y para ser libres de escoger a sus propios gobiernos. Si no que, en el fondo de sus creencias, piensan que los pueblos están condenados a ser gobernados o por las derechas o por los intelectuales, ya que presuponen un pueblo sin autoconciencia.

 

Esta visión coincide con el análisis que se hacía de la situación en Nicaragua por parte del Consejo Atlántico liderado por EEUU que ve a los pueblos y sus diferentes sujetos como una masa homogénea eternamente sumida en la “oscuridad de la noche”: el gobierno norteamericano determina en términos absolutos al gobierno sandinista como comunista. Se trata, desde luego, de una identidad atribuida que tiende a favorecer una política de aislamiento y agresión. Pero esta identidad ideológica atribuida, si es creída por quienes la imaginaron e inventaron, contribuye a la ejecución de prácticas políticas profundamente inadecuadas. En efecto, podría decirse que los sandinistas son ideológicamente comunistas, pero también son, o al menos así son percibidos por los nicaragüenses, como antimperialistas, es decir se constituyen como expresión de un nacionalismo que descansa en una base social popular arraigada en la historia de Nicaragua.

 

Para poder acercarnos a conclusiones cabe constatar que, en el marco de la crisis del centro político, existen algunas voces que en la búsqueda de su destino miran hacia afuera con el fin de mirarse a sí mismos, pero al no encontrar una posición ideológica definida, expresan sus miedos, sin antes haberse empapado de la realidad de los más pobres de América, demostrando de esta manera, su desconfianza hacia las masas y su capacidad de gobernarse. Pero por suerte, esta voces son minoritarias en relación a las bases frenteamplistas que sí se identifican con un proyecto de liberación popular para nuestro país.

 

Tenemos claridad que cada país tiene sus particularidades, por lo cual sería un error tratar de replicar recetas, sin tener en consideración estas singularidades histórico-sociales de cada país.

 

Finalmente, esperamos que estas líneas aporten al debate franco y directo dentro y fuera del Frente Amplio, sobre qué modelo de sociedad queremos y sobre cómo construimos un camino, en clave de ruptura democrática, hacia una sociedad post neoliberal.

 

 

Comentarios (1)

  • Natalia F

    En Nicaragua han muerto mas de 400 personas y otras tantas estas detenidas por parte del «gobierno» y de grupos paramilitares. En Nicaragua el gobierno eliminó el derecho al aborto hace solo algunos años y esta persiguiendo a los movimientos feministas. Hace rato que el proyecto sandinista volvió a las manos del pueblo y en el gobierno quedan puros aprovechadores. No se trata de negar la influencia del imperio pero hay que llamar las cosas por lo que son.

    Saludos

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