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Líderes sociales asesinados en Colombia, las cifras que no ve Bachelet

 

Leer que un nuevo líder social en Colombia fue asesinado, pareciera ser que se ha tornado una práctica instalada. Según la ONG Instituto de Estudios sobre Paz y Desarrollo (INDEPAZ) y el movimiento político Marcha Patriótica, sostienen que las reales cifras de los líderes asesinados superan las 700 víctimas y los más de 140 excombatientes de las FARC que han sido también asesinados luego de firmado el acuerdo de paz.

 

La oposición al gobierno se manifestó ayer en el Senado y la Cámara durante la instalación de la nueva legislatura con carteles que contenían rostros y nombres de algunos de los tantos asesinados, desde sus tribunas hicieron un llamado abierto a la ciudadanía a considerar las cifras y repudiar los reiterados asesinatos.

 

El próximo 26 de julio ha sido convocada en todas las ciudades del país a la marcha “por la vida de los líderes sociales”. Las cifras están en ascenso de la mano del actuar represivo del Estado, Duque y su gobierno se defiende asegurando que las cifras no corresponden y que no puede protegerlos a todos. En junio pasado fue interceptado en Londres cuando se dirigía a firmar acuerdos económicos, por un grupo de activistas que desplegaron sábanas con los nombres de los líderes y liderezas sociales asesinadas.

 

La lucha sin cuartel que han dado cientos de defensores de los derechos humanos quedaron en sangre. En la defensa por el medioambiente, la incansable Berta Cáceres, el legado e historia de la galardonada con el premio Goldman, y en Chile nuestro galardonado Alberto Curamil encarcelado.

 

Las zonas en las que reciben más amenazas de muerte son: Cauca, Putumayo, Norte de Santander, Antioquia, Córdoba, Meta , Nariño y Valle del Cauca. El amedrentamiento se realiza mediante panfletos repartidos en la vía pública, mediante mensajes en aplicaciones celulares y correos electrónicos. Los raptos también están presentes en el día de día de los defensores de los derechos humanos, muchos de ellos indígenas que luchan día a día por sobrevivir en un medio donde el ejercicio de la violencia está validado, la muerte ronda y las amenazas, son el pan de las mañanas.

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