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LGE: ¿Como Bachelet desarticuló la Revolución Pingüina?

Por: Marco Muñoz

El movimiento popular “Chile despertó” que hoy sacude la sociedad chilena tiene memoria: recuerda muy bien la lógica de las comisiones de expertos y los acuerdos elitarios cocinados a espaldas del Pueblo, como aquel realizado contra el movimiento pingüino, en su lucha contra la educación de Pinochet.

Hay que recordar que lo fundamental de la lucha contra la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE) era la reivindicación del derecho social a una educación pública, laica e igualitaria en cuanto a calidad, siendo en rigor una batalla contra los privilegios de la elite que reproducen las desigualdades y la segregación social.

Esta experiencia quedó plasmada en un documento escrito por Juan Eduardo García-Huidobro S. que fue Presidente del Consejo Asesor Presidencial para la Educación durante el primer gobierno de Michelle Bachelet.

Para Huidobro, con la Ley General de Educación (LGE), que reemplazó a la LOCE hubo más bien retrocesos, ya que no se refirió al fortalecimiento de la educación pública como responsabilidad del Estado, la desmunicipalización y el fin del copago. Así detalla lo siguiente:

En 2007 el Ejecutivo envió al Congreso dos proyectos: la nueva Ley General de Educación (9 de abril) y la ley que crea la Superintendencia de Educación (7 de junio). Estos proyectos se hicieron cargo de algunas reivindicaciones de los estudiantes como el término de la LOCE y la prohibición del lucro e incorporan algunas sugerencias del Consejo en la línea de avanzar en mayor igualdad y menor segmentación del sistema educativo, por ejemplo, la limitación de la selección en los establecimientos financiados con recursos públicos y la entrega al Estado de más atribuciones para apoyar y controlar a los establecimientos. Sin embargo, por falta de consenso en la Concertación, no se incluyeron propuestas claras en punto cruciales que habían quedado abiertos en el Informe del Consejo, por ejemplo, el mejoramiento de la educación pública y la superación del financiamiento compartido”. (El consejo asesor presidencial para la calidad de la educación: reseña de una experiencia.»

Así el acuerdo sellado entre la Concertación y la Alianza que se plasmó en la LGE no contuvo nada de lo que se prometió al movimiento pingüino inicialmente en dicha normativa. Sin embargo, la profunda desconfianza generada por el parlamento y el propio gobierno entre los estudiantes fue un combustible para futuro del movimiento estudiantil de 2011 y uno de los hitos en la actual deslegitimación de las instituciones políticas de cara a la sociedad.

Las negociaciones de la clase política, donde se cocinan los acuerdos de poder antipopulares, nos negaron en esa oportunidad la posibilidad de superar la educación de Pinochet. Sin embargo, tal traición es un patrimonio para la lucha social. ¡No olvidaremos la traición! Y por ello, estaremos muy atentos al oportunismo de la casta política que es contraria a los avances del movimiento popular.

¡La memoria popular iluminará el futuro de Chile!

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