
«Las convulsiones de la crisis» por Miguel Silva
Por: Miguel Silva
Es el pan de cada día hoy hablar de las tres crisis que está generando el sistema en que sobrevivimos.
Primera en la lista de tres, pero no la más ni menos importante, es la crisis económica, la recesión económica que enfrenta nuestra generación.
Segunda es el sistema multipolar de competencia imperialista entre poderes capitalistas internacionales poderosos, que nos lleva a guerras y muertos.
Y tercera, es la acumulación de abuso a la naturaleza por el sistema, que bien puede terminar con nuestra generación en una catástrofe climática.
Digo que cada faceta de crisis no es precursora de las otras, sino que más bien las tres están interrelacionadas, combinadas. Que cambios en una provocan, amplifican o eliminan el desarrollo de las otras y la consecuencia de las tres crisis puede ser la extinción del ser humano.
¡No es broma!
Emergiendo de lo más profundo
Detrás del comportamiento horroroso del sistema en que vivimos, el capitalismo, son dos los pilares centrales que lo obligan a ser y hacer lo que es y lo que hace.
Uno de los pilares es que los medios de producción están en las manos o bajo el control de una clase de personas y esa clase contrata la fuerza de trabajo, la creatividad, de otra clase para echar a andar sus inversiones. En otras palabras, una clase hace uso de la fuerza viva y creatividad de otra clase, elementos centrales de nuestra civilización humana, para poner en marcha el trabajo humano acumulado que posee.
El otro pilar del sistema es que cada capitalista o grupo mancomunado de capitalistas, compite con otros capitalistas y por ende tiene que acumular más trabajo humano, puesto en marcha por «sus» trabajadores en la forma más productiva que pueda. Es decir, un capital está obligado a hacer la competencia con otro y así, en una espiral de inversiones, plusvalía y aún más inversiones, surge un sistema que es muy dinámico. Pero como Frankenstein, es un monstruo fuera de control que abusa de los trabajadores mismos que son fuente de su crecimiento y abusa también del otro elemento central de nuestra civilización, la naturaleza.
Lo que debería estar en nuestras manos, la naturaleza y la producción de todos los bienes que necesitamos para vivir bien, están en manos de otros, de otra clase, del capital…
La tragedia del capitalismo es que los trabajadores, los productores, los y las que crean la plusvalía que ocupa el capital para crear aún más capital, son los y las que a través de esa obra crean esa acumulación de capital que les encadena. El sistema acumula por acumular, produce por producir y también reproduce la relación de explotación entre la clase que tiene en sus manos el trabajo humano acumulado y la clase que pone en marcha ese trabajo acumulado. Por ende, no hay libertad, no hay producción para el buen vivir, sin la destrucción de la explotación de una clase por otra.
El desarrollo del escenario
Consecuencia de la competencia entre los capitalistas, es su obligación de aumentar la productividad de sus inversiones para bajar sus costos y aumentar sus ganancias. Por ende, acumula para producir más barato y tiene bajo su mando trabajadores que ponen en marcha más y más medios de producción.
Sin embargo, sin embargo, es la fuerza viva de trabajo la que pone en marcha esos medios de producción, esa acumulación de trabajo humano «muerto» y la fuerza viva de trabajo es cada vez menos en proporción al trabajo acumulado que pone en marcha. En otras palabras, en el intento de sacar más ganancias para financiar más acumulación, el capital REDUCE LA FUENTE de esas ganancias en relación a lo que necesita para seguir acumulando.
Los medios de producción hacen uso de la fuerza de trabajo y de esa manera generan más valor, pero crean una situación en que lentamente es más difícil para ellos seguir generando más y más valor para el futuro. Nota bien, que los medios de producción, los supermercados, las minas, la maquinaria, los colegios y oficinas, traspasan su valor al producto… son correas transmisoras que integran en el interior del producto el trabajo humano de los medios. El trabajo humano integrado en la maquinaria de una mina, por ejemplo, se instala en el cobre. Sin embargo, es la fuerza humana, la fuerza viva de trabajo , la que agrega el VALOR ADICIONAL que el capital necesita para seguir acumulando y así seguir compitiendo con otros capitales.
Bueno, este proceso de acumulación de trabajo «muerto» con progresivamente menos trabajo humano vivo, se hace sentir en las empresas. Es decir, las empresas miden la «rentabilidad de capital», lo que Marx llamó la «tasa de ganancias» y si encuentran que está bajando, pierden la fuerza y las ganas de seguir en sus negocios y comienza una crisis económica y social.
Lo que sigue en la imagen abajo (1) es el comportamiento de la tasa de ganancias a nivel global durante los últimos 60 años…
La última gran crisis – de ’60-70′
Se nota que en promedio, a nivel global (pero un promedio suma tasas en países que son más altas o más bajas o distintas al promedio), lo que los capitalistas llaman la «rentabilidad de capital» comenzó el proceso de caída en los años ’60, hasta los años ’80.
En su debido momento, los ricos y poderosos del mundo comenzaron a pensar en recuperar sus negocios, mientras los millones de explotados y explotadas oprimidos y oprimidas luchaban por sus derechos. Así entramos a la gran época de guerras y revoluciones de los 60-70.
En otras palabras, tanto la clase dominante como las clases que los ricos y poderosos explotaban y oprimían para hacer sus «buenos negocios», perdían su fe en el sistema que conocían.
Bueno, conocemos algo de la historia de esa gran época de lucha… la guerra de Vietnam, las luchas por las mujeres y los pueblos contra el racismo, las revueltas de la UP y en Argentina, en Praga, en París, en Lisboa, en Soweto, las Panteras Negras, las organizaciones masivas de trabajadores, Solidarnosc, el florecimiento de la izquierda revolucionaria. En fin…
Pero, aunque ganamos batallas, perdimos la guerra y entramos a las décadas oscuras de 1980 en adelante.
El sistema contraataca
Con el fin de restaurar la rentabilidad de sus negocios, los capitalistas ricos y poderosos del mundo, una vez derrotada la ola de rebeldía de los ’60-70, comenzaron su largo contraataque.
Hoy día, conocemos ese período de austeridad como neoliberalismo.
Basado en la eliminación de las mejoras en su estándar de vida que cientos de millones de personas habían sacado del sistema en los años anteriores, el porcentaje del PBI que llevaban los ricos cada año aumentó año tras año. Se aumentaba el horario de trabajo en los EE.UU. sin subir los sueldos, por ejemplo.
En los EE.UU., la desigualdad ha aumentado en 27 trillones de dólares entre 1975 y 2018, unos 2,5 trillones al año. (2).
Se eliminaron sectores de industria poco rentables, se crearon nuevos centros de producción en nuevas regiones o en nuevos países, subieron los niveles de productividad con una nueva generación de tecnología y se estancaron los sueldos y se eliminaron derechos sociales de cientos de millones de personas.
En fin, mientras los sueldos pagados por el capital y los servicios sociales disponibles para la mayoría de la población se estancaron o bajaron, nuevas acumulaciones de capital a bajo costo, puestas en marcha por trabajadores mal pagados, crearon más y más ganancias.
Y como consecuencia, la tasa de rentabilidad o ganancias volvió a subir, desde los ’80 hasta fines del siglo.
En otras palabras, el período de austeridad que hoy llamamos neoliberalismo, tomó el lugar de la economía de bienestar y nuevas generaciones de acumulación en cada rincón del globo puestas en marcha por relativamente pocos trabajadores, crearon más ganancias y se recuperó la rentabilidad del capital.
Los políticos tradicionales de la social democracia reaccionaron al giro desde la gran época de rebeldía de los ’60-70, a la época de austeridad, diciendo que el período de bienestar y la intervención estatal habían terminado en demasiado caos y disrupción, mientras la globalización y nueva tecnología abrían las puertas para un futuro mejor, pero mejor bajo su control social. Se acabó una época y se abrió otra.
Los políticos de la derecha, muy ocupados en su reestructuración de las economías del mundo, la eliminación de capital añejo y acumulación global de inversiones productivas, no tomaban en cuenta las tímidas quejas de los que exigían reformas. Controlaron el mundo durante las últimas dos décadas del siglo pasado.
Las consecuencias de la época neoliberal
Durante la época neoliberal, la tasa de ganancias aumentó, es decir las empresas generaron más ganancias de la fuerza de trabajo de los trabajadores e invertían ese superávit en más inversiones. Claro, los ricos terminaron las dos décadas mucho más ricos que antes.
En la imagen abajo, puedes ver que las ganancias (la línea roja) aumentaron ANTES de las inversiones (la linea azul): 1995, 2003, 2015. Por otro lado, cuando las ganancias comenzaron a caer, luego cayeron las inversiones (1988, 1997, 2005, 2018)
Gráfico: cambios en ganancias globales del sector no-financiero e inversiones globales. (3)
Ahora bien, aunque podemos ver que en promedio, las ganancias son el motor de las inversiones, podría ser que las ganancias en un país se invierten en OTRO. Así ha sido. Las altas ganancias en los EE.UU. eran fuente importante de inversiones en Asia, por ejemplo. Y a su vez, el crecimiento vertiginoso de la economía moderna china creó un flujo gigantesco de exportaciones a los países del mundo.
Ahora bien, es cierto que los trabajadores del mundo tenían sus sueldos estancados durante esas décadas, sin embargo, sin embargo, podían comprar con esos sueldos estancados MÁS bienes de consumo que antes, porque los bienes se producían a bajo costo en China.
Vale la pena reflexionar un poco sobre el fenómeno de «consumismo», de «comprar por comprar». Ha sido consecuencia de la frustración y tensiones provocados en los lugares de trabajo de muchos países por la austeridad. Eso por un lado. Y por otro, la posibilidad de comprar a precios bajos bienes de consumo importados de China. Entonces, ¡a comprar!
Marx describe este proceso como que, aunque no aumente el valor de la fuerza de trabajo que compran los capitalistas, ese valor está compuesto por más bienes. En otras palabras, los sueldos no suben, pero la cantidad de bienes necesarios para asegurar que el trabajador y su fuerza de trabajo sigan llegando a sus labores, aumenta. Con su sueldo estancado, el trabajador y la trabajadora puede comprar más bienes, porque salen más a cuenta.
Es decir, la acumulación de nuevos capitales puestas en marcha por fuerza de trabajo muy barato en China, hicieron llegar bienes de consumo a los hogares de muchos países.
Por un lado, entonces, flujos internacionales de ganancias y capital entre algunos países y por el otro lado, el colapso de otros países que quedaron fuera, o que no podían hacer competencia con la nueva generación de capital. La URSS colapsó bajo la presión de crisis económica y rebeliones desde abajo . No podían seguir compitiendo económicamente ni militarmente.
Claro, el «triunfo» del capital renovado muy dinámico del oeste también se tradujo en una nueva estrategia después de la guerra fría, que era y es, la expansión del poder de los EE.UU. y sus aliados de la OTAN, con el propósito de controlar el crecimiento de China y el replanteamiento del imperio nacionalista ruso bajo el mando de Putin.
Por su parte, como contraparte de su poder económico, China construyó la armada más grande del mundo (pero no la más poderosa) e implementó una estrategia de expansión en Asia y África. La empresa china Cosco Shipping, por ejemplo, ya es uno de los propietarios más grande de los puertos del mundo y el estado chino ya gasta una tercera parte de los 767 billones anuales que gastan los EE.UU. en sus fuerzas militares.
Y Rusia ya esta reconstruyendo el imperio de la Gran Rusia en la zona de lo que era la URSS.
El Comienzo de los espasmos de una nueva gran crisis
La época del crecimiento rápido neoliberal comenzó a llegar a su fin a fines del siglo pasado.
Primero la crisis de los tigres asiáticos, luego el colapso de las empresas dotcom seguido por la catástrofe de la invasión norteamericana de Iraq, fueron precursores de un periodo caótico del flujo de capital transformándose en burbujas de especulación.
En otras palabras, la tasa de ganancias comenzó a caer otra vez a fines del siglo pasado, marcando el fin de la bonanza (para los ricos) neoliberal . La caída de las ganancias e inversiones nos llevó a la crisis mundial de 2008. En fin, la normalidad de crecimiento y acumulación neoliberal se acabó y el mundo entrababa en una nueva fase que nos llevó a la crisis.
Sin embargo, no hay que olvidar que el poder chino seguía creciendo durante esa crisis, llevando consigo las economías de los productos de materias primas como Chile, Brasil, Australia.
Mientras tanto, la clase dominante de los EE.UU. entraba en un debate sobre la estrategia que iba a asumir para recuperar su liderazgo geopolítico. Las décadas de neoliberalismo y globalización no habían terminado como esperaban, porque no fue su país el que terminó como el único poder económico y político mundial, sino que otros poderes también habían crecido para hacerle competencia.
¿Había llegado el momento, entonces, para tomar iniciativas que dejarían a SU país en primera posición para siempre, haciendo uso de su poder militar para presionar a otros países para «devolver» los nuevos centros de capital recién creados a su país natal?
Ganó la opción nacionalista a los globalizadores y Trump tomó el lugar de Obama.
Los calambres del sistema
La nueva época pos-crecimiento es una de espasmos, calambres, ataques de ejercicio del poder militar. Ese periodo de estancamiento económico que siguió a la crisis de 2008, terminó, a su vez, con la pandemia.
Bueno, el estancamiento fue enfrentado a nivel global por la intervención de los bancos centrales y los gobiernos en las economías. Los bancos centrales del mundo insertaron unos 12 trillones como «flexibilidad cuantitativa» entre 2009 y 2018, con el propósito de entregar crédito a bajo costo y ayudar a la economía mundial a recuperar sus fuerzas.
Sin embargo, sin embargo, las inyecciones de dinero por parte de los bancos centrales se guardaron en los bancos y empresas o se utilizaron para financiar la especulación en activos financieros, en acciones y otros papeles.
En otras palabras, los Estados crearon crédito gratis, pero las empresas no hacían uso de ese capital para invertir, sino lo ocupaban para especular. ¡Otra muestra que el sistema está muy enfermo!
Claro, en China, frente al colapso de sus exportaciones bajo el impacto de la crisis de 2008, el Estado invirtió sus trillones en lo que Marx llamaba el capital constante fijo… es decir infraestructura, trenes, caminos, edificios, puertos, maquinaria pesada y a través de esa ola de acumulación, creó otro «mercado» que puso en marcha la fuerza viva de trabajo con el propósito de crear aún más capital en el futuro.
Es útil reflexionar un poco sobre la pandemia, porque también fue consecuencia de la expansión de capital, del abuso de la fuerza humana y de la naturaleza. Porque el capital industrial invadió zonas donde todavía existían animales y su biología «silvestres», acercando la agroindustria a la biósfera y así creando nuevas enfermedades. Un poco como frankenstein, pero a nivel molecular.
Bueno, mientras la mayoría de la población mundial sufría bajo el Covid, los ricos y poderosos del mundo ganaban mucha plata, otra vez.
El mundo de HOY
Llegamos al mundo de hoy, donde enfrentamos la guerra en Ucrania, una guerra multipolar donde poderes económico-geopolíticos enfrentan a sus competidores en sus intentos de expandir sus imperios.
Un mundo, donde la crisis, el estancamiento económico y la guerra nos llevan a un período de recesión. Y esta vez, la economía china, el capital chino, no crece como antes y ya no es el salvador del mundo.
Un mundo donde es más que claro que la crisis climática, de sequías, altas temperaturas, incendios, muerte de especies… está poniendo nuestro futuro como fuerza creativa en peligro.
El abuso de los elementos centrales de la vida humana
El sistema en que sobrevivimos abusa de la naturaleza. Pero no somos nosotros, la mayoría de la población, que hoy definen el tipo de metabolismo que tenemos con la naturaleza, sino es el capitalismo que lo define. Es el capitalismo que define ese metabolismo destructivo. Sí, los seres humanos en el capitalismo, somos parásitos que destruyen la naturaleza.
Pero los humanos, dueños del capital, son más responsables que nosotros. Son ellos los que derriten las capas polares, crean altas temperaturas, hacen desaparecer las especies y crean nuevas enfermedades. Así las cosas, tenemos que escapar de las cadenas del capitalismo, destruir ese sistema, para liberarnos a nosotros y así liberar la naturaleza y nuestra naturaleza creativa.
Porque es el sistema en que sobrevivimos que también abusa de la fuerza de trabajo creativa humana cuando la ocupa como fuente, no de lo que necesitamos para vivir bien, sino para acumular más y más ganancias y capital.
Crea la precariedad porque necesita fuentes de plusvalía «a mano», pero no siempre permanentes. Necesita grandes acumulaciones de capital por un lado y masas de personas en el mercado negro por otro, incluso dentro del mismo país. Incluso en los EE.UU., hay zonas de abandono y países enteros han sido usados como fuentes de fuerza de trabajo y materias primas baratas.
Tenemos que romper con las cadenas del capitalismo.
Las soluciones
El sistema ha creado las tres crisis a través de su propia expansión y competitividad. Abusa de los dos elementos centrales de la civilización humana – la naturaleza y la fuerza creativa – incorporada en la fuerza de trabajo humana. Tenemos que recuperar el control sobre estas fuerzas vivas o volveremos a una época de miseria.
HOY la competencia imperialista entre múltiples poderosos bloques de capital, en sus intentos de protegerse/crecer/controlar el crecimiento de sus competidores, generó la guerra en Ucrania.
HOY las empresas (privadas y estatales) del petróleo, el carbón y el gas, todavía echan millones de toneladas de gases invernaderos a la atmósfera, provocando temperaturas altas, incendios, diluvios, el colapso de las capas polares y la muerte de especies. La expansión barbárica del sistema crea nuevas enfermedades como COVID.
HOY, estamos entrando a una recesión económica que va a obligar a miles de millones de familias a aguantar malas condiciones de vida.
Y lo más importante, y contraparte de las crisis, HOY está terminando la larga época de austeridad sin oposición. Los movimientos que dieron fuerza a los gobiernos «de reformas» de Hugo Chávez, Lula y Evo Morales hace veinte años, los levantamientos de la Primavera árabe hace 10 años y el comienzo de la rebeldía hoy, por ejemplo, en Sri Lanka, son todos espasmos, convulsiones en el desarrollo de una nueva gran época de revoluciones y guerras.
Claro, las mujeres han sido de primera línea en estas revueltas, como corresponde, recuperando sus derechos y construyendo un futuro libre de opresión.
Ahora bien, para los Marxistas, los que son centrales en la lucha para sacar de las manos del capital los elementos fundamentales, la naturaleza y la fuerza creativa del trabajo, es la clase trabajadora. Pero, al parecer, los millones y millones de trabajadores en el mundo no han estado muy presentes en las convulsiones de los últimos veinte años. Digo parece, pero no es tan así.
En Sri Lanka, últimamente, por ejemplo, los trabajadores fueron centrales «en dos paros nacionales de gran éxito, el «hartal» del 28 de abril y la primera huelga general desde 1980, el 6 de mayo… El gobierno se vio sacudido por estas acciones, que lograron un amplio apoyo de los trabajadores del sector público de la administración, la sanidad, el transporte y el servicio postal… Así como de pequeños empresarios y trabajadores, comerciantes rurales, agricultores y pescadores, y trabajadoras de las zonas francas… El poder de la clase trabajadora para paralizar la actividad comercial y alterar la normalidad, era una amenaza inmediata mayor para el Estado que las protestas de ocupación frente a la oficina del presidente» (4)
Como recuperar el control
Debemos reconstruir organización base en los lugares de trabajo, en las poblaciones y centros de estudio.
Sin organización base, no tenemos cómo controlar el país y hacerlo funcionar como motor del buen vivir.
Debemos construir organización de los que queremos una revolución socialista, una revolución que recupere la naturaleza y la fuerza de trabajo para nosotros, propio. Con esa organización tendremos cómo luchar mejor en las bases y convencer a la mayoría que el futuro trae miseria o felicidad. Todo dependerá de nuestra revolución.
(1) https://thenextrecession.wordpress.com/2022/01/22/a-world-rate-of-profit-important-new-evidence/
(2) https://www.rand.org/pubs/working_papers/WRA516-1.htm
(3) https://thenextrecession.wordpress.com/2021/06/17/profits-call-the-tune-2/
(4) https://socialistworker.co.uk/alex-callinicos/global-economic-and-food-crisis-fuel-revolt/