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La vida de Paola Mella siendo sordomuda

Por Francisca Gutiérrez

#DeFrente

 

¿Cómo es ser sordo mudo en Chile? En un país con prejuicios y escasas políticas públicas inclusivas, Paola logra establecer comunicación fluida con su entorno, trabajar y colaborar en organizaciones. “La población sordomuda comparte una lengua e identidad propias, que no se integran en la mayoría de las familias, instituciones y organismos nacionales”

 

Un día normal de mi infancia, automáticamente pienso en el verano y en mis hermanas y yo levantándonos temprano, casi al amanecer. Ellas hablan entre si y yo no sé lo que dicen, pero sí entiendo que lo que las cuatro queremos es salir a nuestro patio. Nuestro patio es un cerro entero, en la Región de la Araucanía (Chiguayante), donde crecí junto a mis padres y a mis tres hermanas.

Mi mamá no nos dejaba salir sin tomar desayuno, recuerdo muy bien el aroma de la leche con té y las distintas tonalidades de la mesa de madera, esta cambia con la temperatura. Mis hermanas no sé percataban de esas cosas.

Por las tardes solíamos jugar en la calle, ellas tenían varios amigos y yo ninguno, decían que no me entendían, así que me sentaba en la vereda y los miraba mientras jugaban y reían. Preguntándome ¿Cómo se escuchara una risa de esas que hacen agacharte y quedar colorado cómo tomate?

Mientras tanto esquivaba el sol hasta el atardecer, siempre después de las 19:00 aparecía mi papá, él trabajaba en el campo y sus ojos eran chiquititos a esa hora, me tomaba en sus brazos y llamaba a mis hermanas para ir a tomar té. Y otra vez lo mismo todos conversaban y yo no entendía nada, muy aburrida miraba cómo el tono de la madera se oscurecía y cómo los mosquitos se paraban en la ampolleta que estaba justo arriba del comedor.

A la mayoría de los niños no les gusta ir a colegio, prefieren quedarse en sus casas. Sin embargo, cuando llegaba Marzo y volvía a clases, estaba tan feliz que despertaba sola, estaba lista mucho antes que mis hermanas. Mi escuela es pequeña y su infraestructura antigua, tiene un aspecto tétrico, pero nada de eso me importaba, había muchos niños y niñas sordos y sí ¡conocían el lenguaje de señas!

Deseaba que no terminara el día y cuando llegaba a mi casa, solo quería que fuese mañana, fui muy feliz en ese lugar porque no tenía problemas para comunicarme y podía manifestarme sin miedo.

El exterior

Yo sé que me puedo expresar bien, pero mucha gente ni siquiera me da la oportunidad y con el tiempo me hice un experta leyendo labios, así que sé perfectamente lo que dicen “es sorda, no va a entender” “vámonos es sorda”, o en los negocios simplemente no te venden. En general, en Chile no hay una cultura inclusiva y las personas desconocen el lenguaje de señas. A los 17 años, más o menos dejé de responsabilizarme a mí misma que los demás no me entendieran. Yo aprendí a leer y  escribir y soy sorda. No tenía por qué hacerlo, los otros también podrían aprender señas. Así que si alguien era grosero me hacía respetar mirándolos feo o dándoles un empujón.

Soy busca vida, trabajo desde los 18 y créeme encontrar trabajo para un discapacitado es muy difícil, hay que tener carácter y cómo decía mi madre “cuero de chancho” tengo amigos sordos que nunca han trabajado por lo mismo.

La educación superior es muy difícil para gente sorda, porque en general las universidades no preparan a los docentes, auxiliares, guardias, personal bibliotecario por ejemplo a entender este mecanismo en caso que una persona sorda se integre.

Sin contar a la mayoría de los compañeros que no hablan lenguaje de señas. Por lo mismo yo decidí plantear este problema, en la Municipalidad de Chiguayante. Y comencé a dar clases de lenguaje de señas, antes de la crisis sanitaria estaba con un grupo de niños y otro de adultos interesados por aprender.

Estudié peluquería y no he ejercido como tal, ahora tengo mucho tiempo en casa y le hago cortes diferentes a mi papá cada semana. Mi vida es buena y mucho le debo a la tecnología. Me encanta la computación y los aparatos electrónicos, de pequeña mi hermana Francisca bloqueaba el televisor y nadie más que yo lo desbloqueaba. Tengo amigos en el extranjero y me comunico con ellos por WhatsApp y Skype, también he viajado por Latinoamérica sola y el celular y las aplicaciones han sido esenciales para mí en esas circunstancias.

Habilidades aprendidas por la razón o la fuerza

La templanza es una virtud, y yo gozo tenerla. A lo largo de mi vida he aprendido a hacer las cosas con moderación, pese a tener dificultades, es lo que mi mamá siempre me inculcó desde pequeña cuando me desesperaba porque no podía escuchar. Mi madre murió hace tres años y antes de su muerte perdió la vista por una diabetes mal tratada, cuando esto último ocurrió no sé me ocurría alguna forma de diálogo, sin embargo la piel no olvida y nosotras tampoco.

Sí, nos comunicábamos a través del tacto con suaves golpes en las manos. Entonces aprendí dos cosas, la primera es que nunca se termina de aprender en la vida y la segunda es que los cambios nos desordenan las rutinas, pero seguimos siendo los mismos.

Esta es mi historia soy Paola Mella, una sordomuda y me gusta.

Corresponsal para Revista De Frente

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