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La Sociedad del Cuidado, una propuesta ética para el Nuevo Chile. (parte 1, El Cuidado Original)

Por Fabian Rabí Ortiz – Asamblea Constituyente de Atacama

Uno de los elementos definitorios de la Asamblea Constituyente de Atacama es que cuenta con espacios de discusión y reflexión colectivos, desde donde ha surgido una mirada ética y moral del Nuevo Chile que queremos invitarles a construir. Intentaré compartir con ustedes a lo largo de tres columnas el espíritu de lo que hemos denominado “La Sociedad del Cuidado”.

Hay una historia casi legendaria que me gusta contar a mis estudiantes cuando estudiamos el proceso de hominización: Una estudiante le habría preguntado a la gran Margaret Mead cuando comenzaba realmente la humanidad, si era con el pulgar oponible, el uso de herramientas u otro indicador. A lo que Margaret tranquilamente respondió que todo aquello contribuía, pero que en su experiencia la humanidad empezaba con los restos más antiguos de fémur rotos y sanados. Me explico, en el albor de la humanidad una tibia o fémur  rotos significaba una muerte casi segura, podía ser  por sed, abandono u ataque de algún animal. Los restos de un fémur sanado, significan que alguien se preocupó de trasladar a esa persona con el resto de la tribu, que se le aplicó conocimiento, tiempo, trabajo e intencionalidad para permitirle vivir, por que se le consideraba una parte esencial de la comunidad, al igual de las demás.  Eso nos hace humanidad: No es solo la capacidad de aprender, si no de aprender para volverlo acción al servicio de las y los otros, el Cuidado nos humaniza

Mientras se mantuvo el ancestral equilibrio entre las y los humanos y de estos con la naturaleza el cuidado fue el eje de nuestras relaciones, las cuales podrían calificarse de cosmocéntricas, es decir considerándonos como una parte de un todo global sobre el cual actuamos con respeto, conciencia…cuidado. Ejemplo de esto son las prácticas de barbecho o descanso de la tierra, los usos tribales para la limitación de la población evitando la presión demográfica, la transhumancia para evitar agotar un ecosistema, y tantas evidencias más que nos hablan de un profundo conocimiento científico puesto al servicio  de lo existente, o de lo creado según el caso. El Cuidado era compartido y sagrado. 

Al desarrollarse la acumulación originaria el cuidado es desechado en post de la expansión de la propiedad y la producción. Esta acumulación se hace a través del sometimiento de la otredad: las mujeres, los otros pueblos, la tierra misma. El cuidado pasa a ser insignificante, olvidado, no se le reconoce ni remunera ¿Quién cocinaba para Aquiles? ¿Quién cuidó las heridas de César?. No sólo eso, el cuidado es perseguido y su conocimiento aniquilado. Las mujeres que habían resistido la opresión sobre los cuerpos (a causa del a obsesión con la herencia y la filiación desarrollada por el patriarcado) a través del cuidado mutuo son perseguidas, brujas les llaman, el saber compartido es vetado, y los nuevos sacerdotes ya no practican el cuidado universal si no el secreto lenguaje de una divinidad enojada y críptica con la que negocian el pago de culpas.  

Repitase esta escena donde a nivel mundial en distintas épocas-ya sea en la ocupación de América o de África, pero siempre con los mismos resultados- el cuidado original se rompe en post de la explotación de las y los otros, de la tierra del cosmos.  La modernidad con sus vertientes desarrollistas se mantiene en la misma lógica. Vieron nuestros valles atacameños  con ojos llorosos como el siglo XX instaló sendas termoeléctricas, fundiciones y monocultivos que 60 años después nos han dejado sin agua en los ríos, devastaron nuestros mares y envenenan la tierra. Generaciones completas de atacameñ@s han sido sacrificadas al plomo y el arsénico. ¿Hubo cuidado? No. Ya que  el cuidado que proponemos  es una actitud vital, una perspectiva trascendente, trascendencia de la que ha carecido el Estado de Chile desde 1830 en adelante. El cambio que buscamos no es sólo normativo, no buscamos cambiar una devastación por otra, buscamos esa plusvalía originaria del cuidado: el tiempo, el trabajo y el conocimiento al servicio de tod@s.  Creemos firmemente que este debe ser el mínimo ético del Estado, y sabemos que es posible construirlo. En la próxima columna, nos referiremos al Cuidado en el vigente proceso constitucional en específico. 

Equipo editorial Revista De Frente

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