
«La crisis política y económica de Inglaterra» por Miguel Silva
Por: Miguel Silva
Antes de la crisis que comenzó el 24 de septiembre.
Los precios volvieron a subir en septiembre. Las nuevas estadísticas oficiales publicadas hace poco, mostraron que la tasa de inflación del IPC fue del 12,6% y el principal motor fue el aumento de los precios de los alimentos, que subieron casi un 15%. La cifra significa que, si los salarios «suben», por ejemplo en un 4%, en realidad se trata de un recorte del 8,6%.
La secretaria de Salud, Therese Coffey, dijo que los trabajadores del NHS no recibirán una oferta salarial más alta que la actual del 3%. Así que después de todos los elogios durante la fase más mortífera de la pandemia, ahora se les dice a los trabajadores de la Salud que acepten un recorte salarial de casi el 10 por ciento. Al terminar las “negociaciones, su oferta final fue 4% y hoy día, los 370 mil trabajadores sindicalizados del NHS están organizando la votación sobre una huelga.
Sharon Graham, dirigente de su sindicato Unite, declaró: «Con el IPC que ha subido al 12,6%, los trabajadores y las comunidades no deben pagar por una crisis que no han creado. No nos quedaremos de brazos cruzados viendo cómo el país sufre un recorte salarial mientras las empresas se benefician y el gobierno echa gasolina al fuego.»
Y todo esto antes del famoso “mini presupuesto” que se llama en las reuniones privadas de los conservadores, la “mansa cagada». En esa mansa cagada del 23 de septiembre, el Canciller Kwasi Kwarteng eliminó la tasa de impuestos de 45% que pagan los muy ricos, pero sin decir cómo iba a financiar esa y otras medidas.
Para Truss y Kwarteng, la reacción negativa del “mercado” fue toda una sorpresa, porque pensaban que el exuberante crecimiento capitalista como consecuencia de sus medidas, sería más que suficiente para pagar las deudas del país. Pero la reacción del “mercado”, es decir de los millonarios que compran y venden divisas, bonos y papeles del estado, fue inmediata.
Los días de crisis.
El economista radical Michael Roberts, que trabajó durante cuarenta años en el centro financiero de Londres y por lo tanto conoce bien la gente que maneja esas instituciones, cuenta lo que pasó en los días y horas después de la publicación de la mansa cagada (1) …
«Si no hubiera habido intervención hoy (28 de septiembre), los rendimientos (los intereses que hay que pagar para comprarlos) de los bonos del estado podrían haber subido hasta el 7-8 por ciento desde el 4,5 por ciento de esta mañana y en esa situación alrededor del 90 por ciento de los fondos de pensiones del Reino Unido se habrían quedado sin garantías… Habrían desaparecido».
Así se expresaba ayer (miércoles 28 septiembre), un operador de bonos del Reino Unido sobre el colapso de ese día.
Una crisis de liquidez estalló en los mercados de bonos británicos tras el anuncio del nuevo gobierno conservador de derechas de que gastaría hasta 60.000 millones de libras para mantener el tope de precios de la energía para los hogares durante un máximo de dos años, subvencionar los costos energéticos de las empresas Y también recortar los impuestos de las empresas y de la renta.
El impacto total de esta generosidad (principalmente para los ricos) en el nivel de deuda pública del Reino Unido durante los próximos años se ha estimado en más de 400.000 millones de libras, o casi el 20% del PIB. Con la deuda pública del Reino Unido ya en el 100% del PIB, esto hizo sonar la campana de la muerte para los precios de los bonos del Reino Unido.
Los rendimientos (tasas de interés) se dispararon, entonces había que pagar más para comprar. Además, el Banco Central de Inglaterra tiene previsto subir aún más los tipos de interés durante el próximo año para «controlar» la inflación. Así que el costo de los préstamos y del servicio de las deudas se disparan. De repente, los inversores que tenían bonos del Estado se enfrentaron a graves pérdidas, especialmente los fondos de pensiones que tienden a invertir en bonos a largo plazo utilizando los tipos de interés a corto plazo para pedir préstamos: los tipos de interés a corto plazo suben; los precios de los bonos a largo plazo bajan.
Eso supone un desajuste en el valor de los activos y se produjo una contracción de la liquidez crediticia. En el caso del Reino Unido, aparentemente los fondos de pensiones y otros habían estado empleando otra pieza de “trucos” financieros llamados esquemas de «inversión impulsada por el pasivo». Se trata de la práctica de comprar bonos que luego se utilizan como garantía de préstamos para comprar más bonos. Si el valor de los bonos utilizados como garantía cae como una piedra, como acaba de suceder, entonces la capacidad de pedir préstamos desaparece.
Así que el Banco Central de Inglaterra se ha visto obligado a prestar 65.000 millones de libras esterlinas a esos dueños de bonos para rescatarlos de su esquema Ponzi.”
Y así fue. Luego de la publicación del mini.presupuesto del dia 23 de septiembre, el “mercado” aumentó las tasas de intereses que había que pagar cuando se compran los bonos del estado, porque perdieron confianza en esos “papeles” ya que no creían que el gobierno podría financiar sus nuevos y altos niveles de endeudamiento. Acto seguido, los fondos de pensiones estaban cerca al colapso y el Banco Central intervino para subir el precio de esos bonos. El valor de la libra bajó, lo que reflejaba la debilidad de la economía nacional.
Lo que llama mucho la atención es la velocidad ultra rápida del cambio en las tasas de interés o “rendimientos”. Los que controlan los mercados de compra y venta de divisas, bonos y papeles del estado actuaron en sus intereses, y actuaron muy rápido, en forma coordinada.
Los planes del gobierno.
Ya vimos que Truss y Kwarteng pensaban que un exuberante crecimiento capitalista compensaría rápidamente el endeudamiento, pero los banqueros no estaban convencidos. No prestan dinero si existe el riesgo de que no lo recuperen o de que la inflación galopante devalúe lo que cobran.
El Banco de Inglaterra aumentó la presión al anunciar que el programa de compra de bonos diseñado para apuntalar los mercados terminaría el viernes de la semana pasada (14 octubre). Esto dio un límite de tiempo a Truss para arreglar la mansa cagada, y ella cumplió debidamente. El día 13 de octubre, Kwarteng dijo en una entrevista que “no voy a ninguna parte”. El día siguiente, el 14, lo echaron cagando de la Cancillería y se asignó un tal Jeremy Hunt en su lugar. Hunt sería el cuarto Canciller en cuatro meses.
En fin, los mandamases de los bancos y grandes instituciones financieras pensaron que el paquete global de recortes fiscales propuesto por el gobierno, sin financiación, y en condiciones de endeudamiento, inflación y recesión, era demasiado desestabilizador y exigieron cambios inmediatos. ¿Quién elige esos mandamases?… nadie, son el poder del sistema no más.
¿Quién es Jeremy Hunt?
Hunt es tristemente célebre por las repetidas agresiones a los trabajadores de la salud y por enfrentarse a los médicos en huelga cuando fue secretario de Sanidad entre 2012 y 2018.
Para dejar claro en qué lado está, Hunt se ha rodeado de un «panel de expertos» asesores acostumbrados a recortar los servicios públicos y a cumplir las exigencias de los banqueros.
Entre ellos se encuentra Rupert Harrison, uno de los artífices del feroz programa de austeridad del canciller George Osborne tras las elecciones de 2010. También está Karen Ward, estratega jefe de mercado de JP Morgan Asset Management. Y está Gertjan Vlieghe, del fondo de inversiones estadounidense Element Capital. Por último, Sushil Wadhwani, director de su propia empresa de inversión.
Hunt no tendrá que esperar a ver cómo reaccionan los mercados a su política, como hizo Truss. Sus representantes estarán en la sala con él.
Bueno, durante los primeros días como Canciller, Hunt reversó todas las medidas importantes de la “mansa cagada”. Y acto seguido, como se esperaba, se fue la Liz Truss, el día 19 de octubre. Así de rápido, después de solamente 45 días como primera ministra.
Esperamos con mucho gusto el renacimiento del movimiento sindical en ese país tan lejano; quizás van a aprovechar la debilidad del gobierno para aumentar su poder de negociación en las múltiples huelgas que están activas hoy. El tema es ¿Quién manda en el país… unos banqueros y sus amigos en el gobierno o los cientos de miles de trabajadores en huelga?
Los problemas del capitalismo actual.
La ola actual de inflación dentro y fuera de Inglaterra fue gatillada por el auge de consumo al terminar las restricciones de la COVID, pero bajo las condiciones en que la producción y distribución global todavía estaba interrumpida como consecuencia de la misma pandemia. Sin embargo, la inflación no es la única crisis que enfrenta el capitalismo como sistema.
En las líneas que siguen, viene una traducción de un análisis económico, algo recortado y editado, por el economista marxista inglés, Joseph Choonara, muy informado sobre los detalles de la crisis actual (2)…
Una contradicción fundamental del capitalismo es la acumulación de una masa cada vez más grande de capital en relación con las ganancias. Con el paso del tiempo, este proceso tiende a erosionar no sólo las tasas de ganancias, sino también el ritmo de acumulación, la productividad y, en última instancia, el crecimiento, ya que el ritmo de autoexpansión del capital disminuye.
Esto ha sucedido en diferentes grados en los antiguos centros de acumulación capitalista, como Gran Bretaña; pero está sucediendo también hoy en China. Marx señala que esta contradicción puede mejorarse a través de la crisis, que destruye el capital no rentable y las deudas incobrables. En la crisis, la «suspensión momentánea de todo el trabajo y la aniquilación de una gran parte del capital conducen violentamente [al capitalismo] al punto en que se le permite [seguir] empleando plenamente sus poderes productivos sin suicidarse».
Sin embargo, en el capitalismo contemporáneo, las unidades de capital se han hecho tan grandes, tan enredadas con el Estado y el sistema financiero, y su ámbito de operaciones es tan grande, que una crisis de este tipo se convierte en una amenaza existencial. Por lo tanto, las crisis, a las que inevitablemente se responde con la intervención del Estado y de los bancos centrales, no son capaces de restablecer plenamente la salud del sistema.
En este “capitalismo esclerótico» o «capitalismo zombi», en el contexto de un problema persistente de rentabilidad, aumenta la expansión del crédito y la exuberancia financiera, que reproducen las contradicciones del capital a un nivel superior.
Como dice Marx, «la producción capitalista busca continuamente superar [sus] barreras inmanentes, pero las supera sólo por medios que vuelven a poner estas barreras en su camino y a una escala más formidable. La verdadera barrera de la producción capitalista es el propio capital».
Las finanzas no son simplemente «parásitas» de la «economía real», sino que reflejan el grado en que el sistema económico más amplio se ve envuelto en el “capital que lleva intereses”, y las «formas irracionales» más amplias de las que es fuente.
Las empresas no financieras forman parte de este sistema integrado y bien sabemos que las empresas financieras traen consecuencias directas para nosotros a través de las pensiones, los préstamos, las hipotecas, las tarjetas de crédito, etc. En el sentido más amplio, las consecuencias para el sistema económico son un sistema financiero frágil y sobredesarrollado; una economía plagada de empresas zombis y un exceso de inversión en relación con las ganancias. Y, por último, la necesidad de intervenciones repetidas en la economía en respuesta a las crisis.
Estas intervenciones adoptan la forma de rescates estatales, pero también, y esto es lo más importante, la intervención de los bancos centrales para mantener bajos los tipos de interés y participar en la compra de bonos a través de la flexibilización cuantitativa, junto con otros programas de «emergencia».
Esta intervención puede funcionar, hasta cierto punto, en un entorno que no sea inflacionario, pero a costo de un proceso de acumulación capitalista cada vez más débil y del tipo de disfunción financiera que hemos presenciado repetidamente en el mundo, y de una continua devastación ecológica que se combina con el conjunto de crisis y se suma a ellas.
La oleada de inflación observada al terminar los bloqueos pandémicos, exacerbada por los conflictos geopolíticos y la guerra de Ucrania, está ahora, por el momento, integrado al sistema, en gran parte porque empresas se han dedicado a una espiral de aumentos de precios para subir sus ganancias.
Ese proceso ha interrumpido el mecanismo que el sistema había encontrado para mantenerse durante los años anteriores, es decir, financiar muchas empresas con crédito a cero tasas de intereses. Los bancos centrales, fuentes de anteayer de estos créditos a bajas tasas de intereses, pretenden sofocar la inflación mediante la subida competitiva de los tipos de interés y el endurecimiento cuantitativo (es decir menos créditos baratos).
Esto funciona, esencialmente, aplastando la demanda y es casi seguro que va a desencadenar una grave recesión (que, en el caso de Gran Bretaña, cuya economía se contrajo un 0,3% en agosto, probablemente ha comenzado). Mientras tanto, el gobierno británico cree que puede salir de años de problemas económicos creando crecimiento, como un mago, a través de recortes de impuestos y desregulación.
Esto deja al gobierno en lo que muchos ven como un camino insostenible en términos de su endeudamiento. El resultado ha sido el desplome de los precios de los bonos emitidos por el gobierno británico y, a la inversa, el aumento de los intereses que hay que pagar para esos bonos. Un resultado inmediato ha sido una crisis de liquidez centrada en los fondos de pensiones.
¿Hacia dónde va el capitalismo?
Existe un conflicto económico bien conocido, representado en términos “simples” como un enfrentamiento entre la economía «austriaca«, que dice: «dejemos que la crisis se desborde para que podamos deshacernos de estas empresas zombis y restablecer la racionalidad del mercado» y la economía «keynesiana», que dice: «necesitamos una intervención para amortiguar el impacto de la crisis».
Una versión marxista dice: estas son las dos caras de una contradicción más profunda.
Es decir, o vamos a sufrir un colapso muy grande que rompa el sistema a nivel mundial y amenace su reproducción, o más bien vamos a pasar por una nueva fase de crecimiento lento y disfunción financiera, mientras el capital destruye la base de su (y nuestra) reproducción mediante su crisis ecológica.
Por otro lado, mejor buscamos una forma de derrocar el capitalismo.
La crisis – en pocas palabras.
Vale la pena repetir lo central del análisis económico para integrarlo en la crisis política británica.
Es decir, enfrentado por problemas económicos serios, provocados por la acumulación de capitales, la escasez relativa de ganancias y el crecimiento débil, el nivel de endeudamiento nacional es muy alto. Enfrentado por el fin de la época de créditos de cero costo, el comienzo de una recesión y una ola de inflación, el gobierno de Truss pensaba que podía bajar los impuestos que pagan los ricos y así, como magia, gatillar un período de crecimiento, lo que dejaría al país con los recursos para salir de sus problemas económicos y pagar sus deudas.
Sin embargo, los mismos poderes económicos de los bancos y operadores del mercado de divisas y bonos no estaban de acuerdo…. era demasiado riesgoso aumentar la deuda a niveles aún más altos. Esos poderes no creían que el gobierno entendía el estado de la economía, perdió confianza en su gobierno y comenzó a operar en el mercado de bonos del estado, aumentando las tasas de intereses en el país y casi provocando el colapso de los fondos de pensiones.
Obligaron a Truss a reversar sus medidas; ella renunció muy pocos días después de anunciar las medidas que iban a “salvar” la economía. Dejó instalado a Jeremy Hunt, que tiene planes para recortar el gasto público. Esa manera de bajar el consumo en el país, junto con los aumentos en las tasas de interés impuestos por el Banco central con el propósito de bajar la inflación, van a dejar la economía en una recesión, lo que a su vez, podría gatillar más huelgas en un movimiento sindical recién despertando de su largo período de desorganización bajo la austeridad neoliberal.
(1) https://thenextrecession.wordpress.com/2022/09/29/the-liquidity-crisis-and-drowning-naked/
(2) Joseph Choonara – What does Marxist political economy add… | Facebook
(1) https://thenextrecession.wordpress.com/2022/09/29/the-liquidity-crisis-and-drowning-naked/
(2) Joseph Choonara – What does Marxist political economy add… | Facebook