
La condena “exprés” al socialismo del Siglo XXI: lo que comparten Boric y la derecha regional. Por Camilo Godoy
Por: Camilo Godoy
“Más democracia implica, necesariamente, menos capitalismo”.
Atilio Borón
Los últimos días han circulado por internet discursos del presidente de Uruguay Luis Lacalle Pou, tanto en la Cumbre de la CELAC, como recientemente en la Asamblea General de las Naciones Unidas, condenando duramente a los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Esta movida comunicacional del presidente de derecha no es algo reciente. El año 2016, siendo senador, el mismo increpaba al en ese entonces ex Presidente y también senador Pepe Mujica sobre la posición de Uruguay frente a Venezuela, diciéndole en pleno Parlamento: “no se puede ser tan caradura, señor Presidente”. Esto, ya que Mujica defendía [algo tan básico como] la exportación de productos hacia Venezuela. Según Lacalle, detrás de lo anterior había “una afinidad política”.
Pues bien, el punto de Lacalle Pou no es tan lejano a nuestro país, si consideramos dos cuestiones. Primero, Uruguay, durante todos los gobiernos del Frente Amplio posteriores a la muerte de Chávez, mantuvo frente a Venezuela una postura intermedia, entre el apoyo incondicional de los países del ALBA por una parte y el intervencionismo del Grupo de Lima por otra, desde el Mecanismo de Montevideo (2019) y con anterioridad, con el Grupo Internacional de Contacto (GIC). Nótese que el mismo Maduro había reconocido al Mecanismo de Montevideo en 2019, que lejos de buscar una solución desde la intervención, buscaba una salida diplomática y soberana para el país llanero. La legitimidad del mecanismo era evidente y en Abril de ese mismo año el Presidente pedía a otros mandatarios de la región “retomar esa iniciativa”. Pues bien, una vez llegado al poder, el presidente Lacalle Pou decide salirse del Mecanismo de Montevideo, arguyendo existir un exceso de instancias internacionales y optando por quedarse sólo con la OEA y Naciones Unidas. Con ello tomó evidentemente un tono más confrontacional, alineado con la ultraderecha latinoamericana.
Por ello, es interesante que si bien intermedia, la anterior postura de Pepe Mujica no satisfacía a la derecha, que quería, como hoy, como siempre condenas “exprés” -es decir, sin mayores matices y al voleo- a Maduro, Castro, Morales y todo lo que suene a izquierda. Como si todo se redujera a la dicotomía “condena/adulación”.
En segundo lugar, ya que en nuestro país el candidato de la centroizquierda Gabriel Boric ha acuñado un discurso comunicacional preocupantemente similar al de Lacalle Pou y la derecha regional: la crítica sin ningún tipo de matiz a Venezuela, Nicaragua y Cuba. Frente a esto, no podemos entender a los procesos revolucionarios del continente de manera acrítica y como experiencias impolutas. Mas, para cualquiera que se asuma como de izquierda es, al menos necesario hacer precisiones.
Por ello preocupa la actitud de Boric, que en política exterior parece estar muy orientado a hablarle a la tribuna empresarial y transmitir -como buen alumno de la experiencia concertacionista- “señales de tranquilidad”. En ese sentido, si bien un gesto interesante pareció ser el viaje de miembros del comando de Boric a la asunción de Pedro Castillo en Julio, si miramos a la coalición frenteamplista, en política exterior los vemos más cercanos a las experiencias de la emergencia socialdemócrata europea (Unidas Podemos, por ejemplo) y bastante esquivos con las experiencias de la izquierda latinoamericana -fuera incluso del eje de los países del ALBA-.
En el programa de gobierno de Boric, las referencias al multilateralismo son variadas y también lo son los llamados a revisar los tratados comerciales suscritos por nuestro país. Mas las menciones a integración regional son un acápite mínimo. En la página 5 se lee lo siguiente: “se avanzará en procesos de integración latinoamericana, evaluando solicitar el ingreso a Mercosur como Estado miembro pleno” (2021). Ninguna mención al fortalecimiento de otros mecanismos como la CELAC, el ALBA, el Grupo de Puebla o una reactivación de Unasur. Por el contrario, demasiada alusión a un programa “feminista y descentralizado” con poca claridad respecto a su ejecución.
Por ello es preocupante cuando cierto sector se autorreconoce como de izquierda pero opera con las categorías de la derecha internacional. En ese sentido, considerando la intensificación de las presiones hacia Cuba y Venezuela, la respuesta no es la negación de los problemas, sino que la puesta en perspectiva ¿Cuántas veces se ha pronunciado Boric contra el bloqueo en Cuba o contra las llamadas guarimbas? ¿Cuántas veces se ha pronunciado contra el doble estándar en materia de migración venezolana de los países del Grupo de Lima, que condenan a Maduro y luego expulsan o deportan venezolanos desde sus mismos territorios?
Una alternativa que se considere y se precie ser de izquierda no puede soslayar estas cuestiones o detentar visiones meramente oportunistas según lo electoral. Y debe mirar con mayor énfasis a nuestra región, sobre todo por los desafíos globales comunes que nos enfrentan a la dependencia económica, la depredación de nuestro entorno natural por el extractivismo y las presiones injerencistas hacia nuestros recursos y nuestra soberanía.
• Camilo Godoy, @GodoyPichon, Sociólogo de la Universidad de Chile y magistrando en Estudios Internacionales, USACH, cgodoypichon@gmail.com