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La complicidad de Vargas Llosa y Axel Kaiser. Ideas de derecha para justificar una intervención militar en Venezuela

Por Nicolás Romero

#DeFrente

 

El día viernes 4 de mayo, la Casa Central de la PUC reunió a líderes políticos, empresariales e intelectuales de la derecha latinoamericana. Desde democratacristianos conversos como Mariana Aylwin y Jaime Ravinet hasta adoradores del legado de Pinochet, como Axel Kaiser, pasando también por el canciller y mal agradecido con el pueblo cubano, Roberto Ampuero. Los invitados internacionales tampoco desentonaban, liderados por Mario Vargas Llosa, quien recientemente publicó El llamado de la tribu, ensayo con el que busca explicar su tránsito acelerado desde “un marxismo ortodoxo” a un “liberalismo democrático”. Un tipo que habla de las virtudes del liberalismo, del desarrollo de la libertad y la tolerancia, rodeado de lo más rancio de la oligarquía chilena y de tipos que trabajan directamente para la CIA y el gobierno de Trump. El objetivo era claro, difundir discursos de odio recurriendo a todo tipo de post verdades para justificar frente a la “comunidad democrática” una intervención militar de Venezuela. Si de paso damos la impresión de que la derecha está enfrentando coordinada la lucha de ideas contra los populismos, aún mejor.

 

En la entrada nos recibía un nutrido cóctel (no como los jugos con galleta que tanto deleita a nuestros lectores izquierdistas) y una funa con ofensas verbales de un venezolano anti Maduro a full, con cobertura del equipo de Hispan TV. En un auditorio con nombre de cura, se reunió la crema y la nata del fascismo continental. Algo así como un concilio anti populista.

 

Las palabras iniciales las realiza Ignacio Sánchez, Rector de la Universidad Católica, ultra conservador y principal promotor de la mal llamada “objeción de conciencia”, forma en la que se institucionalizó el discurso de odio de médicos y centros de salud que se niegan a cumplir con la reciente ley de aborto. Ni se arrugan en hablar de libertad, al mismo tiempo que mujeres violadas no pueden practicar su derecho legal a abortar en sus ciudades y deben ser trasladadas a Santiago, prolongando la tortura que marcó la violencia machista.

 

La actividad organizada por Solidaridad Democrática/ Forum 2000 y Fundación por el Progreso  es uno de los brazos ideológicos de los procesos de desestabilización que marcan la reconfiguración de las derechas en el continente. La vieja obsesión, la persecución de Cuba, la nueva, Venezuela, son el mismo problema: la lucha frontal contra los procesos populares que reivindican la lucha socialista en pleno Siglo XXI. Son astutos, han aprendido de los costos que hasta el día de hoy asumen por impulsar dictaduras anti populares en el ciclo que se inicia en el 54 con la intervención en Guatemala, cuna de formación de un futuro comandante de la Revolución Cubana, el Che. La estrategia de desestabilización que apunta a un proceso de intervención armada norteamericana en Venezuela, avalada públicamente por la oposición representada en el foro por figuras como Antonio Ledezma, es presentada como una “intervención humanitaria” avalada por el derecho internacional. Así de cara dura.

 

El fino tríptico, muy alejado del tradicional pasquín fotocopiado,  anuncia que la crisis humanitaria en Venezuela “ha llevado incluso a debatir sobre la posibilidad de intervenciones internacionales”, manera elegante de justificar una guerra para saquear los recursos petroleros y derrocar el proceso socialista de avanzada en la región.

 

“A través de la intolerancia se comienzan a destruir los países” declara sin tapujos el Canciller Roberto Ampuero en clara referencia a los “populismos latinoamericanos”.  “Los demócratas que ganan elecciones libres deben respetar la institucionalidad democrática” señala, al mismo tiempo que el gobierno de Piñera anuncia la subscripción de un TLC con el dictador Temer de Brasil, quien recientemente ha militarizado las fuerzas policiales para contener el descontento social en Río de Janeiro y ha comenzado una matanza selectiva de dirigentes sociales.

 

La batalla contra el “populismo”, forma genérica con la que se ataca a los procesos que se apartan del acuerdo de Washington, es la manera de viabilizar la dimensión ideológica de una guerra económica y militar contra la oleada de procesos de cambio en nuestro continente. El populismo es algo así como la personificación de la maldad, la destrucción de las ideas fundantes del ser humano, el libre mercado, las instituciones democráticas liberales y la tolerancia en el debate democrático. Huela a realismo mágico viniendo de oligarquías que no tuvieron empacho en intervenir militarmente el continente en décadas pasadas y someterse a los dictados de USA y las trasnacionales.  “La presidencia de Sebastián Piñera jugará un rol activo en la defensa de las democracias y los derechos humanos”. Discurso coherente con el del grupo de Lima, orientado a desconocer a la Unasur, gran articulación liderado por Chávez en 2005 para detener el avance del ALCA.

 

Ampuero nos habla de la necesidad de elecciones libres en Venezuela, país donde tras 22 elecciones avaladas por centros internacionales como el presidido por el ex presidente  estadounidense Jimmy Carter, el chavismo ha ganado 21. Nada se dice sobre las amenaza de un general del ejército en Brasil, quien afirmó por televisión que si Lula no era encontrado culpable no se realizaban elecciones, a días del fallo de la corte. Respeto de las instituciones democráticas decían. Hablan de luchar contra la corrupción de los gobiernos populistas, quienes en Chile son financiados de manera ilegal por las grandes empresas y aprobaron una ley de pesca hecha a la medida de 6 familias. No se trata de tapar el sol con un dedo y negar los vínculos entre procesos de cambio y corrupción como se ha hecho público existió en torno a la empresa brasileña Obredecht, pero viniendo de la derecha, por favor.

 

El ciclo dictatorial de las décadas oscuras es reivindicado como el primer paso para avanzar en el proceso de fortalecimiento a la democracia por Oscar Arias, ex Presidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz. Su retórica anti popular transita en referencias a “los delirios autoritarios de los líderes populistas”, “los falsos profetas”. Defiende un liberalismo entendido como “un sistema donde puedas elegir y ser electo”, donde existe un libre acceso a “distintas fuentes de información que no sean monopolizados por el gobierno”, entre otras retóricas que esconden las formas en las que ellos sostienen sus dictaduras y procesos de desestabilización. Basta recordar el rol cómplice de los grandes medios privados de comunicación de Venezuela en el intento de golpe de Estado del 2002. Mientras se montaba la detención de Chávez por una minoría golpista del ejército, estos medios pasaron durante horas dibujos animados y luego distorsionaron imágenes para culpabilizar al chavismo de una balacera que había sido iniciada por francotiradores financiados por la oposición y la embajada de EEUU.

 

Ahora el plato de fondo. La mesa  es moderada por el demócrata Axel Kaiser, quien días antes fue reprobado por el mismo Vargas Llosa tras su apología a la dictadura pinochetista. Los expositores, Juan Pablo Cardenal de España, Jorge Quiroga ex presidente de Bolivia y discípulo del dictador Cruzeño Hugo Banzer, Tamara Sujú abogada venezolana  y el autor de Conversaciones en la Catedral.

 

Axel Kaiser le pregunta a Tamara Sujú. ¿Cómo es la situación hoy en Venezuela y cómo te podemos ayudar? Tamara agradece al pueblo de Chile por recibir a los venezolanos con tanto cariño y recibe una fuerte ovación del público. “Venezuela hoy vive una tiranía única en la historia del continente, es una narco dictadura”. “En Venezuela se está viviendo una crisis humanitaria donde las familias deben elegir a qué hijo le da de comer.” “Yo no le veo una salida democrática a la situación de mi país”, señala, al mismo tiempo que una voz del público comenta sobre el “derecho de intervención”. Tamara, la autodenominada defensora de los DDHH pide abiertamente solidaridad para iniciar una guerra justa, con olor a cruzadas contra un país que se encuentra preparado para resistir militarmente. “Una narco tiranía no se derrota con votos.”, es el sutil remate.

 

Luego viene el delirante  Jorge Quiroga. No tiene empacho en decir que el gobierno del MAS en Bolivia es una copia del socialismo del siglo XXI. Habla de un gobierno completamente servil a los intereses de la narco tiranía venezolana, sin hacer esfuerzo alguno por pensar el proceso indígena campesino desde su originalidad, complejidad y limitaciones.  En su ignorancia Kaiser compara la situación económica boliviana con la venezolana, desconociendo las sostenidas tasas de crecimiento de nuestro hermano país en la última década. Pero bueno, lo de Kaiser no son los números sino las ideas. Quiroga no gasta el tiempo en un foro dinámico donde presentaciones de 4 minutos contrastan con los debates eternos de nuestro sector y pasa rápido a repetir la vulgata contra Venezuela.  La crisis humanitaria los obligaría (si eres facho y de elite, o sea tienes poder) a “en semanas críticas empujar por todos los medios sanciones y presión contra el gobierno de Maduro”. Cero empacho de un fiel representante de la oligarquía terrateniente boliviana que en 200 años no fue posible de construir un Estado que el proceso de cambio levantó en 10 años. Oligarquía desbordada por movimientos indígenas campesinos que se opusieron en el 2000 y 2003 a los procesos de privatización del agua y el gas. Inteligente no era.

 

En medio de la presentación, Kaiser anuncia la llegada del rostro de la nueva derecha española y líder del movimiento Ciudadanos, Albert Rivera. Camina con la seguridad de quien lidera las encuestas para convertirse en el próximo líder de gobierno en España.

 

Para Kaiser el problema en México no es el narco Estado, ni las sistemática política de desapariciones, sino el triunfo de López Obrador. Vargas Llosa habla de un López Obrador formado por el PRI, “un populista demagógico que confunde el deseo con la realidad”. El novelista relativiza el eventual triunfo, habla de la posibilidad de un milagro sin siquiera mencionar el demostrado fraude que Obrador ya sufrió en las elecciones de 2006. “Donald Trump ha trabajado mucho por la candidatura de López Obrador” señala en tono de crítica.

 

Entre tanta propaganda y humo de panelistas chantas, con excepción del converso, Axel se ilumina y plantea una pregunta de interés para nuestras y nuestros lectores,  “Pareciera que las elites tienen una responsabilidad gigantescas en la formación de los populismos”. Claramente, si sometes a tus países a la miseria de la dictadura neoliberal, alguna posibilidad de que el cambio llegue de fuera de las filas oligarquía existe. Están aprendiendo de sus errores y han sabido sacar lecciones.  “En el continente las elites intelectuales propiciaron más la revolución que la democracia y eso es parte de la tradición americana”, señala el novelista, para a continuación afirmar que tras la caída del socialismo real las elites son más democráticas pero con desgano (el renovado que esté leyendo que se coloque el poncho si le queda). “Muchas veces las elites económicas han favorecido procesos de destrucción de la democracia”, en clara alusión a los empresarios que en su momento apoyaron a Chávez.

 

Tamara vuelve y ahora con el tejo pasado, la intervención militar en Venezuela se justificaría en la crisis de alimentos y medicinas, en la vulneración sistemática de los DDHH y  en la urgencia de evitar que se sigan desarrollando crímenes de lesa humanidad. Pero lo aclara, no es una intervención permanente. “No tengamos miedo a llamarle crisis humanitaria” repite con descaro. Después de la discrepancia con Kaiser algunos se hubiesen esperado otra parada de carros, pero no. Para Vargas Llosa, “la decisión de invadir militarmente un país es sumamente arriesgada” y sólo “en ciertos casos extremos una intervención podría justificarse”. De ocurrir, “la comunidad democrática” debe impulsarlo. Afirmaciones de un tipo que llevaba media hora escuchando y recitando rosarios sobre como Maduro encarna la representación del mal y la negación de la libertad. Luego hace el matiz para darle más audibilidad a la política de intervención reivindicando la Doctrina Betancourt, impulsada por  el ex presidente venezolano. “habría que resucitarla, me parece una vía más efectiva que el de la intervención militar”. En resumen, acosar política, diplomática, financieramente y por todos los medios a las dictaduras populistas hasta lograr su caída.

 

Mario, “dime con quién andas y te diré quién eres”. De liberal cero, eres el rostro humano, liberal y culto de una intervención que amenaza con reabrir el ciclo de violencia en el continente.

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