
«Italia, Francia, España – ¿y Chile?» por Miguel Silva
Por: Miguel Silva
La elección de una mujer que tiene Mussolini bien cerca a su corazón, como presidenta de Italia, es el último caso de los éxitos de la derecha en Europa.
Pero lo que pasa no es un «fenómeno» europeo, es la consecuencia de una crisis que enfrentamos en todos los continentes. En otras palabras, la derecha toma la batuta una vez que nuestro lado, el lado de los cambios, no entrega lo que promete. Cuando las reformas grandes no se hacen, cuando las promesas no se cumplen, cuando la fe en un futuro mejor se pierde.
En esas condiciones, es fácil echarle la culpa al pueblo, porque «no entienden» los problemas que tiene que enfrentar «su» gobierno. No entienden, porque sus condiciones de vida no han cambiado con la llegada de aquel gobierno. Entonces, más bien es el «gobierno» el que no entiende que corresponde echarse la culpa a si mismo, porque son ellos los culpables.
Pero bueno, ellos dicen… ¿qué podemos hacer?…»¡Hicimos todo dentro de lo posible!»
Y quizás, SÍ, hicieron todo lo que podían para avanzar, tomando en cuenta las negociaciones y alianzas, las postergaciones y cancelaciones, los cambios y olvidos que .les obliga su política parlamentaria.
Dentro de lo posible.
«Dentro de lo posible», hicieron todo lo posible. Pero no bastaba, ni en Italia, ni en España, ni en Francia. En esos países, la derecha ha ganado con la simple frase de «Mira… no sirven para nada… pero nosotros sí»…
«Mira como llegan tantos migrantes y nos dejan sin recursos en el país».
«Mira como los precios suben y no tenemos empleos seguros».
«Mira como los flojos del sur / los migrantes / los terroristas islámicos / viven tan bien sin ni siquiera trabajar. ¡Son unos flojos!».
Y mientras tanto, los gobiernos que dicen que van a cambiar las cosas, negocian, forman sus alianzas, avanzan dentro de lo posible. Y crece el malestar.
También ha pasado que son gobiernos de la derecha los que se comprometen y no cumplen.
Como en Francia, por ejemplo, donde la derecha populista racista de LePen ganó un 42% de los votos en las ultimas elecciones porque el neoliberal Macrón no cumplió.
O han sido partidos nuevos que aparecen y desaparecen, como el movimiento de las Cinco Estrellas en Italia, que no cumplieron lo que provocó que la fascista Meloni y su «Hermanos de Italia» ganara la presidencia luego del colapso del último gobierno.
O han sido los viejos social demócratas en alianza con los nuevos y jóvenes «rebeldes» de Podemos en España, donde Vox gana cada vez más votos – concentrados en la juventud, ya que que no han solucionado los problemas de la vida que enfrentan millones de familias todos los días.
¡Puro bla bla bla…!
Como dijimos antes, es fácil echar la culpa a los millones que votan por la «nueva derecha» porque pareciera que no entienden nada. O mejor dicho, porque son reaccionarios. Pero SÍ entienden que no se hizo nada. Que el gobierno que dijo que iba a cambiar las cosas…. no cumplió. Puedes decir que ese gobierno no tenía CÓMO cambiar las cosas… pero ese hecho no cambia la situación ni un ápice.
En Italia, en Francia, en España, esos gobiernos no podían parar la inflación, no podían bajar la cesantía, no podían controlar el Covid, no podían controlar los incendios forestales o la sequía. En fin, no podían. ¿Y en Chile?
«Entonces vamos a votar por alguien que pueda».
Las Alternativas.
Puedes decir que un gobierno radical, un gobierno que se mueve, un gobierno que es confiable, SÍ va a hacer los cambios de verdad. Pero no hablamos de un gobierno de los viejos socialistas (como en Francia ). Ni hablamos de un gobierno de jóvenes que olvidan sus raíces en las bases (como en España). Ni un gobierno de estrellas de la farándula y gente así (como en Italia). Tiene que ser un gobierno de gente confiable, con experiencia en la lucha, gente de familias de trabajadores en su mayoría, gente que entiende como funciona el sistema, que entiende qué se puede sacar del sistema y por qué hay que poner fin a ese sistema.
En fin, gente que no acepta los límites del sistema en que vivimos. Gente que siempre, siempre, trabaja para mejorar las organizaciones bases, la conciencia, las capacidades y la confianza de los y las de abajo.
Pero tú y yo sabemos que la única manera de obligar a ese tipo de gobierno a cumplir (porque el sistema en que sobrevivimos, múltiples veces ha vencido o hipnotizado gobiernos de cambios), es tener la fuerza en las bases para hacer los cambios con o sin la ayuda del gobierno.
Sin esa fuerza, los millones que han perdido la fe en un gobierno de cambios (si una vez la tuvieron o quizás nunca ), esos millones quizás van a caer cuando la nueva derecha transmita que — ¡ahora sí, confíen en nosotros!
¡Y cómo hemos caído en el pasado!
Creímos en el León de Tarapacá hace un siglo y su «querida chusma».
Creímos en el General Ibáñez hace setenta años y su «voy a barrer con los políticos»
Creímos en Perón, sus militares y Eva poco después en Argentina.
Creímos en los socialistas en Francia y los Comunistas en Italia.
Creímos en los jóvenes de Podemos que al principio eran los nuevos predicadores de los cambios. Después, no los eran.
Y ahora, estamos pagando el precio, porque hemos pasado décadas sin dedicarnos a la construcción de las bases, sus capacidades, su conciencia, su confianza. Creíamos que gobiernos que hablan «en nombre de» los millones, son una alternativa viable.
Si no nos dedicamos a esa obra de construcción social, capaz que el próximo gobierno o movimiento social va a ser, acá en Chile, de la nueva derecha radicalizada. ¿Y a quien le vamos a echar la culpa?
Otra vez…
En fin, si un gobierno te convence que vale la pena luchar y después te defrauda, es culpable de un terrible crimen.
También es culpable un dirigente sindical, poblacional, deportivo, que se vende o que se arranca con los fondos de la organización.
También es culpable un hombre honesto que se aprovecha del respeto que otros tienen en él, para ser deshonesto.
También es culpable un militante que de verdad cree que necesitamos un «cambio de sistema», pero que se dedica a hacer su trabajo como dirigente siempre dentro del sistema parlamentario.
En fin, estamos perdidos y perdidas si no tenemos una política y la moralidad de revolucionarios.
Pero claro, a pesar de estas críticas, todos tenemos que trabajar juntos, en un frente único, contra el racismo de la nueva derecha populista y ofrecer nuestra solidaridad a los migrantes.