
«Inédita cruzada alfabetizadora del sandinismo cumple 40 años: Las vocales de la revolución» por Carlos Salazar
Por: Carlos Salazar
En agosto de 1980, la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización contó con más de 95 mil profesores, estudiantes, trabajadores de la salud e incluso dueñas de casa que, alineados en un mismo proyecto redujeron la tasa de analfabetismo de un 50% a un 12%, explica el educador peruano costarricense.
“Cuántas vocales tiene la palabra REVOLUCIÓN?”, preguntaban los educadores voluntarios que recorrían selvas y mesetas de Nicaragua. Estudiantes de pedagogía, profesores de la tercera edad y hasta dueñas de casa participaron de la legendaria Cruzada Nacional de Alfabetización que acaba de cumplir cuatro décadas y que logró reducir la tasa de analfabetismo de un 50.35% a un 12.96%, según organismos independientes. Este alcance representa cerca de 406 mil niños y adultos nicaragüenses que aprendieron a leer y escribir tras la iniciativa del gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional a partir de 1980.
Al respecto, el educador popular y sociólogo Oscar Jara Holliday recuerda el sentido estratégico, ético, político y pedagógico de esta gesta que incluía también himnos, poesía, censos para cada pueblo, autoevaluaciones y un sistema “de cascada” que aumentaba exponencialmente el alcance de estos profesores alfabetizadores a lo largo y ancho del territorio. “¡Puño en alto, libro abierto todo el pueblo a la Cruzada Nacional!. Ganaremos el destino de ser hijos de Sandino, convirtiendo la oscurana en claridad, cantaba la gente que participaba de este enorme plan cuya meta era erradicar el analfabetismo para alcanzar el desarrollo y la reconstrucción nacional como una meta revolucionaria”, explica Jara Holliday.
Cree que hoy en día sería difícil replicar algo por lo difícil que es orientar los intereses particulares y políticos en un mismo objetivo. En su momento, la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización contó con más de 95 mil de estos voluntarios, todos alineados tras este proyecto en el que se involucró también Cuba y otros países de Centroamérica. Como resultado, hasta hoy persiste el récord de Nicaragua como uno de los países de mayor alfabetización del continente.
Un estatuto sobre Derechos y Garantías de los Nicaragüenses declaraba la alfabetización como una misión integral y de interés de toda la población para ir en educación de personas que durante el medio siglo anterior, nunca habían visto un lápiz, un cuaderno y menos un libro, detalla el profesor que fue invitado a compartir estas experiencias y su proyección por la Escuela de Pedagogía en Historia de la UAHC y el Grupo de Trabajo CLACSO de Educación Popular y Pedagogías Críticas, a cargo del docente Fabián Cabaluz.
Una metodología social y ética
La Gran Cruzada Nacional de Alfabetización nicaragüense convocaba a todos los formadores disponibles en centros comunitarios donde se diseñaba una cartilla de trabajo que, previamente, evaluaba fortalezas y debilidades locales. Con esta información, se enseñaban las primeras palabras relacionadas con el momento histórico que se estaba viviendo, señala el sociólogo. “Estos educadores populares eran personas con competencias pedagógicas y también sobre el mundo campesino que se capacitaban en grupos de 80 personas y que salían de estos centros, distribuyéndose por el resto del país y capacitaban a otras 30 que a su vez harían lo mismo con otros profesores, jóvenes, trabajadores sociales y habitantes de estos asentamientos. Esta verdadera cascada alfabetizadora se multiplicó a partir de estos talleres de una manera sin precedentes y como una metodología inédita, pero también dueña de una gran mística”, cree hoy el educador.
Sobre el estado de la educación popular en Chile, Jara Holliday, proyecta mucho de la experiencia de esta campaña histórica nicaragüense en experiencias como diversas iniciativas de alfabetización rural, cursos de español para haitianos o programas educativos de radios comunitarias como las que existen hoy. Celebra algunas de estas iniciativas regionales como las de educación alternativa en Bolivia, los bachilleratos populares en Argentina y las asambleas territoriales en Chile: “todos procesos educativos, políticos y sociales que debemos aprovechar e impulsar más allá de sólo matricularnos y seguir algunos cursos pues son experiencias que abren pistas muy importantes para lo que podemos hacer en otros países de América Latina”, aclara.
Estas políticas sistemáticas, insiste, potencian derechos básicos que están muy por encima de la también importante lectoescritura: “La valorización de la voz, de la vida y las palabras de las personas que son alfabetizadas los constituyen como ciudadanos de derecho. Para esto, el proceso de alfabetización en Nicaragua, significó para muchos salir de su entorno escolar y entrar en un mundo desconocido para el que era necesario cruzar ríos, cubrir zonas peligrosas y sortear lugares que aún contrarios a la revolución. Como resultado, muchos de estos alfabetizadores fueron asesinados por otros detractores del Frente Sandinista. Entonces, el vivir como la población campesina, comer lo que ellos comían, conocer el ánima de este pueblo, su cultura canciones y narraciones, también alfabetizaba a estos educadores en el proceso”, destaca el investigador.
El sociólogo suma a esta maduración política del sujeto alfabetizado, la capacidad de aprendizaje de un pueblo como colectivo y la posibilidad de mirar críticamente la realidad o transformar la capacidad de opinar. Aspectos que, desde el otro lado de la conversación, abren la puerta a quien escucha como un aporte democratizador en la interacción social. Oscar Jara Holliday, concluye que actualizar los conocimientos acerca de lo que significa la educación popular en cuanto a sus valores transformadores, es una conversación que exige considerar los diferentes contextos de cada territorio y su época.
“Los diferentes programas de alfabetización en países como Chile, Nicaragua, Brasil o África tienen en común que están de acuerdo con sus respectivos procesos decolonialistas. No hay que pensar la alfabetización solamente desde una lógica tecnocrática o como una gran reforma o propuesta de política que en sí misma puede lograr estos propósitos. El sentido estratégico, ético, político y pedagógico se juega en la medida en que respondan a procesos mucho más amplios dentro de los cuales el logro educativo logra un componente integral y de constitución de ciudadanía y sociedad”, sostiene.