
«Hay que parar la guerra imperialista en marcha» Por: Izquierda Castellana
Por: Izquierda Castellana
«La guerra que están preparando tiene como objetivo principal, ya lo van desvelando abiertamente, a la República Popular China; un país que nunca ha realizado una invasión militar a lo largo de su historia, y cuyo principal delito es, según se desprende del documento aprobado por la OTAN en Madrid, que “emplea una amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares para aumentar su huella global” (cita textual). El objetivo real es frenar el ascenso de China como potencia global que desarrolla un modelo de relaciones internas e internacionales mucho más útil para la humanidad que el modelo del imperialismo angloamericano.»
En el ejercicio militar RIMPAC, entre Hawaii y el sur de California, participan en total 26 estados, con 38 buques, cuatro submarinos, 9 fuerzas terrestres nacionales, más de 30 sistemas aéreos no tripulados, 170 aviones y 25.000 efectivos. El ejercicio naval se desarrollará entre el 29 de junio y el 4 de agosto. Las maniobras RIMPAC son las maniobras navales por excelencia en el Pacífico. Comenzaron en 1971 lideradas por EEUU, siendo su objetivo formal asegurar el libre comercio marítimo, pero realmente, y cada vez de una forma más evidente, constituyen la preparación para un posible conflicto en el Mar de China Meridional o el Estrecho de Taiwán. Es de destacar el importante protagonismo que tiene la marina chilena en esos ejercicios. Corea del Sur participa en esta edición con el mayor número de efectivos de la historia de esos ejercicios (tres navíos, varios submarinos, aviones de patrulla y mil soldados).
De forma simultánea a la celebración de la Cumbre de la OTAN en Madrid, se ponían en marcha, además de las maniobras señaladas del RIMPAC 2022, los ejercicios navales en el Atlántico (African Lion) en los que ha participado EEUU, Francia, Reino Unido, Brasil, Marruecos…, pero no el Estado español.
El mundo tiene una población total de 7.753.000 millones de habitantes, según el censo de 2020. China e India son los países más poblados con un 18,25% y un 18,04% del total, respectivamente. Es decir, representan más de un tercio del conjunto de la población mundial. Las mujeres suponen el 49,5% del total, y la población masculina el 50,5%.
El PIB mundial en 2021 era de 84,71 billones de dólares, pero la masa monetaria -es decir, el dinero en circulación en sus diversas variantes- es unas cuatro veces mayor; y eso, la existencia de una masa monetaria sin sustento en la economía real, es la base estructural de la inflación. Otras circunstancias, como la guerra y sus consecuencias económicas, son factores que favorecen su desarrollo, pero no constituyen su origen principal. No es casualidad que la banca central, tanto la europea como la FED norteamericana, hayan optando finalmente por políticas muy activas de restar liquidez a la masa monetaria y aumentar los tipos de interés, es decir, encarecer el dinero.
En el documento titulado “Concepto Estratégico de la OTAN 2022”, aprobado en la reciente Cumbre de esta organización en Madrid, se reivindica a mil millones de personas. Se dice textualmente en su tercer párrafo: “seguimos firmes en nuestra determinación de proteger a nuestros mil millones de ciudadanos”. Al resto de los casi 8.000.000 millones de habitantes de la Tierra, como mínimo, no se los tiene en consideración. El occidentalismo como uno de los pilares del imperialismo sigue plenamente vigente.
La OTAN-UE ya no pretende aparentar que defiende los intereses de la humanidad en su conjunto; solo, como explicitan en su documento, a los mil millones de personas que habitan los países ricos occidentales. Y aún en este nivel, sus planteamientos son totalmente hipócritas. Lo que realmente pretenden defender son los intereses estratégicos del capitalismo occidental -por otra parte, en franca descomposición- tomando como rehenes, como carne de cañón para la guerra global que están organizando, a las masas trabajadoras de su espacio territorial.
El lavado de cerebro que vienen impulsando desde hace tiempo, y que han incrementado hasta el paroxismo en los últimos meses, forma parte de esa acción global de preparación de la guerra que venimos denunciando en esta página desde hace varios años.
El sanchismo y sus apoyos, especialmente mediáticos, se han quedado literalmente fascinados por la Cumbre de Madrid. Nunca se habían codeado con tanta gente de tanta importancia (desde su punto de vista, claro). Nos imaginamos a Pedro Sánchez cada mañana preguntándole a su “espejito mágico” quién ha sido el más guapo de los participantes en la Cumbre. El grado de narcisismo e irrespeto por las circunstancias en las que vive una parte muy amplia de la población es todo un indicador de su subjetividad. Pero después de las borracheras y otras intoxicaciones vienen las resacas, y una de las primeras realidades que tendrán que afrontar es que en la declaración de la OTAN de Madrid, en contra de lo que han anunciado, no hay referencia específica sobre las garantías que ofrece la Alianza Militar para que Ceuta y Melilla sigan siendo parte integrante del Estado español. Es más, tal como dice el veterano periodista Fernando Ónega en La Vanguardia, según lo acordado en la Cumbre de Madrid, “Y, hablando de esas fronteras, este cronista no tiene claro que la OTAN se comprometa a defender Ceuta y Melilla. ¿De quién? ¿De Marruecos? En caso de agresión, se haría en nombre de la integridad territorial. De Marruecos, por supuesto”.
Es demencial, desde una perspectiva progresista, que en una situación de deterioro acelerado de las condiciones de vida de la mayoría de la sociedad por la inflación, el ataque al sistema de pensiones y la liquidación de los servicios públicos, especialmente sanidad y educación, se pretendan incrementar en decenas de miles de millones los presupuestos militares con la única finalidad de impulsar la guerra encabezada y al servicio del imperialismo angloamericano.
En nuestra historia nunca hemos tenido un conflicto militar con Rusia, mucho menos con China. Al contrario, la antigua URSS fue el principal apoyo a la República en su confrontación con el fascismo español e internacional; cierto es que el fascismo español colaboró con los ejércitos nazis enviando a la URSS a la famosa División Azul; esa es la tradición sobre la que se mueve el sanchismo. Muy diferente es la historia con EEUU que, con la disculpa de la explosión provocada por ellos mismos en el buque Maine en el puerto de La Habana, desencadenaron una guerra contra el Estado español con el objetivo de apropiarse de los restos del Imperio colonial: Cuba, Puerto Rico, Filipinas…
Si existe una formación social en la que su bloque dominante abomina de su memoria histórica, ese es el Estado español; desde su perspectiva salen muy mal parados de ese ejercicio, que es por otra parte imprescindible para cualquier país que se precie. El Gobierno, y el conjunto del bloque dominante español, incluyendo sus medios de comunicación, se sitúan nuevamente en el campo equivocado de la historia. El capitalismo occidental está impulsando la guerra global porque sus eslabones principales -el mundo angloamericano y Japón- no tienen otras opciones para superar la crisis estructural que atraviesan. Pero el Estado español no solo tiene otras alternativas mucho más útiles, sino que no tiene nada que ganar en esa aventura militarista, y tiene casi todo que perder. Implicarse en esa guerra global, además de criminal, es una irresponsabilidad y un atentado contra los intereses patrióticos de los pueblos del Estado español.
La guerra que están preparando tiene como objetivo principal, ya lo van desvelando abiertamente, a la República Popular China; un país que nunca ha realizado una invasión militar a lo largo de su historia, y cuyo principal delito es, según se desprende del documento aprobado por la OTAN en Madrid, que “emplea una amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares para aumentar su huella global” (cita textual). El objetivo real es frenar el ascenso de China como potencia global que desarrolla un modelo de relaciones internas e internacionales mucho más útil para la humanidad que el modelo del imperialismo angloamericano. China sí ofrece fórmulas de colaboración en la solución del conjunto de problemas que afectan a los casi 8.000.000 millones de personas que viven en el mundo, algo para lo que tiene una gran experiencia acumulada, y que son de mucho mayor interés que las planteadas por el imperialismo. Por exponer un solo aspecto, pero de gran importancia, en China han muerto a consecuencia de la pandemia de Covid-19 unas 5.200 personas, mientras en la UE y EEUU esta enfermedad ha sido la causa de muerte de más de dos millones de personas. Las cifras son totalmente elocuentes.
La guerra global que prepara el capitalismo occidental será devastadora, pero la tienen perdida de antemano; las guerras no solo se ganan o pierden en base a los recursos armamentísticos, sino esencialmente por los proyectos que la sustentan. Sobre esta cuestión reflexionaremos a fondo en un próximo editorial.
La guerra que están poniendo en marcha provocará decenas o centenares de millones de muertes; el capitalismo, llegado el momento, utilizará armas nucleares, químicas o bacteriológicas, como a su manera ya anuncian. Pero ese escenario de devastación en ciernes, que hay que denunciar y confrontar con todas las energías, será también el escenario que impulsará nuevos procesos revolucionarios. Quizás supondrá el final del capitalismo.