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Frente al gatopardismo y la Concertación “boy-scout”: Claridades. Por Camilo Godoy Pichón

Por: Camilo Godoy Pichón

Hace 5 años en una entrevista a The Clinic, el sociólogo Carlos Ruiz Encina, mencionado por varios como “el ideólogo del Frente Amplio” señalaba que lo más triste que podía pasarle a dicha coalición era “reproducir la decadencia de la Concertación en versión boy-scout” («Carlos Ruiz previene al Frente Amplio: “Reproducir la decadencia de la Concertación en versión boy scouts es lo más triste que podríamos hacer”, The Clinic). Pues bien, llama la atención que al menos desde la segunda vuelta, quienes más han acaparado la capacidad de interlocución del Presidente electo son desde nuestra opinión -predominantemente- el empresariado, Carabineros y otros grupos conservadores.

Esto a priori era esperable y por otra parte, el despliegue de cierta capacidad de diálogo es requerida para momentos como el actual, con un Parlamento dividido y un crecimiento de la derecha. El problema es cuando el concepto de “diálogo” se despolitiza, se desideologiza y se va mostrando como un artefacto timorato. Y también cuando esa capacidad de diálogo va pendulando unilateralmente -o al menos notoriamente- hacia un lado.

Porque veamos: las declaraciones de la última semana de Juan Pablo Swett y Juan Sutil respecto a las virtudes del Presidente de encarnar un “espíritu dialogante” son complejas. Básicamente lo que plantea Sutil es que a su sector le da esperanzas que Boric aparezca como “dialogante”, que crea en la “gradualidad” y que -eventualmente- pueda ceder frente a cuestiones como el impuesto a los super ricos («Sutil valora el tono de Boric: «Esto va cambiando el eje de las expectativas», Pauta.cl). Sutil sigue siendo contrario, como es de esperar, a este tipo de medidas y al royalty a la minería, cuestiones básicas para cualquier avance social.

Por la misma línea, una nota del 14 de Enero advierte sobre el cambio de discurso de Boric hacia Carabineros (https://www.t13.cl/noticia/ex-ante/politica/trasfondo-como-cambio-relacion-boric-carabineros-y-razones-su-tono-mesurado). Ya no se habla de refundar, sino meramente de “reformar”. Esto, luego que el equipo del Presidente electo señalara también que no va a tocar las pensiones de las FFAA, después de reuniones con Carabineros. Y bueno, se puede preguntar nuevamente si está mal conversar a priori con estos sectores. Pero las señales empiezan a alertar si se recuerda que Boric no mencionó en ningún debate televisivo las violaciones de DDHH realizadas por Carabineros y documentadas por 3 instituciones internacionales y el INDH. Hasta ahora recibió la visita de la víctima de un Carabinero muerto en la Araucanía y de los locatarios afectados durante la revuelta -”pequeños empresarios”, como el dueño de la Fuente Alemana-.

La contracara de lo anterior han sido señales tibias, ausentes o ambiguas hacia precisamente las víctimas de DDHH o el mundo indígena. Recordemos primero que Giorgio Jackson, una vez asumida la victoria del nuevo gobierno, señaló que retirarían las condenas por Ley de Seguridad Interior del Estado. Posteriormente, Boric señaló que había que conversar esta situación con el INDH. Sobre este tema, una cuestión rescatable es que Boric haya pedido al Poder Legislativo “colaborar para la aprobación de la ley de indulto” -con todas las precisiones que ya ha hecho a ella-. Sin embargo, durante las últimas horas, parlamentarios le han pedido mayor claridad a este respecto, como el senador Jorge Pizarro, que le demandó tener un discurso menos ambiguo respecto a este tema.

Algo similar ocurrió cuando Izkia Siches señaló que era necesario conversar con la CAM y con todos los actores involucrados frente al conflicto chileno-mapuche, cuestión que luego Boric replicó, señalando que había que conversar “con quienes estaban por la paz”. Pues bien, podemos preguntar: ¿en qué se diferencia esa agenda de la que se ha venido aplicando hacia el pueblo mapuche durante las últimas décadas? Probablemente no veamos persecuciones, pero sí es evidente la falta de claridades programáticas y la falta de énfasis políticos hacia este actor, excluido por décadas por nuestra política institucional.

Tal como señala un reciente reportaje de Interferencia («Millaleo y Meza-Lopehandía: los nombres que dan luces sobre la dirección de Boric respecto del Pueblo Mapuche», Interferencia) el programa de Boric es poco ambicioso respecto a la cuestión indígena, desde conceptos como la plurinacionalidad, pero sin claridad respecto al rol del Estado en esta cuestión. Y acá no podemos aceptar excusas del tono “tendremos una fuerte derecha por el otro bando”, como ha señalado el mismo Carlos Ruiz durante los últimos días («Carlos Ruiz y futuro gobierno de Boric: “Hay que ser muy cuidadoso de elegir qué batallas se van a dar”). Ello, porque el programa se redactó hace bastante tiempo, mucho antes de conocer cómo serían las pugnas de poder en el Congreso y el Senado. Frente a cuestiones como la restitución de tierras, el abandono -aunque fuere progresivo- de las forestales y el cambio en el modelo de desarrollo, el programa no se pronuncia, tal como ha señalado Nicolás Rojas, doctor en sociología y Director del Centro Vives de la Universidad Alberto Hurtado. Una señal positiva en ese sentido puede ser el nombramiento de Matías Meza-Lopehandia, cercano a José Aylwin y el Observatorio Ciudadano y con un discurso cercano a la reivindicación territorial de los pueblos indígenas.

Pero aún existen muchas dudas. En el mismo reportaje de Interferencia, entrevistados de la CAM y de comunidades mapuche señalan la nula cercanía de Boric y la inexistencia de un viaje por parte de este y su equipo a la zona. En síntesis, durante los días actuales vemos mucha ambigüedad e indefiniciones ideológicas, todas revestidas del discurso del “diálogo”. Y un intenso foco en los rasgos personales del Presidente, cuestión compleja desde el punto de vista político. Sobre este punto, discrepamos con Carlos Ruiz en torno a que ello sea una especie de “puente entre sociedad y política”. Las señales erráticas y la marcada agenda de congraciamiento a la derecha demandan mucha cautela, visión crítica y prudencia en el análisis. Al mismo tiempo, es complejo hacer política meramente desde condiciones carismáticas. Pues hay que reconocerlo: la gente va a ver a Boric, pero es decisión de este y de su bloque el indefinirse. Y acá la tesis de Ruiz y del Frente Amplio, de “ampliar los espacios de diálogo y alianzas”, misma estrategia del Podemos español, corre el riesgo de mímesis con las fuerzas tradicionales y conservadoras.

La última cuestión que llama la atención es aquella sobre el anuncio de un “gobierno ecológico”. Podríamos preguntar ¿qué ecologismo? Y con razón, pues la jefa de prensa de Boric trabajó en Minera Dominga. Al mismo tiempo, la cuestión del litio ha sido tocada con bastantes reservas por el equipo presidencial hasta ahora. Quepa decir sobre esto: una empresa estatal de litio no resuelve los problemas del modelo de minería del agua y de industria del litio chileno. Para ello se requiere una estrategia decidida de expropiación, nacionalización y posterior industrialización de las propiedades de SQM y Albemarle aún vigentes. Y atender a los derechos de los pueblos indígenas colindantes a los salares, resguardando su ecosistema. En fin, necesitamos una política más ambiciosa. Bolivia ya lo hizo con mucha más pobreza que la nuestra y con una ultraderecha quizás mucho más violenta y cavernaria (recordemos a Camacho en Santa Cruz).

Para finalizar, quisiéramos señalar la urgencia de revisar la situación de las víctimas de la revuelta y la violencia de Carabineros sin ambivalencias y dando claridades a las familias. No hay espacio para medias tintas ni gatopardismos, con más de 20 asesinados, más de 400 mutilados y una población de jóvenes que desde medidas cautelares truchas y persecusión política, empieza a cumplir su tercer año tras las rejas. Al mismo tiempo, los luchadores sociales y políticos, sobre todo indígenas, requieren también un cambio estructural y tonos claros. Ya no podemos seguir diciéndole al mundo mapuche: “en este gobierno no, pero en 10 años más, quizás sí”.

Hay que desterrar del concepto de “diálogo” todas las implicancias semánticas “laguistas”: de falta de ambición en las transformaciones estructurales y temor reverencial al empresariado. El acomodo gatopardista no es un camino único.

Camilo Godoy Pichón, sociólogo, estudiante de Magíster en Relaciones Internacionales.

 


 

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Comentarios (1)

  • Guille

    Para el próximo ascenso de masas -éste ya lo cerraron los progres aliados con el pinochetismo- es esencial que los trabajadores de base recuerden, hagan memoria y no olviden. Lautaro Guanca, Miguel Silva, Felipe Portales y similares laboran políticamente para el campo patronal y lo demostraron haciendo campanha por Boric. Una política clasista sensata hará necesarias delimitaciones tajantes respecto de este tipo de «viejos políticos millenials influencers».

    Ni olvido, ni perdón político.

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