
Francia Ingobernable: Las razones de una revuelta
Por Miguel Fauré Polloni
#DeFrente
Hace más de una década que París no veía arder sus calles de tal manera. Esta vez quienes lideran las movilizaciones son parte de un difuso movimiento denominado «chalecos amarillos», sin identidad política clara y sólo una voluntad: cuestionar a las elites políticas francesas. ¿Quiénes son y qué pretenden?
Pequeños comerciantes y productores, agricultores, camioneros y artesanos son parte de este ente “social nebuloso” (Le Monde). “Este movimiento no se parece a nada de lo conocido hasta ahora y marca un giro en la vida política social francesa”, señala Le Nouvel Observateur, a la par que algunos analistas establecen analogías con el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) italiano. Este último terminó derivando a la extrema derecha.
El detonante fue el incremento en el precio de los combustibles, específicamente del gasoil, el cual pasará a costar tanto como la gasolina común el año próximo. Es decir, tocaron el bolsillo y allí la reacción fue inmediata: ya van tres sábados de protestas masivas en más de 20 ciudades francesas, a la par que hoy el mandatario se encuentra de visita en Argentina debido al G20.
Las consignas enarboladas por los chalecos amarillos poseen ese tinte que por Europa reúne en el mismo bando a la ultraderecha y la ultraizquierda: la polarización entre las elites gobernantes y el pueblo común, laburante, que paga los costes de las decisiones de la clase política. Son los chalecos de quienes «manejan» el país en automóvil, camión o tractor. Se obvia que esta medida era parte de un paquete de acciones de «transición ecológica» para evitar el uso de combustibles fósiles. Es por ello que Macron les denominó «las primeras víctimas de la crisis del medio ambiente”.
Son trabajadores que ven afectados sus intereses merced a una medida que, consideran, es parte de una «maquillaje» ecológico proveniente de las clases pudientes y cuyo costo paga el que despierta con el sol. Existe entonces un estallido germinal que si bien aún no posee claros trazos ideológicos, sí dibujó un enemigo: la clase política que «no le trabaja un peso a nadie».
Por lo pronto, ya van más de un centenar de personas heridas y más de 400 detenciones. Emmanuel Macron ha señalado que no decretará «estado de emergencia» y ordenó a su primer ministro, Édouard Philippe, encontrar una solución rápida, a la par que el ministro de Interior, Christophe Castaner, tiene órdenes estrictas de reforzar la presencia policial para futuras movilizaciones.