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Emilia Schneider: «El feminismo interpela a los movimientos sociales a volver a los cuestionamientos estructurales»

Por Nicolás Valenzuela 

#De Frente

 

Revista De Frente conversó con Emilia Schneider, estudiante y vocera de la toma de la Facultad de Derecho en la Universidad de Chile de 21 años, también vocera de la Coordinadora 8 de Marzo y militante de Izquierda Autónoma. Hablamos sobre el presente y futuro de las luchas feministas acontecidas estos últimos meses en las universidades a lo largo del país y en general sobre los desafíos y el horizonte de superación del patriarcado capitalista.

 

 

-Probablemente las luchas feministas no vayan a parar con los paros y tomas que han ocurrido por todo el país. Sin embargo ¿Cuál sería para ti una buena conclusión de esta etapa de la lucha feminista?

 

Como yo lo veo, un desenlace positivo de esta primera movilización sería no reducir el proceso a un problema de “políticas de género”. Hay que tener un horizonte un poco más allá. Claro, el conflicto inicial es la violencia de género y eso es lo que genera el malestar en las compañeras y compañeros. Pero en este nivel, cuando ya la movilización ha prendido de tal manera y ha convocado como lo ha hecho, a nivel nacional, hay que saber darle una conducción política al movimiento feminista que no sea procesable y que te permita ganar en esta pasada, plantear «aquí hay un problema de clase, pero también que “existe una cuestión de financiamiento institucional y de reproducción de la violencia de género en la propia institución universitaria”.

 

A su vez es importante que se instale una lucha frontal a los temas de violencia. Por eso nosotras planteamos la necesidad de fortalecer los procedimientos, de manera que ya no queden al arbitrio de las autoridades locales que tienen evidentes conflictos de interés. Otra demanda que se ha posicionado mucho – por lo menos en esta facultad – es la formación y capacitación triestamental a toda la comunidad. Ahí yo veo dos cosas que en esta pasada te permiten decir “ganamos”, y también, al mismo tiempo decir “aquí hay algo que se está proyectando para largo”.

 

 

-El movimiento estudiantil se ha preocupado principalmente de la gratuidad, que es una posición sobre la igualdad de oportunidades de acceso al mercado de la educación, ya que la gratuidad es un voucher. Nosotros creemos que urge avanzar hacia una pregunta sustantiva sobre la igualdad: ¿igualdad para qué?, ¿para reproducir el patriarcado? ¿para perpetuar el neoliberalismo en la educación y la sociedad? ¿Qué opinión tienes al respecto?

 

Estoy muy de acuerdo con que a la izquierda y al movimiento estudiantil le ha faltado radicalidad. Creo que una idea radical es apuntar a cómo la educación funciona como un aparato ideológico y que por lo tanto reproduce sujetos y sujetas, produciendo violencia desde ambas partes: desde la subordinación ideológica y desde la perpetración de la violencia de género. Eso no está desvinculado a la discusión sobre el financiamiento de las universidades. Creo que esa es una idea que el movimiento estudiantil tiene que saber hacer propia. Por ejemplo, la demanda por gratuidad la procesaron totalmente en clave de becas, pero cuando hablas que necesitas implementar este tipo de políticas de capacitación, de remirar la malla académica, de formación a la comunidad, eso necesita dinero y está directamente relacionado con la desigualdad que existe entre las Facultades…Porque lógicamente las facultades que hoy cuentan con menor financiamiento están en peores condiciones hoy para hacerse cargo del acompañamiento necesario, y en general, no están en las mejores condiciones para abordar la violencia de género de forma integral, más allá del mero protocolo…Yo por eso digo que el protocolo es una salida más bien neoliberal, porque al concentrarte en eso no vas a cuestionar estructuralmente nada.

 

Pero cuando miras la totalidad, yo me posiciono desde ahí, desde una teoría que relaciona el capitalismo y el patriarcado como un sistema de dominación bien entrelazado, yo creo que ahí sí puedes dar ese salto y decir «esto si se queda en la Universidad de Chile va a ser otro conflicto de la elite, pero ¿qué pasa con el resto de las universidades del país?» En la alianza de clase que tiene el movimiento estudiantil veo la relación entre financiamiento y esta perspectiva feminista, y eso se debe potenciar para dar un salto más estructural.

 

Yo también siento que hay que salir del mero «punitivismo» en esta movilización. Usualmente hemos salido en una de nuestras movilizaciones pidiendo que «le cortaran la cabeza a tal». O sea, nosotros también queremos que destituyan a algunos profesores, respaldamos las pretensiones de las víctimas. Hemos sido capaces de dar el salto político y decir que «esto nos pasa a todas, en todas las facultades». Por eso entendemos que va más allá de nosotras, del caso particular… ahí abre un campo – que aún no hemos aprovechado del todo – un campo de disputa importante sobre el cual hay que actuar con seriedad. Es por ello por lo que hay que pasar del punitivismo al proceso político de cambio institucional interviniendo en la raíz de la producción en los espacios educacionales, y también hacia la sociedad. Que esto no pase solo al interior de la universidad, sino entendiendo que tu produces…la importancia de la educación como aparato ideológico.

 

 

-¿Cómo interpela la lucha feminista al campo unitario que no necesariamente tiene que sentirse parte activa de la lucha feminista, como, por ejemplo, los trabajadores sindicalizados, no sindicalizados, que tienen problemas de ese carácter, pero no se están movilizando en ese sentido?

 

La lucha feminista no está en un lugar en particular, está en todo el campo subalterno. Todo el campo subalterno debe hacerle preguntas a la institucionalidad. Yo creo que el feminismo interpela a los movimientos sociales a volver a los cuestionamientos estructurales. Lo que fue el 8 de marzo este año fue súper importante… haber logrado ese nivel de articulación política. Significa que donde sea que hayan estado las feministas insertas organizándose, estaban interrogando al mismo movimiento social con la institucionalidad y el Estado. Aún no hay una respuesta total sobre eso, pero sí hay un esbozo. El movimiento social en Chile y en el mundo había retrocedido en su politización. La huelga en España estuvo fuerte y fue algo que estuvo dormido mucho tiempo.

 

 

-¿No será momento de aprovechar el movimiento feminista universitario para ampliar el carácter social de esta movilización y empezar a convocar, por ejemplo, a asambleas territoriales en contra la violencia machista?

 

El feminismo desplegado en el campo de lo subalterno hoy está demostrando que es posible organizarse en torno a cuestiones estructurales. Yo creo que para allá vamos, pero no hemos llegado a eso. Por eso creo que es crucial el nivel al que llega esta movilización, para servir también de interpelación al resto del campo subalterno. Ahí nos jugamos mucho de eso, pero no hay que acelerar los tiempos de cuando articularse. Por ejemplo, al principio de la movilización se habló de inmediato de esta coordinación a nivel metropolitano en todo el campo subalterno. El problema es que la articulación no puede ser en torno a términos meramente identitarios, sino que debe ser en términos políticos, entonces debe haber algo político que poner ahí desde todos los sectores y en común, para que no haya ningún sector que se configure como el sector dirigente.

 

 

-A propósito de la violencia machista y los casos de acoso sexual ¿cuál es la relación entre el movimiento feminismo, con lo justo, con hacer justicia, con una justicia que hoy en día no vemos en la institucionalidad?

 

Aún no hay un cuestionamiento respecto al concepto mismo de justicia. Por eso ese primer desacato apela a algo muy crudo, y de ahí su masividad. Es algo que nos interpela a todas y por eso ha intentado tener un potencial de articular distintas experiencias de lucha. Ahí está la clave. El problema ahora es salir de ese primer momento de rabia que te lleva a organizarte como primariamente y a exigir justicia.

 

-¿No crees que entre más masivo sea el movimiento feminista en su carácter social sea más amplio y más justo será?

 

Pero yo creo que ahí está el riesgo…a la densidad política que le das a este momento de movilización. Yo creo que es bien importante eso, aprovechar esos momentos de estallido para construir organización donde no la hay, pero también en esas experiencias no perder el norte de que eso tiene que ser bien denso políticamente o al menos, siempre apostando a politizarlo en serio y avanzando en experiencias de articulación. Yo creo que después de esta movilización va a haber espacio para la articulación, cuando esto esté menos álgido…incluso este mismo año. Los tiempos sociales están muy rápido.

 

 

-¿Cuál crees que es el rol de los compañeros en esta irrupción? ¿cómo colectivamente nos hacemos cargo de eso?

 

Yo creo que está por verse porque no puedes fraccionar tampoco. Yo creo que tienes que encontrarle un rol a los cabros que les permita entender también que la conducción política la llevan las compañeras. Tampoco puede ser que esto de alguna manera se separe del campo subalterno en el que está inserto, porque también tienes que generar reorganización en todo esto. Para entender el feminismo como herramienta política y no como una identidad para organizarse, es importante encontrarle un rol a los compañeros que aún no está claro. Ello es la clave para no fraccionar las fuerzas de la organización, cuya articulación debe necesariamente ser política y no identitaria. Porque también hablar de un homogéneo-mujer (incluso separándolo de los trans, porque tampoco creo que haya que homogeneizar, pues son subjetividades distintas, aunque la articulación es real) es súper ilusorio, pues hay una interseccionalidad con la clase, con la raza. Si la articulación es solo identitaria, nos vamos a fraccionar. De ahí la urgencia para el movimiento feminista de respetar los distintos espacios de organización y las distintas subjetividades que ahí habitan… pero la organización, la articulación, tiene que ser conjunta, como feudos no vamos a superar al capitalismo patriarcal.

 

 

-¿Y que deberían cuestionarse los compañeros en esa instancia, para que no sea «una sobada de lomo”? ¿qué le exigirías?

 

Los compañeros deben cuestionarse cómo el desarrollo del feminismo nos ha hecho una doble carga de militancia, a las mujeres militantes, a identidades sexuales o incluso fuera de la militancia, una exigencia de estar en el conflicto principal y en el conflicto feminista. Ahí hay una delegación de pega que es «ahora para esto, porque esto necesario y estamos todos de acuerdo, pero esta es tu lucha». Nosotras no estamos para ser un departamento de mujeres o colas… Yo creo que eso es lo que tienen que cuestionarse, que esta movilización no es solo para transformar cosas que les gustan a las cabras, sino esto es una transformación estructural.

 

 

 

Imagen extraída de Twitter Emilia Schneider



Comunicador Social para Revista De Frente. Sociólogo e Investigador. Diplomado en Intervención Comunitaria por la Universidad de Chile. Abogado en formación por la Universidad Alberto Hurtado.

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