
El socialismo en la Unidad Popular (II Parte)
Por Miguel Silva
A continuación les compartimos la segunda parte de este interesante artículo de nuestro columnista Miguel Silva, sobre el socialismo y la Unidad Popular.
Primera Parte: http://revistadefrente.cl/el-socialismo-de-la-unidad-popular/
¿El socialismo desde abajo o desde arriba?
Algunos del movimiento de la UP pensaban que le correspondía al parlamento controlar las FFAA y a los altos mandos de la justicia y de la burocracia estatal. Otros pensaban que no deberían controlar esos sectores del Estado sino respetar su independencia. Y otros más, querían controlar esos sectores del estado pero entendían que no podían hacer tal cosa porque, en el intento, iban a perder el acuerdo parlamentario y la UP quedaría sin poder legislativo.
Pero muy pocos en el gobierno pensaban que la obra del control sobre esos sectores estatales debería caer en las manos de las organizaciones de base en procesos de lucha. No podían imaginar cómo las organizaciones de base podían comenzar a disolver esos sectores del Estado.
Es decir, no entró en las mentes de casi nadie en el gobierno, que las JAP podían tomar control directo de la distribución, que tribunas populares en las comunas podían controlar la justicia, que comités de trabajadores podían controlar el proceso productivo independiente de la burocracia del gobierno.
En fin, sería el proceso parlamentario, para lograr que el Estado dejase de ser representante de la clase burguesa el que debía usar las leyes vigentes, debía evitar conflictos con las clases medias y actuar dentro del marco de las instituciones.
Y en la práctica, para obtener la conformidad de los otros partidos parlamentarios para asumir la Presidencia ante el Congreso Pleno, Allende aceptó un “Estatuto de Garantías Constitucionales”, es decir un compromiso que su gobierno respetaría el Estado y sus estructuras y dejaría intactos esos instrumentos que los capitalistas había desarrollado para defender sus intereses: el sistema educativo, la Iglesia, los medios de comunicaciones y las fuerzas armadas.
Por ende, aquellas actividades, luchas u organizaciones que provocaran conflictos con las clases medias, que pudieran romper el marco de las instituciones o que actuaran fuera de las leyes vigentes, iban a ser catalogadas como “problemáticas” o algo similar.
Era paradójico que el gobierno pudiera ganar los votos en el parlamento en la medida en que mostrara claramente su capacidad de controlar las actividades de sus bases. Y es precisamente ese tema el que define el tipo de “socialismo” que sostenía el gobierno de la UP.
La UP y el PS
Sin embargo, el PS, uno de los partidos centrales de la UP tenía una política, por lo menos en el papel, radicalmente distinta a la estrategia de su gobierno.
En su Congreso de 1967, decidió lo siguiente…
«El Partido Socialista, una organización marxista-leninista, plantea la toma del poder como objetivo estratégico a cumplir por esta generación, para instaurar un estado Revolucionario que libere a Chile de la dependencia y del retraso económico y cultural e inicie la construcción del socialismo…la violencia revolucionaria es inevitable y legítima. Resulta necesariamente del carácter represivo y armado del estado de clases. Constituye la única vía que conduce a la toma del poder político y económico y a su ulterior defensa y fortalecimiento. Sólo destruyendo el aparato burocrático y militar del estado burgués puede consolidarse la revolución socialista.»
¿Cómo se explica que una política formalmente radical del programa de la UP, apoyada por un partido formalmente muy radical, era puesta en práctica por un gobierno que se ha comprometido a seguir las reglas del juego del sistema parlamentario “burguesa”?
La respuesta a esta contradicción entre lo radical del programa, y lo poco radical de la política parlamentaria, es que tanto Salvador Allende como otros dirigentes socialistas y comunistas ya habían pasado décadas en ese ambiente y creían, creían de verdad, que era posible hacer cambios profundos dentro del sistema institucional vigente. Iban a hacer uso de leyes de la República Socialista de 1932 y seguían el ejemplo de gobiernos como el de Pedro Aguirre Cerda del Frente Popular de 1938. Y, mal de mal, creían que los capitalistas iban a respetar esas leyes y ejemplos.
¡Tanto se equivocaron!
Los mil días de la UP… un resumen
A principios de 1970, se nominó a Salvador Allende como candidato presidencial. Los comités de la UP llegaban a 15 mil, con un promedio de 9 participantes cada uno, todos dedicados a la organización de la campaña de elecciones. Tras una ardua campaña, en septiembre la UP logró el 36.2% de los votos, dejando algo atrás a Jorge Alessandri con 34.9% y a Radomiro Tomic con un 27.8%.
Año 1971
En este periodo umentaron los sueldos, la economía creció, se avanzaba en la creación del Área Social con la nacionalización de empresas del sector moderno, se nacionalizó la gran minería del cobre y se crearon dos formas de participación en el Área Social de la economía. La primera, la Asamblea General de Trabajadores, que elegía representantes a un Consejo Administrativo de la empresa y revisaba su trabajo. La segunda forma eran las Asambleas de Unidades de Producción, las cuales formaban comités de producción y se consideraban órganos consultivos para el jefe de producción.
Los trabajadores de las empresas del Área social tomaron «control» a través de representantes en los órganos de participación y en el gobierno. Participación bajo el acuerdo que la producción debería seguir sin mayores cambios y los trabajadores se harían responsables de la calidad y eficiencia de la producción.
Sin embargo, en muchos casos, la toma de control de la empresa por parte del Estado, aunque se dirigiera burocráticamente, resultó traumática. Ya no estaba el patrón para dirigir a los mandos medios ni a sus guardias de seguridad. El sistema vertical de mando ya no funcionaba como antes, pero ahora sí era posible organizar abiertamente a los sindicatos dentro de la empresa y ese simple hecho cambió el sentido de la «participación».
Es importante notar que se integraron solamente unos 50 mil trabajadores al área social y a su esquema de participación. Mientras tanto, los trabajadores de las empresas privadas quedan en la misma situación que antes, sin ningún poder de decisión sobre la empresa aunque se crearon los Comités de Vigilancia para controlar el sabotaje y el mercado negro. Pero sí podían mejorar sus sueldos y formar sindicatos democráticos y activos.
El día 29 de julio, Pedro Vuskovic anunció la formación de las JAP (Juntas de Abastecimiento y Control de Precios), en una reunión de mujeres simpatizantes de la UP, realizada en el Estadio Chile. Cada JAP tenía cinco representantes: dos de las Juntas de Vecinos, uno de los centros de madres, uno de los pequeños comerciantes y uno de los clubes deportivos u otras asociaciones. Quedaban bajo el control de la Dirección de Industria y Comercio – Dirinco. Sus tareas eran las de revisar los precios, facilitar el abastecimiento, educar al consumidor y ganar al pequeño comerciante para el lado del Gobierno. En enero de 1973 existían 2.195 JAP; 1000 de ellas en Santiago, distribuidas en 34 comunas.
Año 1972
La CUT logró agrupar a 800 mil de un total de 3 millones de asalariados. De un promedio de 1000 conflictos laborales suscitados en el período 1967-69, este número fue aumentando a 1819 en 1970, 2709 en el ’71 y 1763 en solamente el primer semestre de 1972.
Cabe hacer notar que el promedio en el número de trabajadores participantes en cada conflicto disminuyó. Esto porque al sumarse en los conflictos empresas de menor tamaño, la cifra promedio bajó. O sea, el movimiento crecía e incorporaba también a trabajadores que laboraban en plantas pequeñas.
Sin embargo, el gobierno estaba preocupado. Durante los cinco primeros meses del año 1972, el índice de precios al consumidor registró un aumento de alrededor del 25%. El promedio de repunte salarial en los sindicatos que negociaron sus pliegos en el mismo período, sin embargo, fue del 40%.
Así, para el sector público, mientras la política oficial propuso un reajuste de remuneraciones de 22% a principio de 1972, el promedio de reajustes efectivamente otorgado resultó de 47,7% al concluir el primer semestre de ese año. Sólo el 26% de los trabajadores del sector público recibió reajustes similares a los propuestos inicialmente por el gobierno.
Por otro lado, el Área Social no podía controlar la economía ya que, si tomamos por ejemplo el sector industrial, representaba allí apenas el 22% de la producción total. En el sector de distribución, las empresas mayoristas estatales distribuían sólo el 30% de la producción industrial, mientras el Área Privada se encargaba del 70% restante.
O sea, los trabajadores seguían mejorando sus condiciones de vida, pero el Área Social no era capaz de controlar la economía. El gobierno organizó un gran debate en Lo Curro en el mes de mayo, sobre el camino que deben tomar frente a esa situación.
Así las cosas se enfrentaron dos puntos de vista claramente distintos sobre el tema de ¿cómo avanzar en el proyecto de reformas? Por un lado, los más radicales proponían más participación activa de los trabajadores en los cambios y por otro lado los más conservadores insistían en un proceso controlado de cambios, con disciplina y aumentos en la productividad. La línea conservadora de ese «proceso controlado y gradual» del ala Allendista del PS y del PC ganó el debate. Todo indicaba un intento por «calmar las aguas».
De hecho, el Gobierno había decidido aumentar los precios bajo su control con el propósito de “reducir el desequilibrio entre oferta y demanda globales”. Se pensó que al aumentar los precios, inicialmente se aceleraría la inflación, pero más tarde se lograría una mayor estabilidad con menor nivel de desabastecimiento. Necesitaba una disciplina férrea sobre sus bases para implementar este cambio en la economía. Fue a partir de ese momento que la organización «independiente» del trabajador se transformó en un tema conflictivo y fundamental.
Bueno, las elecciones de la CUT en los meses abril-julio pusieron a prueba la confianza que sentían los diferentes sectores de la clase trabajadora en esos partidos y en «su gobierno». La votación resultó sorprendente para la UP ya que la DC obtuvo tantos votos como el PS y un poco menos que el PC.
Por el otro lado, había un crecimiento en las ganas de formar organizaciones de base “propias” y más independientes del aparato burocrático del gobierno. Protestas contra la falta movilización, un cabildo abierto municipal y varios conflictos en el sector de Cerrillos-Maipú culminaron en la agrupación de los trabajadores de unas treinta industrias. En una asamblea, se acordó llevar a cabo una toma de los caminos de acceso a la comuna, como una manera de presionar al Gobierno para la solución de los diversos conflictos y, principalmente, por el paso al área de propiedad social de tres de las empresas. Así comenzó a aglutinarse el primer “cordón industrial”.
Luego, en julio se organizó en Concepción una “Asamblea del Pueblo”, o sea, un foro en pro del poder popular. Esta asamblea fue denunciado por Salvador Allende como “ultra”, tomando en cuenta la fragilidad de la economía. De hecho, en la economía se consumió lo que quedaba del stock disponible de la producción en agosto, ocupándose además la capacidad adicional en reserva. Y como consecuencia, se aumentaron las importaciones y se disparó la inflación. El gobierno soltó su control sobre los precios con el propósito de controlar la presión ejercida por los aumentos en sueldos y salarios sobre las empresas.
La crisis económica de agosto, combinada con el control ejercido todavía por el Gobierno sobre los precios en algunas industrias, más la falta de repuestos, provocó una confrontación en el mes de octubre. Los capitalistas se organizaron para un ataque al gobierno en octubre. Con el apoyo de EE.UU., los dueños de camiones fueron a paro y lograron, paso a paso, obtener el apoyo de la mayoría de las organizaciones patronales y de la «clase media».
Sin embargo, los trabajadores se tomaron numerosas empresas, debilitando así la posición de los patrones dentro de sus propias fábricas y aumentando las coordinaciones de trabajadores. Nacieron los cordones industriales de Vicuña Mackenna y Estación Central en Santiago y de Hualpencillo en Concepción.
Con el propósito de ayudar en su “independencia” y de controlar sectores más conflictivos de la economía, como la distribución, se integraron miembros de las FF.AA. al gobierno.
Mientras se organizaba su nuevo gobierno “cívico-militar”, la UP terminó su programa de reforma agraria, dejando un 33% de la producción agrícola en el Área Reformada, ocupando un 20% de la fuerza laboral agrícola y el 50% de la tierra irrigada. Se calculaba que existían en el agro, 2300 predios legalmente expropiados, pero 1,200 seguían aún en manos de sus antiguos propietarios. O sea, si bien la expropiación fue una respuesta a los problemas del campo, no fue la solución de dichos problemas porque la mitad de los predios reformados quedaron en las mismas manos.
Año 1973
En un intento de negociar con los patrones, el nuevo gobierno” propuso la devolución de la mayoría de las empresas tomadas durante el paro de Octubre. Los cordones se opusieron a la devolución y como reacción contra el burocratismo, nacen más coordinaciones base.
Por otro lado, el plan del gobierno por un sistema de distribución bajo el mando del ministro General Bachelet, (pero eliminando la distribución “popular”) provocó la ira del sector privado de la distribución.
Se acercaron las elecciones municipales de marzo y el Partido Comunista seguía proponiendo la consolidación de la primera “etapa” del proyecto UP. Sin embargo, durante la campaña para las elecciones se hablaba mucho de la nueva sociedad y poco sobre las medidas para efectuarla. Mucho del socialismo y poco de devoluciones. En ese sentido, las elecciones fueron un voto por el «socialismo y punto», en vez de un voto por un proceso largo y gradual de convergencia.
El resultado fue que la UP obtuvo el día 4 de marzo más votos que lo esperado: 43,4% (1.589 mil) contra 54,5% (1.964 mil) obtenido por la derecha en su conjunto. Existe por un par de meses una fe en el gobierno, una calma. Por su parte, un sector importante de las fuerzas armadas comienza a planificar un golpe.
La calma fue interrumpida por la toma de Constitución y la huelga de los mineros en El Teniente.
En Constitución, durante dos días enteros, desde el lunes 11 de abril a las 14 horas, hasta el miércoles a las 14.30 horas, Constitución careció de Gobierno legalmente constituido y fueron los pobladores y obreros del MIR y del PS quienes dieron órdenes, tomaron resoluciones y mandaron en todo el sentido de la palabra.
Por su parte, una palanca muy importante en los planes de la derecha para derrotar al gobierno, fue la organización de los sectores de la clase trabajadora que no aceptaban el control de sueldos propuesto por el Gobierno. Desde esta perspectiva, miraban con entusiasmo el conflicto entre los mineros de El Teniente y el gobierno sobre el control exigido sobre sus sueldos. Los mineros, acompañados por numerosos militantes DC y PN, marchaban hacia Santiago.
Los cordones se tomaron el centro de Santiago, el día 15 de junio y enfrentaron a la derecha que venía acompañando la marcha de los mineros. El día 19 de junio, cinco mil campesinos se movilizaron en Maipú, con el fin de tomarse 39 fundos en nombre del Consejo Comunal de Campesinos.
Y el día 21 de junio, la CUT organizó una huelga nacional y marcha contra la derecha. Caminando desde los barrios más distantes de Santiago, más de un millón de trabajadores desfilaron, llenando las calles con sus banderas y consignas de lucha y de victoria y demostrando su apoyo al Gobierno, pero al mismo tiempo, exigiendo al Presidente «mano dura contra los momios y los fascistas».
Una semana después de la marcha de la CUT, se desarrolló una crítica situación entre la derecha y los movimientos tanto dentro como fuera de la UP, todas ellas en plena movilización.
El regimiento blindado bajo el mando del Coronel Souper y con la ayuda de Patria y Libertad se lanzó en un golpe. Golpe que ya sabemos era un ensayo organizado por los sectores dentro de las FFAA que estaban planificando, de verdad, un golpe. Querían saber cómo iban a reaccionar los sectores más radicales del pueblo y cuántos eran.
La acción fue neutralizada por fuerzas «leales» al gobierno dirigidas por el General Prats. Este fue un nuevo acontecimiento que contribuyó a alimentar el mito de la «imparcialidad y profesionalismo» de las fuerzas armadas del Estado. Pero, en paralelo, se provocó una movilización masiva de la base, aumentó la coordinación de los Cordones y se integró un número importante de empresas del Área Social (generalmente controladas por PC) en los Cordones.
Enfrentado por la posibilidad real de una confrontación armada y bajo la fuerte presión por parte del gobierno de “autocontrolarse”, se provocó una desmovilización generalizada de los cordones.
Debemos hablar otra vez más sobre la estrategia del gobierno después del intento de golpe.
Un gobierno con una política del “socialismo desde abajo”, habría pedido más y más organización activa de base, más poder popular, para sacar más poder de las manos delos capitalistas y de su estado.
Pero el gobierno de la UP exigió menos organización activa y más disciplina y así dio más confianza a los capitalistas y a su Estado.
Comienza otro paro patronal y se organiza, esta vez con éxito, el golpe militar…
Sobre la UP y la posibilidad de una revolución y el socialismo en Chile
Luego de describir la economía chilena de los años ’60, los principios y el accionar del gobierno de la UP, ahora nos toca entrar en debate sobre el tipo de socialismo que planteó ese gobierno-movimiento.
Por un lado, querían nacionalizar el sector más moderno de la economía y así hacer uso de las utilidades que anteriormente se enviaban fuera del país. Para cumplir este plan, los trabajadores dentro y fuera del sector nacionalizado tendrían que seguir laborando sin mayores cambios y “ganar la batalla de producción”.
Por el otro lado, el gobierno estaba muy comprometido a trabajar dentro de la legislación actual en su intento de ganar esa batalla.
Algunos nos dicen que, tanto hoy como durante la UP, por un lado tenemos los políticos parlamentarios y al otro, las organizaciones base. Es decir, por un lado “el problema” y por el otro “la respuesta”.
Pero de hecho no es tan así, porque las mismas organizaciones base tienen que decidir “hacia dónde vamos”, y “para qué”. Y de verdad, las organizaciones de base pueden tomar tal o cual camino por muchas y variadas razones, en otras palabras, la base, el poder popular, puede integrar varias políticas distintas.
¿Cómo convencer a los millones de personas de base sobre esta política alternativa… un nuevo Estado, la revolución, el socialismo de base?
La respuesta no es fácil y está basada en la construcción de una organización de revolucionarios antes del crecimiento de un gran movimiento que quiere cambiar el futuro. Si ese partido ha trabajado bien y ha instalado la idea del socialismo desde abajo, o sea crear el Estado nuevo y así destruir el estado capitalista, tenemos la posibilidad de ganar los millones a nuestro lado.
Sin esa obra, son pocas las posibilidades de minimizar el impacto de los reformistas y reaccionarios dentro de la clase trabajadora y ganar a esos millones.
Por supuesto, la gente tiene que aprender por sus propias actividades ¿Pero cómo entienden ellos mismos esas actividades?… Es a través de ideas nuevas o antiguas.
Queda claro que durante los mil días de la UP, nacieron organizaciones de control de base. Organizaciones tales como las JAP que intentaron el control de la distribución de bienes de consumo, organizaciones como los Comandos comunales que intentaron controlar las poblaciones y organizaciones tales como los Cordones industriales, que intentaron controlar comunas con altas concentraciones de lugares de trabajo.
Pero queda también claro que esas organizaciones florecieron en algunas comunas y no en otras. Es decir, no eran organizaciones nacionales. Tampoco se sentían capaces de controlar todo el país ni pensaban que les correspondía esa obra.
Es decir, pensaban y sentían como organizaciones locales, que les correspondía una cancha de acción, pero pensaban o sentían que el gobierno, como gobierno nacional, tenía su cancha propia. Las organizaciones del poder popular no se proponían formar su propio gobierno para controlar el país.
Lo que quiero decir es que, sin ideas lanzadas e implantadas antes de un gran movimiento, no se podía generalizar un accionar revolucionario. Sin una teoría revolucionaria, un movimiento de base no se encargará de tomar el lugar –es decir “destruir” el Estado capitalista actual.
Es preciso construir esa organización que integre esas ideas como principios centrales. Vale la pena repetir que sin esa organización, pocas posibilidades hay de construir el socialismo desde abajo en Chile.
¿Cómo instalar esa teoría? Como respuesta, podemos hacernos algunas preguntas bien directas…
¿Cómo controlar WALMART que tiene una red logística nacional?… Los trabajadores de esa empresa necesitan una organización nacional, no local, para controlarlo a nivel nacional.
Igual es el caso de TURBUS. ¿Cómo controlarla? O Chilectra, o la pesquera de los Angelini, o el JUMBO, o Aguas Andinas.
Para controlar esas organizaciones, necesitamos control nacional. Ahora bien, el gobierno es nacional, entonces ¿un gobierno “popular” podría ejercer el control?
La respuesta, creo, es SI y NO. El control corresponde a movimientos de base organizados a nivel nacional, pero con la ayuda del gobierno.
Es decir, de verdad el gobierno tiene que ser una extensión de las organizaciones base. Y su poder descansa en el poder mancomunado de las bases.