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«El partido de la gente se queda sin gente» por Andrés Sáenz

Por Andres Sáenz 

Los partidos no son una excentricidad chilena en el ejercicio de la política, antecedentes de estos pueden rastrearse con algo de imaginación hasta la mismísima republica Romana, y en la actualidad, en todos o casi todos los sistemas donde el poder es disputado. Pero, aunque este tipo de organización sea desde la simple lógica y análisis empírico la más común de las organizaciones políticas, distan mucho de ser homogéneas o parecerse entre sí aun cuando pertenezcan al mismo ecosistema, en algunos casos incluso, llegando a romper la tradición de su entorno y aunque el cambio no es necesariamente algo malo, tampoco es garantía de virtud. Ejemplo de esto es el Partido de la Gente.

La manera como se organiza este partido no es un secreto para nadie, nucleados en torno al liderazgo del caudillo Franco Parisi con una militancia virtual en el mejor de los casos, surgida o potenciada en medio de la mayor crisis política vivida desde el golpe de estado del 73, donde en ese “río revuelto”, con un discurso difuso, lleno de lugares comunes (libertad, crecimiento, seguridad, orden. Como si alguien pudiese estar en contra de esos conceptos rectores) hizo carne la agrupación, facilitada por la inscripción digital de militantes y los streaming de programas conducidos por un candidato que no ha pisado Chile hace cinco años.

Lo ocurrido con la bancada del PDG luego de la elección de la presidencia de la cámara de diputados no es más que expresión de lo anterior, un partido político, con sus ya conocidos defectos, también es una agrupación humana que comparte un proyecto, pero cuando ese proyecto se resume solo en frases sueltas y estrategias gananciales, tarde o temprano, posiblemente más temprano, deviene en su propia auto fagocitación, la «Lista del Pueblo» fue un buen ejemplo de eso, los slogans, por muy bien redactados que estén, no constituyen relato político y cuando eso ocurre, los reales intereses, se mantienen subterráneos, incluso entre sus propios militantes.

El peligro de esta forma de enfrentarse al fenómeno de «lo Político», entonces, ya no es la organización de las colectividades sino la degradación de la política misma, pese a lo criticable de esta acción humana que intenta administrar el poder, sigue siendo la mejor forma de resolver los conflictos sociales que tenemos disponibles hoy, todas las otras asoman toxicas en una inestable sociedad.

Lo aparente implosión denunciada  y comentada por distintos medios era esperable,  el discurso populista de los Bad Boys donde las formas clásicas era despreciadas por estas Innovadoras maneras como la de ser el primer partido digital se ha vuelto contra ellos mismos, entre los Sherif y virtuales, pareciera que la vieja pero útil estrategia de “ponerse de acuerdo” está haciendo agua.

Alguna vez alguien me dijo, no sin mediar bastante ironía, que “si alguien no estaba haciendo su política, hacia la de alguien más, y la pregunta entonces cae de obvia:

¿Si el Partido de la Gente no esta haciendo su Política porque no la tienen, a quien si se la está haciendo?

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