
El club que convirtió los insultos racistas que recibe en su propia fortaleza
«Alma de África» está conformado por jugadores de 12 nacionalidades diferentes. Nacieron en Jerez, España, a partir de un grupo de migrantes africanos que se reunía a compartir miserias, apañarse y evadir la dura realidad jugando un picadito de fútbol. Poco a poco se fueron dando cuenta que podrían encontrar allí una forma de sobrellevar la difícil condición de ser migrantes en la Europa actual.
Consultaron a la Federación española cuál era el límite máximo de extranjeros que podían inscribir. La respuesta fue simple: todos los que quieran. Todo era alegría entonces: ninguno de ellos era español. Fue así como se organizaron y sin vergüenza pidieron ayuda a clubes ya consolidados. El Villarreal les facilitó indumentaria para entrenar y el Arandina, de la Segunda B, les aporta con los implementos que no utilicen.
«Creíamos que todos los equipos eran mejores que nosotros pero, al final con las ganas y la lucha que pusimos, conseguimos subir a una Liga superior», le señaló a Marca uno de sus fundadores. Hoy están en Tercera.
Hace pocas semanas fueron noticia al salir ataviados con camisetas que, en vez de sus nombres, registraban los insultos más comunes que han recibido desde que comenzaron a competir: mono, negro, esclavo, indio, gitano, sudaca, inmigrante, sin papeles. De esta manera denunciaban el racismo que sufren, pero sin lamentos, tornándolo parte de su identidad y fortaleza. «la mayor alegría es que estemos todos», señalan. Porque aún se sientes sobrevivientes.
Fotografías: Paco Martín, MARCA
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