
El bar de Putin: La receta rusa para evitar o tratar cualquier resaca
Son míticos los relatos sobre las técnicas que empleaban los agentes secretos rusos de la KGB para evitar la embriaguez o enfrentar la resaca. Algunos son simples fantasías, como la pastilla RU-21, que les permitía mantenerse de pie y lúcidos pese a tragar litros de alcohol. Yuri Kobaladze, un veterano del oficio, esto no son más que rumores. “Estas píldoras no existen”, dice en la página web Russian7. “No las he visto nunca en mi vida”.
Lo que sí funciona: un mamut siberiano antes de beber
«Forrar el estómago» con aceite o mantequilla previo a la juerga sí fue una técnica empleada por los rusos. La carne de ternero adquirió fama de «colchón» ante la futura ingesta de vodka, según el medio Russian Beyond.
Otra técnica es ingerir 100 ml de vodka una hora antes de comenzar a beber más. Tiene lógica en la medida que el alcohol, una vez que se absorbe, tiene que sintetizar los compuestos químicos que preparan al cuerpo para ingerir más botellas.
Otras formas más folklóricas eran tomar tabletas de carbón activado, por su poder absorbente (no verificado científicamente). Y una más accesible: ingerir un huevo crudo antes de la juerga, pero el riesgo de salmonela lo torna inviable.
Los agentes rusos que habitaban en Londres tenían una receta mágica: ostras combinadas con un cocktail compuesto de aceite de girasol, dos cucharadas de zumo de tomate, una cucharadita de coñac y un poco de yema de huevo.
Los funcionarios rusos que estaban en China encontraron otra fórmula rusa para evitar la caña: mezclar alcohol con té verde. Sabemos de sus propiedades antioxidantes, pero… ¿para la resaca? La clave está en la hidratación «paralela»: un corto de vodka, una taza de té, genial equilibrio.
Sopa y ducha
“Lo que al ruso por la noche le hace bien, por la mañana le hace mal”, señala un refrán tradicional de la tierra de Lenin. Se toman con humor las penurias del buen beber. Similia similibus curantur, «lo similar cura lo similar», decía Paracelso en el siglo XVI. De ahí la idea de muchos rusos de que con cerveza o vodka, la caña se va.
Pero lo que más ha trascendido es la sopa y la ducha como remedios infalibles. Los rusos probaron bebiendo la salmuera de los pepinillos o de la col agria. Asqueroso, pero infalible, según ellos. Fue el jash, una sopa popular armenia hecha del hervor de pezuñas de vaca por más de seis horas, la que convenció a los rusos de los beneficios de un buen caldo. Eso, junto a una ducha caliente con golpes de agua fría al terminar: despierta a la fuerza.