
EDITORIAL/ Al fascismo se le combate
El ataque de ayer a las manifestantes en la marcha en favor del aborto no es un hecho aislado ni menor. Es la punta del iceberg de un neofascismo pinochetista larvado durante varias décadas que hoy se torna visible gracias a las redes sociales. Los neofascistas son pocos, pero crecen, su discurso apunta a los grupos populares, con fórmulas xenófobas, machistas e intolerantes. Y hacen gala de total impunidad cuando dan a conocer su ideología.
Más allá de que los autores de las puñaladas sean o no integrantes del Movimiento Social Patriota, lo que debe llamarnos a la alerta es la mera existencia de estas organizaciones. Una ultraderecha neofascista que levanta estandartes criminales, elogia a los violadores de los DDHH y a los íconos de hecatombes; convive con una derecha que se supone liberal, que se presenta como respetuosa del juego democrático y –ahora aún más- toma el discurso de la lucha feminista. ¿Piñera adhiere a esta versión autoritaria? ¿Quién es la verdadera cara de la centroderecha chilena, él o José Antonio Kast?
Es el momento de llamar a las cosas por su nombre: quienes apuñalaron a las manifestantes son grupos pinochetistas y neofascistas que ejercen el terrorismo, el cual se entiende como una forma violenta de lucha política, mediante la cual se persigue crear un clima de terror e inseguridad susceptible de intimidar a los adversarios o a la población en general. Los adversarios de estos grupos de ultraderecha son evidentemente los movimientos feministas y de aborto libre que están propagando importantes transformaciones de las anquilosadas estructuras sociales y mentales de la sociedad chilena.
Pero esta acción terrorista no es ficticia, no es como aquella que andan buscando en el sur del país con blindados, ni el montaje del caso bombas que persiguió paranoicamente el nefasto ex fiscal Peña. Hemos visto que la derecha neofascista no trepida en hacer llamados explícitos a la violencia, para teñir de sangre las calles.
Pero todo esto tiene sus causas que obran como contexto de lo que ayer ha sucedido. Cuando Kast se deja fotografiar con integrantes de organizaciones neofascistas, entiende muy bien de qué se trata este juego. Los neofascistas buscaban un referente como él, que gracias a un buen número de votos está dispuesto a serlo. Kast asume este hecho como ganancia pura, ya que capitaliza un sentir tradicional y autoritario que antes se identificó con el pinochetismo-portaliano y que quedó “huérfano” cuando la derecha decidió acercarse al progresismo para derrotar a la Concertación. Ese liberalismo que grupos como el MSP critican cuando se abordan los llamados temas valóricos, y que el propio líder de Acción Republicana no duda en salir a desmarcarse, para proponer un conservadurismo agresivo y brutal.
Sí, el pinochetismo está desatado y hoy, como ayer, sus acciones criminales buscan paralizar e infundir terror en la población. Pero hagan lo que hagan la lucha social avanza sin miedo, ya que es el mundo ultraconservador, lleno de intolerancia y odio, el que se desmorona.