
“Mar para Bolivia”, la distracción geopolítica del agua
Por Simón Carvajal B.
Estudiante de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UAH.
«No se aprecia el valor del agua hasta que se seca el pozo.» Proverbio inglés
La preocupación por los territorios del norte siempre ha estado en la boca de quienes, haciendo uso del instrumentalismo histórico, despiertan las pasiones nacionalistas ante conflictos añejados en sal y cobre contra nuestros vecinos, donde -gracias a los intereses ingleses y burgueses de aquella época- hoy Chile tiene un futuro estable gracias a la explotación mineral y ahora, las energías renovables solares por el extenso desierto.
El costo fue dejar al país vecino del Bajo Perú (llamado Bolivia en honor al libertador de América) sin el acceso histórico hacia el mar, lo que -en sus palabras- ha mermado el desarrollo de su país. Justo o no justo aquel conflicto, hemos sido responsables –en parte- de esta situación que año tras año aparece en la agenda política, utilizado por las habilidades comunicacionales de La Paz o Santiago de Chile hacia el mundo.
En estos tiempos modernos, donde vemos que el capitalismo exacerbado arrasa con los recursos finitos de nuestro planeta por la ganancia individual inmediata, es a mi modo de ver, el menor de nuestros problemas geopolíticos en la región.
Nuestro ejército, el garante de la seguridad externa y desfalcador (por medio de su elite) de las arcas del Estado, estratégicamente está preparado para lo que se conoce como el Hito Vecinal 3 (HV3) donde según por su fuerza, entrenamiento, comunicaciones y líneas logísticas puede contener y contrarrestar (también contra atacar) a una coalición de tres países vecinos en cuatro frentes diferentes (aire, mar, desierto y cordillera) que invadan al mismo tiempo.
¿Pero es factible que esto suceda? A pesar de la instrumentalización que ciertos políticos de cada país (incluyendo el nuestro) para desviar la atención interna o subir en las encuestas con este tema en determinados periodos de tiempo, no es plausible, y de ocurrir (sin descartar un sin número de factores no previstos), es un conflicto corto, de menos de un año.
Sin embargo, un peligro real y acorde a los nuevos tiempos humanos y de nuestro planeta, es hacia las potencias tales como Rusia, China, algunos países de la Unión Europea como Alemania, Francia y España y, por sobre todo, Estados Unidos. El modus operandi es un clásico, ofertas comerciales hacia la clase dominante regente que traerían beneficios no solo a ellos sino al país entero, la exportación de nuestros recursos finitos a cambio de bienes y servicios. ¿Qué recurso puede aportar Chile que fije la mirada ambiciosa de las potencias que no esté explotando del todo y/o exportando hoy? El agua, recurso que será más importante que el petrolero.
Chile es rico en recursos hídricos pero privatizados (único país del mundo) por el artículo número 19 de la constitución de 1980, fraguada en la dictadura de Pinochet. También reclama soberanía de una pequeña parte de la Antártica que comparte con Argentina por nuestra cercanía a aquel continente y que, lamentablemente, gracias a una maniobra militar de Inglaterra a través de Las Malvinas, como también a las habilidades diplomáticas norteamericanas, ambos también reclaman soberanía de partes de está a pesar de no tener territorios legítimos cercanos. Una maniobra política que se ha mantenido cocinando a fuego lento por décadas a través de la ONU, tapada por contextos bélicos “humanitarios” del globo occidental.
La escasez de este recurso que se da por hecho, produce actualmente sequías que afectan al sector agrícola exportador y minero (en Chile, ellos tienen el derecho a su explotación perpetua), pero por sobre todo en el consumo humano en distintas partes del globo, donde países hoy poseen crisis reales de este valioso recurso. Un ejemplo al día de hoy es la Ciudad del Cabo en Sudáfrica y, sin ir más lejos, en la localidad de Petorca (5ta región) en nuestro país. Estos casos se pronostica que no serán los únicos en el mundo.
La táctica clásica es la comercial, que promete mejoras a largo plazo en inversión. Pero debemos aprender de la historia, que el ceder acuerdos comerciales con estas potencias (como ya se está realizando en Chile) es lograr que la primera bota militar sea puesta en nuestros cuerpos. Pues, ante el primer atisbo de que los intereses económicos de una de las determinadas potencias a través de empresas privadas sea afectado por el gobierno de turno, sobrarán los casus bellis[1] apoyados por algún vecino cercano, el coup d’etat[2] o las maniobras políticas de guerra “no convencional”, como la guerra económica y/o mediática de la oposición política interna o simplemente la invasión directa a través de un porta aviones escoltado, que asegure el cielo y mar del territorio en disputa, para luego propiciar la ocupación, todo en menos de 24 horas hasta máximo un mes de conflicto desigual.
Basta un porta avión inglés escoltado con submarinos y otros barcos de apoyo, cercano a uno de nuestros puertos principales, para tempranamente anularnos. O el despliegue militar norteamericano en menos de una hora de un contingente preparado, apoyado por cazas de combate y bombarderos tácticos para asediar y destruir militarmente puntos estratégicos de nuestro Estado Mayor conjunto, gracias a las decenas de bases desplegadas a través de Latinoamérica (sobre todo en Colombia). La amenaza nuclear es descartada ya que afectaría el recurso en disputa como también la opinión internacional frente a otros Estados liberales.
Ejemplos de lo expresado sobran en la histórica latinoamericana. Eduardo Galeano lo expresaba bien en Las Venas Abiertas de América Latina (1971) donde históricamente y en distintos contextos, nuestro pueblo y tierra han sido sistemáticamente violados por el beneficio del capital, por lo que si me preguntan, ¿Es realmente importante la disputa territorial de unos cuantos kilómetros con el Perú o una salida al mar para Bolivia? ¿Nos afectaría de sobremanera nuestro status quo comercial o en nuestra vida como país? No.
Sería más importante superar el HV3, afinar las alianzas con los países exportadores de recursos al viejo mundo, al mundo asiático y a la águila calva del norte como también, prepararnos para este escenario. Primero políticamente, a través del cuidado de nuestro más preciado recurso, y luego bélicamente para defenderlo. Pero, por sobre todo, la desprivatización del recurso por las empresas privadas, pues en aquello radica –en parte- nuestra sobrevivencia y autonomía, ya que es mejor estar preparados y que nunca pase, a que pase y no estar preparados para una situación más verosímil que un conflicto con los países vecinos.
Cuidemos nuestros recursos hídricos, debemos detener y retroceder la privatización de esto y abramos nuestra cooperación entre países hermanos por el futuro. Defendamos el agua y no fronteras impuestas hace siglos por los colonizadores en nombre del libre mercado.
[1] Del latín, causas “legitimas” para hacer la Guerra.
[2] Del francés, Golpe de Estado.