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DISCOS/ Calamaro, «Cargar la suerte»: El retorno del hijo pródigo

Por Miguel Fauré Polloni

#ROCK_DeFrente

 

«¿Qué Argentina me voy a encontrar, no lo sé»

 

 

Calamaro vive dentro de una canción. Es uno de los pocos rockeros actuales que conserva la sana costumbre de reflejarse en su creación de forma honesta. Brutalmente honesta. Sus discos siempre son la huella de lo que está viviendo. O sufriendo. Desde la intro al bonus track, es él quien hace acto de presencia.

 

Cargar la suerte corona 40 años de carrera. Siendo imposible que supere al clásico  Alta Suciedad de 1997, esta nueva producción buen homenaje le rinde. La atmósfera del disco es similar a aquella con la que despidió el siglo pasado. Nostalgia de aquellas cosas que necesariamente deberán partir o aquella peor, la de lo que nunca jamás sucedió.

 

Es el disco del retorno a la matriz. Un avión que lo trae de vuelta a Baires. «Tengo planes musicales/ para los cuarteles invernales / y me voy echando de menos / las pequeñas grandes cosas / a los vecinos buenos» (Cuarteles de invierno). Es un anuncio explícito, tanto como el dolor de dejar Madrid atrás. Para qué esconderlo. Seis de las doce canciones del disco evocan melancolías insalvables.

 

Y es que Andrelo ya no es el mismo. Quiere sentir los pies sobre la tierra y recuperar las simples costumbres. «A la mañana temprano me acompaña el mate amargo, si no hay mate yo no arranco» (Diego Armando Canciones). Bajo perfil, Y la pena limpia. Transparente.

 

El amor le quema siempre. «Por inercia voy viviendo (…) He vivido, pero no aprendí a la fuerza a olvidarte aunque no estés conmigo». My ranchera no tiene nada de festivo, es una joya del universo calamariano: «Quizás sea por la forma en que te fuiste / sin un beso ni un abrazo / mejor hubiera sido despedirte/ de mí con un balazo». Esa densa cerveza fría del desamor que quizás Honestidad Brutal (1999) llevó a su punto cúlmine.

 

My mafia es un homenaje a la amistad y a la gratitud de quienes ahora le ven tomar ruta al sur del sur. Verdades afiladas, el primer single, evoca al Salmón rodriguiano que la clava al ángulo como si no costara trabajo. Las rimas es el poeta de la zurda, el de la lengua popular hecho carne. Con la prosa y con el verso, sigue siendo un 10 zurdo de finta soberbia.

 

«Voy a volver donde nací / Porque vivir, puedo vivir / adonde estoy, pero me voy / Voy a volver (…) Necesidad, pertenecer / es un lugar sin dirección / hay que poder, hay que saber / hay que querer conseguir / por qué vivir». Fin del disco. Alta honestidad. Si no tuviésemos un Calamaro tendríamos que inventarlo. Es Diego Armando (nuestras mejores) canciones.

 

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