
Despachos de la campaña presidencial en Brasil
Por Jorge Pavez O.
#DeFrente
Este fin de semana en Brasil empezó con una triste noticia y terminó con una peor, según el tiempo histórico en que uno lo mira. El STF (Tribunal Electoral) confirmó lo que se suponía, que no dejarían a Luiz Ignacio “Lula” da Silva, ser candidato a la presidencia desde la cárcel. Su ausencia de la papeleta deja en la pole position de las encuestas (20% de aprobación) al capitán retirado del ejército, el fascista, machista y racista, Jair Bolsonaro, un Trump pobre brasileño.
Con el fin de semana se entró entonces en la línea recta de la campaña, por el inicio de las franjas electorales televisivas donde cada candidato tiene un tiempo de trasmisión determinado por el tamaño del partido que lo presenta. El favorito Bolsonaro tiene pocos segundos, por lo pequeño de su partido; el PT de Lula y el PSDB (“social-democracia” que es una derecha abiertamente neoliberal, la de Fernando Enrique Cardoso, del actual presidente Temer , del ex candidato Aecio Neves hoy en juicio por corrupción, y el actual candidato Geraldo Alckmin) tienen varios minutos. Marina Silva, hoy segunda en las encuestas (con alrededor del 15%) aunque eternamente en tercer lugar de las elecciones, tampoco tiene gran tiempo de televisión. Los “Horarios Electorais” (ver la primera franja aquí) resultan muy importantes para la incertidumbre que genera esta elección, sin un claro favorito y con una cabeza de serie que sería el descalabro del país, o su total toma de control por parte de los Estados Unidos.
La terrible noticia del fin de semana es el incendio del Museo Nacional de Río de Janeiro, monumento que guardaba la colección mas importante de objetos de la historia del Brasil (20 millones de piezas), desde los de su familia imperial (que construyó el palacio hoy quemado) hasta los de la historia de los pueblos de América, Africa y Asia, como los restos de Lucía el cuerpo humano mas antiguo encontrado en el continente, o las momias quechuas y egipcias (la colección egipcia más grande de Sudamérica) que descansaban en el trópico. También restos de dinosaurios, megafaunas, millares de mariposas… Es como si en Santiago se quemaran al mismo tiempo y para siempre el Museo Histórico Nacional, el Museo de Historia Natural, y el Museo Precolombino…
Si bien ya estaba más que estudiada la historia imperial o la civilización egipcia que recordaban esas colecciones, todavía faltaba por escribirse sobre la historia indígena que esas inscripciones de la humanidad americana ayudaban a reconstruir. Esa perspectiva, la de proveer más conocimiento histórico de la América Indígena desde su cultura material, parece cerrarse para siempre en el Brasil. Por eso, el incendio del Museo Nacional podría ser una triste metáfora de lo que sería el futuro del país con el triunfo de Bolsonaro o los corruptos del PSDB.
Aunque el incendio es hoy mismo una “metáfora muerta”, una catacresis donde la destrucción del patrimonio histórico es literalmente criminal: hace meses que las autoridades del Museo pedían recursos para disponer un corta-fuego, reparar la red eléctrica y otras cosas básicas que advertían el riesgo de incendio. Pero el Estado de Río bajo el gobierno de Temer, no solo se ha vuelto una cueva de ladrones y asesinos fascistas, un modelo de militarización del conflicto social y de reproducción segregada de la desigualdad, sino también la imagen misma de la creación destructiva del neoliberalismo, que deja instituciones públicas descalabrarse para que luego el gran capital se apropie de las ruinas a precio de huevo y les saque rendimiento de mercado las actividades antes públicas: las universidades de los Estados, los programas de ciencia y tecnología, los riquísimos y abundantes recursos naturales del país. Por eso esa Ley genial adoptada por Temer desde el año pasado: 20 años de congelamiento del presupuesto a la educación pública. Por eso se quemó el Museo Nacional, donde ni siquiera hubo red de agua para atacar tempranamente el incendio.
En el plano de la campaña electoral, el PT no contribuye mucho al realismo tampoco. Sus militantes están obsecados con la figura del ex presidente preso, viralizan imágenes con las que pretenden realizar una burda metemsicosis transformando a Fernando Haddad en Lula. Haddad pocos lo conocen fuera de Sao Paulo donde fue gobernador, pero además, carga con el triste rol de ser “el indicado por Lula”, papel ya ensayado alguna vez por Dilma Roussef (y sabemos como le fue cuando los poderes fácticos brasileros se pusieron pesados contra ella). El PT apuesta a una teoría cuasi mágica del carisma personal: que este se trasmite a otra persona por indicación o contacto, y de esa manera se multiplican los votos. El PT también delira con las masas que apoyan a Lula en la calle. La definición de masa es siempre relativa, pero en la calle o fuera de la cárcel son a lo más unas miles de personas, lo que en un país de casi 200 millones de habitantes, no se siente como una masa realmente masiva, entonces más que masa de apoyo se trataría de redes de apoyo, rizomas y también aparatos, en todo el Brasil pero con mas certeza en el norte y nordeste del país continente. En su fanatismo delirante, el PT se crea expectativas enormes del proceso: que con “el indicado por Lula” ganarán las presidenciales, y que luego harán una Asamblea Constituyente e indultaran a Lula. Uno podría hacerse rico el 7 de octubre, día de la elección, apostando con ellos, contra ellos.
Otras cosas subterráneas, y por eso interesantes, están pasando en la campaña, donde la Unión federativa de la República del Brasil también se eligen diputados estaduales, diputados federales y senadores. El fin de semana se lanzaron candidaturas de la Frentona, el proyecto de Frente Amplio que los chilenos han inspirado a los brasileros; el proyecto del 2017 digo, porque el FA del 2018 ya es otra historia. La Frentona reúne al PSOL y PCB como partidos legalmente constituidos, y a movimientos como el humanista, el de los Sin Techo, el de Brasil Sin Miedo, el Gabinete das Periferias, y otros. El candidato de la Frentona es Guillerme Boulos, líder del Movimiento Sin Techo (MTST), que ocupan edificios y casas abandonadas por la especulación urbana para alojar a las miles de familias y migrantes en situación de calle en las grandes ciudades del Brasil. La Frentona en sus pañales ya se la está jugando por romper cercos con su campaña llamada Dobradona: mas candidatxs negrxs, mujeres y LGTB+, que cualquier otra lista parlamentaria federal y estadual, mas de 50 candidates transgénero… La Dobradona está desarrollando una consulta en línea para definir grandes líneas de su programa, Dice inspirarse en esto en el Programa participativo que construyó el Frente Amplio (www.dobradona.org).
Para los fascistas de Bolsonaro, Boulos es un delincuente que invade la propiedad privada. Pero lo que hacen ellos, según ellos, es patriótico. Están dispuesto a todo, y se mueven por el odio. Atacan manifestaciones por el aborto, atacan a grupos de Petistas que exigen la libertad de Lula, atacan donde sea que se manifieste la diversidad. Andan con poleras con Lula acribillado, y quieren militarizarlo todo (de hecho el vice que va con Bolsonaro también es militar en retiro), especialmente las favelas donde dicen que hay que ir a matar los comunistas que cobran los beneficios del Estado para no trabajar. Son una minoría, pero el candidato logra, como en todos los casos de la derecha neo-fascista, cautivar a gente incauta, aburrida de la corrupción y “los políticos”, que busca un outsider como garantía de renovación, pero que es demasiado conservadora y anti-comunista para apoyar un outsider de izquierda. Gente que se mueve por miedo, odio o cansancio. Gente completamente desinformada (recuérdese que en Brasil, de los 6 canales de TV de acceso abierto, 4 son propiedad de pastores evangélicos conservadores).
Entre los insiders, los de derecha están afilando cuchillos: Alckmin, el hombre del estatus quo y de los empresarios, el de la profundización neoliberales y desmantelamiento del Estado, es el que se beneficiará del mayor tiempo de exposición TV. Y como representante de los negocios, llama a la moderación, a votar sin odio (a lo Bolsonaro) y sin pasión (a lo Lula). Meirelles, el Mr. Wolf de la economía brasilera, y antiguo nexo de los gobiernos del PT con el empresariado, de presidente del Banco Central ahora quiere dirigir el país completo como un banco. No tiene mucha chance, pero desangra una derecha ya alicaída por el gobierno de Temer y sus aparatos parlamentarios corruptos. Por el medio, Marina Silva, ecologista y evangélica conservadora que salió hace tiempo del PT y nunca supera su techo del 20%. Y finalmente, un candidato con posibilidades, con el cual el PT se negó a negociar y que sin embargo podría ser el mejor control de daños: Ciro Gomes, el popular ex gobernador del Ceará, con excelente labia y discurso anti-neoliberal, que puede tratar a Temer de payaso y ladrón en TV, y prometer un fortalecimiento de lo público. Pero hay sospechas fundadas que podría terminar negociando con los empresario, y cuando sea necesario aumentar la represión para defender su modelo de desarrollismo extremo. Baste ver que su vice presidenta, la senadora Katia Abreu, es de la bancada ruralista, famoso y poderoso grupo parlamentario que defiende intereses de latifundistas y mega empresarios de agro negocios que diaramente violan los derechos de campesinos pobres, peones, e indígenas. Finalmente, Gomes habla bonito y como de izquierda, pero podría seguir reproduciendo el modelo privatizador. Una incógnita que seduce los realistas, porque está despuntando sobre el grupo, con un casi 10% en las encuestas.
En la Frentona, tienen claro que no ganarán la elección pero que marcarán precedente. Además tienen claro que en este momento táctico, además de la campaña de TV (única que llega a un país inmenso de 26 estados), será decisiva la guerra de las redes sociales, y los nuevos soldados informáticos llamados “boots”. El fascista Bolsonaro por ejemplo, que tiene muy poco margen para crecer en TV, multiplicará su ya numeroso ejército robots para intervenir en Facebook, Instagram, Whasap, Youtube, con sus comentarios facistas, sus agresiones a la diferencia, y su adoración de lo que llama “O Mito”: el mito Bolsonaro. La elección del 2014 ya dio muestras del peso que están tomando en Brasil las estrategias de automatización del activismo electoral. De hecho, se recuerda que para la segunda vuelta presidencial que enfrentó a Dilma (PT) y Aecio (PSDB) en 2014, el PT confiado en que tenía ganada la elección, bajó todos sus robots en redes sociales, lo que debilitó mucho la segunda vuelta de Dilma, y tuvo que pelear voto a voto el día de la elección, ganando por un estrecho margen (51,6%). Si en esa época, donde todo parecía más claro, la batalla fue dura, este año se sale de todo lo predecible en la política. Y como dice el dicho popular, a río revuelto….