
Del Buen Vivir y la pública felicidad
Por Camilo Álvarez, desde Uruguay
Hace un tiempo, cuando conformamos el Frente en Movimiento, nos pusimos dos mochilas en la espalda para caminar.
Siempre que se define la intemperie, el riesgo es alto y el desafío enorme. Por eso, la necesidad de aferrarse a ideas, identidades y propuestas se torna imprescindible.
No es poca cosa, ni sencilla tirarse a armar una organización política desde el pie. Y si bien, nuestra pretensión siempre fue clara, aportar para hacer confluir y permitirnos el encuentro con otros; la necesidad de construirnos nos permitió crear un sentido de organización.
Esas dos mochilas fueron la oreja y el buen vivir.
La oreja como elemento constitutivo de la democracia, porque hablar es una necesidad pero escuchar es un arte. Nos propusimos la oreja, porque entendemos que así se debe construir la política. Escuchando, para saber. Escuchando sobre todo para preguntar, porque queremos reivindicar una política de la pregunta. Una política que no se posicione desde las respuestas sino desde las preguntas que aún faltan, que no están hechas.
Así, salimos con orejas de polifón por los barrios, bajo el titular de “metiendo oreja”, como forma de presentarnos y de construir.
La otra mochila, fue el Buen Vivir.
El Buen Vivir como propuesta política y el buen vivir como propuesta de vida. En un intento de rescatar una propuesta civilizatoria que viene desde lejos. Desde la lejanía en tiempo de los pueblos originarios de América latina, pero también (y sobre todo) de la lejanía cultural, que como sociedad decidimos tener con una parte de América Latina, con la parte indígena, mestiza. Nuestra preferencia de mirarnos siempre en el espejo de Europa, nos invalidó ver lo que teníamos más cerca.
Para nosotros el Buen Vivir es una forma más de llamar a la Pública Felicidad que tanto insistió José Artigas. No por ser iguales en contenido, sino por el intento de completar ese espacio vacío que queda en las mediciones de desarrollo, donde se parte de un mentiroso e imaginario crecimiento permanente y lineal, que refleja el tener por sobre el ser.
Buen Vivir, tomado del pasado y presente de pueblo originarios, llevado a la constitución en Ecuador y en Bolivia (vivir bien), nos empujan en la idea de construir una sociedad donde la vida pueda ser el centro de las preocupaciones y ocupaciones. Donde la medición entre hombres y mujeres esté presente a la hora de que todo/as contemos con lo indispensable para desarrollarnos en nuestra vida.
No es posible sostener nuestra dignidad como sociedad, cuando miles aún andan caminando descalzos, con rostros de niños y mujeres por los territorios de pobreza. No hay razonamiento que pueda avalar esta desigualdad que está contenida en nuestra civilización. Donde todo debe ser depredado, incluso la humanidad, con tal de acrecentar algún arca.
Para nosotros el Buen Vivir es también la pública felicidad. Son, si acaso, las tareas truncas que dejaron los gigantes que nos precedieron.
Fuente: http://www.republica.com.uy/del-buen-vivir-y-la-publica-felicidad/