
«De una Constitución en papel a cambios reales en nuestras vidas» por Miguel Silva
Miguel Silva
Hace poco, un compa, Pablo Abufom, publicó estas líneas en su Facebook…
«Si hacemos bien las cosas, si logramos construir una nueva fuerza política a partir de una alianza constituyente de movimientos sociales y políticos populares, si trabajamos por construir la mayoría gigantesca del Apruebo, si tenemos éxito en eso, quizá lograremos asumir el desafío de llevar a sus últimas consecuencias esta nueva Constitución, dar todas las batallas que sean necesarias para abrir un nuevo periodo de la historia de Chile.»
¡Bien dicho!
Primero que nada, creo que casi todos y todas estamos de acuerdo que una alta votación para el Apruebo sería un éxito y quizás el comienzo de una nueva serie de luchas por los cambios.
Pero quizás sería el comienzo de un nuevo período en que la mayoría esperara que la buena voluntad de Gabriel Bóric se convirtiera en acciones y cambios grandes.
En todo caso, es probable que la política después del 4 septiembre va a integrar la lucha por un nuevo futuro con los problemas que enfrentamos hoy— es decir la inflación, los precios altos, la economía y los sueldos estancados. Nosotros, y el Gobierno, vamos a enfrentar a la vez el capitalismo en crisis y también la implementación de la Constitución nueva.
Una Constitución de papel.
Los principios, cláusulas y sentimientos de una nueva Constitución, se van a convertir en la base de un nuevo país a través de las leyes, pero nuestro lado no tiene una mayoría en el Congreso, donde se promulgan esas leyes.
Un gobierno radical, muy decidido, podría enfrentar esa situación llamando a las acciones populares fuera del Congreso, para arrinconar a la oposición. Sin embargo, enfrentado por una economía estancada, por alianzas políticas frágiles y una estrategia de avances «lentos pero seguros», es probable que el gobierno NO va a llamar a las movilizaciones masivas.
Como consecuencia, para alcanzar lo que Pablo describe como «una nueva fuerza política», tenemos que tener cierta independencia del gobierno. Pero es el gobierno el que va a decidir cuáles son los temas de la Constitución que van a pasar primero a legislación. Por lo tanto, una opción es esperar a las decisiones y tácticas que adoptará el gobierno.
Otra opción sería elegir nosotros y nosotras los temas de la Constitución que son más importantes, estudiar los cambios propuestos en la nueva Constitución y discutir y planificar la forma de hacer reales esos cambios, independientes del proceso parlamentario.
Sin embargo, varios de los cambios que queremos dependen de la asignación de recursos por el Estado, por ejemplo, a Fonasa o a Serviu. O dependen de decisiones o legislación estatales, por ejemplo, para poner fin a la contaminación o a la asignación del agua a grandes consumidores industriales.
¿Cómo hacemos los cambios, entonces, sin el apoyo decidido de los y las que controlan los recursos y las decisiones del Estado?
Creo que la respuesta es, aunque no tengamos en nuestras propias manos los recursos del Estado, podemos presionar, podemos exigir, para avanzar con los cambios que debería traer la nueva Constitución.
La nueva Constitución, por ejemplo, estipula que la buena salud es un derecho. Pero nuestra propia experiencia nos dice que hay colas en los consultorios y hospitales, entonces podemos instalarnos afuera y exigir los recursos que faltan. Nosotros y nosotras, con nuestras vecinas, familias, compañeros de trabajo o colegio.
Igual caso con la Vivienda. Si no hay terrenos para la construcción de las nuevas viviendas que necesitamos, entonces podemos instalarnos fuera de los terrenos que conocemos y exigir su uso.
¿Tenemos que esperar una decisión gubermental o judicial para terminar con la contaminación en nuestra comuna o para sacar el agua de las manos de las grandes consumidores agro-industriales?
¿O podemos entrar en acción, instalarnos fuera de las industrias responsables para la contaminación o «robo» del agua y exigir los cambios que describe la Constitución?
En ese sentido, con esas actividades, esas acciones, podemos hacer reales los cambios planteados por los y las Constituyentes.
En este sentido, podemos crear esa «nueva fuerza política» que va a «dar todas las batallas que sean necesarias para abrir un nuevo período de la historia de Chile.»