
«Condiciones de vida, trabajo no remunerado y COVID 19». Por Valentina Álvarez
Por: Valentina Alvarez López
Organizaciones sociales, sindicatos, personas que ocupan micrófonos abiertos de matinales para dar su punto de vista ya lo han dicho: las medidas del gobierno son claramente insuficientes para proteger a trabajadoras y trabajadores cuyos puestos de trabajo no tienen su correlato on line, ni en el lugar de trabajo ni durante los largos trayectos en micros y metros demasiado llenos donde el metro y medio de distancia es una quimera. Menos se ha hablado de las condiciones de vida de una de una buena parte de los sectores populares urbanos que hacen más complejo la puesta en práctica tanto de los protocolos de prevención de la infección como de los cuidados.
El protocolo de ingreso a casa indican que los recién llegados deben sacarse toda la ropa en contacto con el exterior, ponerla en una bolsa llevarla directo a la lavadora, para luego lavarse cara y manos -ojalá bañarse. Desinfectar manillas de las puertas, cada vez que se entra, así como los alimentos y productos llegan a casa. Me pregunto cómo se lleva a cabo en condiciones habitacionales actuales de una buena parte de la población que vive de allegada, donde diferentes núcleos familiares compartan una vivienda, cada uno de los cuales ocupa una habitación ya sea en parte de la casa principal o con habitaciones construidas en los patios de las casas, donde algunas familias han podido instalar sus propias cocinas, pero forma menos común, baños. ¿Qué pasa en viviendas donde varias personas están obligadas a entrar y salir diariamente, cuando es probable que el baño no esté disponible inmediatamente, cuando ‘sacarse la ropa’ se puede volver problemático donde viven varias familias, donde a veces falta o se ha averiado la lavadora, donde a menudo no existe un espacio asoleado para colgar la ropa que hace insostenible este aumento de lavado? ¿Qué pasa cuando la sobreocupación de la vivienda convierte estos protocolos en cuestiones de extrema organización que disturba el funcionamiento cotidiano de los hogares?
La facilidad de la transmisión del virus junto con las medidas de un gobierno que ha privilegiado las ganancias por sobre la vida, no sólo expone a las personas a la fatalidad de ‘matar’ a sus seres queridos más vulnerables por la obligación de salir a trabajar. También intensifica y explota al máximo el trabajo no remunerado en el hogar y donde, al malabarismo que se hace a diario para asegurar la alimentación, se le suma la ansiedad, angustia y miedo de hacer lo más perfectamente posible las limpiezas y desinfecciones sobre las cuales depende, ahora más que nunca, la vida. Prácticas que se vuelven más complejas cuando hay poco espacio, cuando hay niñxs aburridxs y estresados que no tienen donde meterse mientras se seca el piso con cloro. Las posibilidades de ‘fallar’ en la aplicación de estos protocolos, posibilidad siempre presente incluso en viviendas con más comodidades, aumentan exponencialmente cuando las condiciones de espacio, infraestructura y recursos son deficientes, sin contar siquiera el hecho de que para algunas familias, acceder a insumos de limpieza – a los que el retail ha subido convenientemente sus valor- puede significar una baja en la calidad de su alimentación.
Por otro lado, los protocolos de atención de enfermos nos aconsejan que, aún si se sospecha ser portador del corona virus, se presentan síntomas leves y no se es grupo de riesgo no se debe ir al centro de salud para evitar el contagio y aumentar aún más el atochamiento de sistema ya colapsado décadas antes de la llegada de la pandemia. El protocolo indica que, de ser posible, se debe de disponer de una habitación y ojalá baño para la persona enferma, que duerma sola o, se mantenga a más de un metro de distancia de su compañerx de cama. Claramente, estas son condiciones que en el Chile actual están lejos de ser accesibles para una buena parte de la población, que trasciende con creces aquella catalogada como ‘los más pobres’, y que es la realidad de funcionarixs del banco, de la salud, o de una aerolínea. Simplemente, son muchxs las familias que no podrán cuidar a sus enfermos en casa.
Ya sabemos que faltan insumos, que falta personal de salud que irá disminuyendo a lo largo de las semanas debido al contagio. Si bien creo que las políticas de este gobierno han sido criminales, de corazón espero que las camas pagadas a precio de oro en Espacio Riesco y otros hoteles, permitan dar atención adecuada a quienes no podrán atenderse en casa, de lo contrario, familias completas van infectarse y será solo una cuestión de semanas. Ya sabemos de que comunas son lxs primerxs muertxs que hemos contando. “Están exterminando a los pobres”, dijo una señora en las noticias de la mañana hace unos días. Espero se equivoque.