
Comunidad y violencia
Por: Miguel Silva
Bueno, comienzo planteando algunos principios.
Que la revolución es una fiesta de los oprimidos y por su naturaleza integra acciones planificadas y bien pensadas y otras acciones son pura consecuencia de años de esa opresión, son la frustración hecha realidad.
Las explosiones de rabia toman varias formas…, algunas integran grandes cantidades de personas, por ejemplo, la quema de una comisaría y por ende son hechos democráticos. Otras son la obra de algunos pocos, aislados de la gran mayoría, y por ende son hechos vanguardistas. El saqueo de una farmacia, por ejemplo.
Las explosiones de ira también han ocurrido en muchos países. En Haití, en Chile, en gringolandia durante la rebelión de los negros en los años ’60, durante la primavera árabe de 2011. La lista suma y sigue.
Otro principio que debería guiarnos hoy día (y en el futuro que viene) es la naturaleza de la revolución.
¿Quiénes hacen la revolución?
¿Son un grupo auto-convocado que actúa en nombre de los millones del pueblo? ¿O son los millones mismos?
Y si son los millones ¿Cómo llegamos a entender que tenemos la capacidad de mandar en todo un país?
Muchos grupos, partidos, individuos, clases enteras, hablan en nombre de los millones. Por eso, todos, todos, son reformistas. Hablar “en nombre de los millones” ES EL REFORMISMO. ¿Por qué? Porque dejan fuera de la cancha a los millones que tienen que aprender a ejercer su poder.
Desde los guerrilleros hasta la burocracia sindical. Desde la DC y el PS hasta los encapuchados, son todos reformistas, porque dejan fuera de la cancha a los millones.
Debilidad y Fuerza
Algunos dicen que cuando salen y queman un edificio, un banco, una AFP, una farmacia, estamos pegando con fuerza al capital, entonces somos parte del pueblo que despertó.
Yo creo que no es así. Hay trabajadores que laboran en las farmacias (y algunas tienen sindicatos). También hay trabajadores en las oficinas de las AFP (y muchas tienen sindicatos). También hay trabajadores en los bancos (y tienen sindicatos).
Lo que en otros países ha pasado es que trabajadores se han tomado sus lugares de trabajo para dar más fuerza al pueblo que ya despertó, como en Grecia.
Y es cierto que en la realidad, detrás de las marchas millonarias, hay una debilidad de organización de base profunda. Pocos sindicalizados, pocos organizados en sus JJVV. Estamos recién comenzando a despertarnos.
Recuerdo que leí una vez la obra de Rosa Luxemburgo sobre las huelgas masivas, donde describe cómo las grandes movilizaciones avanzan y retroceden como el mar. A veces las movilizaciones explotan, a veces casi desaparecen. Pero también las ganas de marchar se transforman en ganas de organizarse y olas de sindicalización se entremezclan con marchas (y saqueos).
Si me preguntan a mí, los que tienen la valentía de enfrentar a los milicos y los pacos, o quemar edificios, deberían andar creando nuevos activistas para formar las organizaciones base que nos faltan. Pero para meterse en esa obra los activistas tienen que integrarse en las movilizaciones de los demás. En sus Cabildos, en sus Asambleas territoriales, donde viven y donde trabajan.
Asamblea Constituyente
Muchos hablan hoy que la salida pasa por una Asamblea Constituyente. De acuerdo, pero para tener una Asamblea que pueda discutir y tomar decisiones, ésta necesita descansar en miles de organizaciones base. La Asamblea tiene que ser “vocera” de esa base. No vocera “en nombre de” esa base, sino vocera directa, transmisora de esa base.