
Comentario rápido respecto a la situación estadounidense
Por Pablo Parry
A raíz de los eventos que han acontecido en los últimos días en los EEUU, todo pareciera indicar que estaríamos frente a una revuelta social histórica en curso, cuya chispa, si bien tiene lugar en el asesinato de un hombre afroamericano a manos de un policía supremacista, se origina en las enormes fragilidades acumuladas de la sociedad estadounidense.
La velocidad con la que se han desencadenado los hechos habla de un malestar acumulado por muchísimo tiempo de un país consumido por las desigualdades sociales y raciales y con un régimen de gobierno en clara decadencia política, dirigido por un gobernante que, si bien no es quien empezó el declive, claramente lo ha acelerado a una velocidad alarmante, dejando a su propio pueblo a la intemperie de la enfermedad, la pobreza, el desempleo y la miseria, a la par de exponer el carácter autoritario y corporativo del estado norteamericano.
Ciertamente, podríamos escribir toda una columna sobre la naturaleza anti-democrática del sistema político estadounidense y de como la maravillosa «democracia más longeva del mundo» ha cimentado su historia sobre sangre y huesos. Sin embargo, no es el tema particular que nos compete en este momento. Lo que si ha de importarnos es que, en este momento, hay algo que se acaba de quebrar en el seno mismo de la sociedad norteamericana. Y ese algo no es sino el «sueño americano»: Aquel ideal de vida basado en la meritocracia y el esfuerzo personal como forma para ascender socialmente ha quedado completamente en bancarrota con esta crisis, en donde la muerte de George Floyd es, insisto, apenas la chispa de una frustración social y colectiva mucho mayor que el sistema político norteamericano, empeñado en hacer guerras en el exterior, sencillamente no quiso ver.
La coyuntura actual pilla (para variar) a las fuerzas populares y de la izquierda norteamericana en pelotas, como decimos por estos lares. Sin ninguna articulación política mínima, con un nivel de atomización extrema y sin una estrategia y una táctica para ofrecer a las masas, la posibilidad de darle cauce al levantamiento popular en ciernes (el cual, sin ninguna duda, ha demostrado ser, ante todo, una reacción espontánea del pueblo frente a un gobierno inhumano y servil a intereses corporativos) se ve tremendamente lejana. Si a esto le sumamos que uno de sus principales liderazgos (Sanders) se encuentra hoy en una política de abierto colaboracionismo con los sectores más reaccionarios de la clase política norteamericana, el escenario es aún más desalentador. Mientras, el fascismo y su expresión militar se envalentonan para ejercer la violencia reaccionaria contra el pueblo, con el apoyo directo de un presidente que ha azuzado a esos grupos criminales a romper con cualquier principio democrático, mostrando una unidad de bloque histórico sorprendentemente eficiente.
Ciertamente, no hay bolas de cristal para predecir para donde van a ir las cosas en este mundo tan líquido, pero lo que esta claro es que hay un giro autoritario explicito por parte del gobierno de Donald Trump, el cual necesariamente puede llevar a un escenario de suspensión de las elecciones presidenciales o de realización de estas últimas en condiciones extraordinariamente irregulares, hecho que puede empujar al país a una situación de violencia extrema, sino de guerra civil. Creo que no es exagerado pensar en una posibilidad de esa naturaleza, dada la emergencia de milicias armadas de extrema derecha y la facilidad que existe para poder acceder a armas en los EEUU.
Lo que queda claro y que si podemos dar por hecho es que, al menos por ahora, el enemigo esta ganando por paliza la jugada de ajedrez. Y no va tener ningún miramiento en tirar el tablero si ve que sus intereses se encuentran amenazados. En ese sentido, estamos frente a la posibilidad de una brutal derrota histórica. Derrota que puede abrir un ciclo reaccionario del cual no solo padecerá el propio pueblo estadounidense, sino los pueblos de América Latina y el mundo. La constitución de un régimen de facto en medio de una de las principales potencias del mundo es un hecho que amenaza la posibilidad de emancipación de los pueblos oprimidos y de lograr la convivencia pacífica entre las naciones.
Imagen extraída de finance.yahoo.com
roberto
Hubo una vez hace muchos años un movimiento llamado Panteras Negras,era un movimiento armado que con mucha disciplina lograron crear una guerrilla urbana.Pero,siempre hay un pero de por medio,su formación política dejaba mucho que desear y los cuerpos de seguridad,por medio de la oligarquía negra ( también existen oligarcas negros,no crean ) lograron debilitar a dicha organización,de forma criminal por medio de las drogas.Claro eso luego se les salió de las manos y terminaron drogando a la mitad de los yankis,pero como dicen ellos mismos es un daño colateral.La nueva generación no tiene la capacidad de movilización y mucho menos de organización,por lo que creer que una revuelta sin ningún tipo de dirección tendrá algún resultado es como creer en los reyes magos.
Lo que vemos a diario en las noticias son simples demostraciones de resentimiento y frustración,pero ya vendrán todos los pastores de todas las iglesias a poner a sus ovejitas en el carril del orden para seguir haciendo creer a dichas ovejitas que el sueño americano sigue vivo.Seguirán matando negros sin duda ,en un país que tiene internalizado el racismo,eso resulta tan rutinario como tomarse un café.Luego que pase el desorden y las voces blancas ofendidas descarguen su discurso para apagar su enojo,todo volverá a la normalidad,y los pacos seguiran matando negros,seguirán atiborrando éstos las cárceles,pasaran mas años presos que los blancos ,les seguirán pagando salarios de hambre,y quizás alguna generación futura despierte y hagan una revolución armada para conquistar sus plenos derechos.Creerán que Mandela estuvo rezando para tener una sociedad diferente??
anon
Es «intemperie», no «interperie»