
Cantó Gardel
Por Miguel Fauré P.
#Sócrates
Cuando no quedaba más que confiar en la suerte, en los pedidos místicos o la cábala infalible (que siempre falla), aparece el fútbol. Argentina puso la cabeza bajo la llave y asumió que, nada, creer o reventar. Sin lujos, sin gambeta, sin manijas innecesarias o temores de los últimos tres junios. Vivitos, pibes. Cada uno con su overol. Messi laburando en defensa, a patadón para despejar si hacía falta.
A los ’14, Banega le envía un tiro de larga distancia a Lio y éste cumple. Allí comenzaba la resistencia. Un gol no era suficiente, pero al menos se sacaban la presión de encima. Nigeria se mareó en el primer tiempo, a propia torpeza Higuaín pudo convertir en un par de ocasiones.
Al comenzar la segunda etapa, un Mascherano que está con la cabeza en cualquier lado, comete un penal de quinceañero. Los africanos igualan y parecía venirse la noche para los trasandinos. Pero no, la albiceleste acorraló a las Águilas contra su área, sin mucha presión, pero buscando la precisión, el rinconcito libre, un túnel por donde pasara Messi. Cuando ya todo parecía acabar, cantó Gardel. Jugada entre los dos más pataduras: Mercado centrando y Marcos Rojo de primera, faltando un par de minutos para el final.
Se viene Francia, pero es lo de menos. Para los rioplatenses, el Mundial empieza ahora. Desde octavos es otro libro el que se escribe. La pluma y la letra son del 10.
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