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Camilo Brodsky: De política, del FA y de la Revolución

 

Por Nicolás Romero

 

Fue una de esas conversaciones extensas y caóticas que nos gustan. Sabíamos que no era factible estructurar una entrevista formal. Es por ello que, junto con ofrecerla en dos partes, intentamos que cada una tuviese cierta coherencia temática. En esta primera parte, Camilo Brodsky, concejal autonomista por Ñuñoa, nos habla de las transformaciones políticas que ha vivido tanto el país como la izquierda en estas últimas décadas. Es cierto, de pronto el diálogo derivó en debate. Pero era impensable que al interactuar con Brodsky esa cosa no ocurriera.

 

NR: ¿Tú no crees mucho en la construcción de teoría política?

CB: No, no es que no crea. Sólo digo que hay momentos para eso. Hay quienes saben más de una cosa y otros que saben más de otra. Yo sirvo más para hacer, tengo la impresión.

 

NR: ¿Pero lo ves como algo complementario o como algo antagónico?

CB: No, antagónico en ningún momento. O sea, es antagónico o puede llegar a serlo en la medida en que la teoría se convierte en una suplantación de lo que es la construcción real.

 

NR: Cuando te enajena…

CB: Cuando terminas confundiendo la elaboración teórica con un laboratorio. Cuando la realidad no te cabe en el zapato chino en que la quieres meter y la obligas a martillazos, yo ahí no juego. Cuando me hablen del sujeto acá, del sujeto allá, en general mantengo distancia. Está bien, yo estoy completamente de acuerdo en que no hay practica revolucionaria sin teoría revolucionara, pero si la teoría revolucionaria no se traduce en una praxis política, me parece pura dilación y malabarismo retórico.

 

NR: Cuando hablas de praxis política, en términos concretos, ¿a qué dimensiones de la actividad del ser humano te estas refiriendo?

CB: A todas. Te despliegas políticamente en cada uno de tus actos y de tus hechos, en cada uno de los momentos en los que subviertes las relaciones de poder, desde las interpersonales hasta las colectivas. Yo, cada uno de nosotros, sólo puede hablar desde su propio accionar.

 

NR: ¿Qué piensas del Frente Amplio?

CB: Para hablar del FA hay que ver la lectura previa que se hizo, que está a la base de su nacimiento, y que fue aprovechar una fisura existente modelo político para poder producir un quiebre en la hegemonía neoliberal y ayudar a jalonar el inicio de nuevo ciclo histórico.

 

NR: Objetivamente, producir una tercera fuerza.

CB: Exacto. Pero el FA adolece de tantas huevadas

 

NR: ¿Cómo cuáles?

CB: Lo que tiene el FA es una posibilidad. Y ahí uno tiene que ser testarudo, porque si uno le hace caso a la Historia, con la izquierda que acabó teniendo este país, esa posibilidad puede ser desperdiciada. A ratos parece que no hay capacidad real de asumir el desafío histórico del FA. Los actores políticos que lo conforman no lo dimensionan del todo, incluso.  O al menos esa impresión me queda a veces.

 

NR: Pero, ¿cuál es ese desafío histórico?

CB: ¡Hacer la revolución, po huevón! (Risas)

 

NR: ¿Entonces el problema es la construcción del socialismo?

CB: No sé si sea el socialismo. No como uno lo conoció, al menos.

 

NR: Entonces, si no es el socialismo, ¿qué es para ti hacer la revolución?

CB: Lo que pasa es que para mí sí tiene que ver con el socialismo y con la revolución, obviamente. Pero no es ni el socialismo ni la revolución que uno conoció en los libros de teoría de la Editorial Progreso, que eran los que tenía uno, por ejemplo. No es el socialismo que por lo general se construyó en el siglo XX, sobre todo en Europa, esa máquina pesada y gris de la burocracia en que todo terminó. No, en la revolución hay algo que tiene que estar en permanente regeneración, que no se puede estancar. El mundo es una buena medida una mierda así como está, y hay que tratar de que sea mejor, básicamente. Lo decía Recabarren, queremos ser felices. Se trata de eso, de construir las condiciones para que seamos felices. Para que todos tengamos las mismas posibilidades de ser felices.

 

NR: Yo tengo la impresión de que la izquierda en general, en Chile, tiene un cierto miedo de hablar del problema de la transformación social y del socialismo . Y eso es bien expresivo de la derrota  ideológica de la izquierda. Porque toda izquierda revolucionaria debiese tener como una tarea del presente el problema de la construcción de la otra sociedad. Lo que pasa es que eso se va a expresar a distintos niveles dependiendo del nivel de ascenso de la lucha de clases. La estrategia no sólo como los pasos tácticos, sino como el horizonte de transformación.

CB: Es que eso no existe en estos momentos. No sé si hay alguna fuerza del FA que tenga una lectura avanzada del momento, que te permita ver para dónde va y cómo va. Yo creo que los problemas de unidad política, en cada organización y en el FA en general, es que ni siquiera hay una lectura común todavía, y puede que nunca la haya. No creo que el FA tenga que ser un espacio de izquierda. No lo veo necesario. Convertir el FA en un espacio político donde solo confluyen fuerzas de izquierda es matarlo en estos momentos. No creo que el FA tenga que hacerse cargo de la lucha anticapitalista y de la construcción del socialismo. Tienen que haber fuerzas en su interior que sí se hagan cargo de eso, y tienen que tensionar al FA desde esa perspectiva. Pero hoy día no veo organización en el FA que pueda decir que tiene un proyecto identificable, nítido en términos de horizonte estratégico. No es identificable en ese sentido el proyecto RD ni el proyecto autonomista ni el de ND.  Igualdad quizás tiene un proyecto más claro en ese sentido, pero también muy tributario del siglo  XX. Estamos en un proceso de aprendizaje, me parece, no creo que acá haya ni liderazgos maduros ni organizaciones maduras políticamente, en ese sentido, sino que hay acá el inicio de un camino, que nos puede llevar muy lejos si logramos ponernos de acuerdo en lo que estamos construyendo.

 

NR: Pero yo diría que para una fuerza revolucionaria, el único sentido de una alianza amplia es la posibilidad de llegar a conquistar la hegemonía sobre ella.

CB: Si, pero eso es para mí puro estrategismo en estos momentos, cháchara. Porque si te planteas eso hoy día, estás negándote la posibilidad de construir esa hegemonía, precisamente, al negarte la posibilidad de llegar a más capas de la sociedad, a las que no vas a llegar con un discurso radicalizado.

 

NR: Yo ahí tengo una diferencia…

CB: Yo sé que tenemos diferencias. Es básicamente lo que tenemos.

 

NR: Una fuerza política con una orientación y una vocación revolucionaria, tiene que ser capaz de hacer las dos cosas.

CB: Es que el FA no es una organización revolucionaria. Ni veo que deba serlo tampoco.

 

NR: Pero tiene que tener la capacidad de construcción territorial. Es el autonomismo que queremos construir. El que a mí me gustaría que fuera, no el que es.

CB: Yo miro al autonomismo y no es dato. El autonomismo no es una organización revolucionaria tampoco en estos momentos. Las organizaciones son instrumentos. Uno adscribe a la organización que mejor sirve para el cometido que uno cree debe impulsar en determinado momento, que es la posibilidad de construir colectivamente en tal o cual dirección. O sea, en su momento habrá sido el MIR, en otro momento habrán sido el PS o la Jota. Ahí cada uno verá cómo se mueve. Pero no es el FA el que va a hacer la revolución. Que insisto, tampoco es la vieja idea de revolución, creo. Es también un proyecto por definir, un proceso por inventar.

 

NR: Y el FA que queremos, ¿hacia dónde debería orientarse?. No me refiero a la cuestión coyuntural, me refiero al horizonte.

CB: Lo primero es romper la certeza hegemónica que han construido las fuerzas del neoliberalismo-tanto en la vieja Concerta, NM o como le quieran llamar, como en la derecha- de que acá no hay otra forma posible de hacer las cosas. Lo primero es demostrar que sí existe otra forma de hacerlas.  En eso hoy está Valparaíso, por ejemplo, que la señal más clara de que hay otras formas de construir sociedad, de intentarlo. Y en eso no hay una nueva política y una vieja política.

 

NR: ¿Quién invento esa huevada?

CB: Esa huevada la han inventado en gran medida los medios, y cierta tendencia a la cuña fácil de parte nuestra. Es como lo de los proto anarquistas en los ’90, son también constructos de los medios. Lo que es muestra también de la incapacidad que tenemos a veces de generar agenda propia. El desafío del FA es ver cómo asume, creo yo, la posibilidad cierta de constituirse en expresión de un proyecto histórico distinto. De un proyecto histórico y político capaz de romper la hegemonía neoliberal. El cómo se aterriza eso, es otro tema. Arrastramos muchos vicios como izquierda que se traducen en dificultades, porque somos hijos de eso, somos productos culturales, somos productos políticos de eso. Y ahí hay una tarea urgente que enfrentar también.

 

NR: Somos muy individualistas

CB: No solamente. Mira, hay mucho individualismo, es cierto, pero creo que también hay mucha soberbia. Somos una militancia bastante neoliberalizada en ese sentido. Hay muchas tensiones teóricas absolutamente falaces. Hay muchas lecturas totalmente desvinculadas de la realidad. Hay mucha lectura estudiantilizada, académica. Hay mucha gente que aún cree que tiene la verdad, que no cacha que no existe LA verdad, sino que existen muchas formas de operar, leer y construir realidad. Esa huevada hay que ponerla en tensión. Cuando uno cree que está inventando la pólvora, cuando uno piensa que el mundo empezó con las peleas que uno dio y desconoce las peleas que se dieron antes, desconoce por lo mismo las peleas que se van a dar después, porque no tiene capacidad de proyectar políticamente su propia práctica. Conviertes tu forma de entender la política en una forma perenne, trascendente.  La política no es trascendente, la política es siempre contextual.  Siempre depende de las condiciones objetivas en que se desenvuelve uno. Y al mismo tiempo, depende de las condiciones mismas que se han generado a partir de tu accionar y del accionar colectivo, que modifica esa realidad objetiva y la vuelve otra. Cuando proyectas tu política, tienes que tener súper claro que tú eres un punto cagón en la línea de tiempo de la lucha de clases, por ponerlo así, o en la línea de tiempo de la Humanidad. Y si no cachai lo que ha pasado antes y no entiendes por qué estás en esta línea (porque  eres también producto del desarrollo de esta historia, de las victorias, de las derrotas, en fin, de todo lo que ha pasado), no vas dimensionar efectivamente cual va a ser tu aporte, la importancia o la falta de importancia que tenga la forma en la que tu desarrollas tu política.

 

NR: Hay una tensión subyacente y me gustaría hacerla explicita para fortalecer el dialogo. Creo que es que en el FA hay tres generaciones distintas y operan de forma diferente…

CB: Mira, yo te digo esto desde la literatura: las generaciones son una huevada, no tienen sentido, menos en política. Las líneas de continuidad son políticas o no son.

 

NR: Es que se nota. Se nota porque hay formas de construcción en el FA donde la cuestión generacional está muy marcada. Por ejemplo, toda tu crítica tiene una marca generacional.

CB: Esa es la lectura que haces tú. No es el carácter que yo le doy.

 

NR: Lo que yo entiendo de lo que tú dices, es que hay una franja en el FA que es fuertemente estudiantilizada

CB: Pero eso no es generacional. Tiene que ver con cuáles son sus posicionamientos de clase, sus experiencias de construcción, tiene que ver con cómo entiendes la forma de construcción, pero no es una huevada etaria.

 

NR: Si, pero estamos hablando de una generación universitaria que dirigió la FECh y la FEUC y que articularon un movimiento político…

CB: Si, pero hay gente que viene de mi generación que no vienen de las luchas universitarias. Gente en Igualdad, por ejemplo, o en Ukamau o en Izquierda Libertaria, por ejemplo, que no vienen de esa experiencia. La crítica generacional es una crítica súper sistémica, estás evadiendo la crítica política ahí, la confrontación de ideas y tesis políticas. El problema de clase no es generacional. Hay una generación que, claro, aprende a hacer política de una manera. Esa huevada no te define nada. Te define un segmento de compañeros y compañeras que hacen las cosas de una manera. En un mismo segmento generacional, hay los que han hecho las cosas infinitamente distintas. Entonces, eso es reproducir el mismo discurso mercurial,  lo mismo que le hicieron al MIR: que no, que el MIR era pura pequeña burguesía, algo que hasta hoy lo dicen los comunistas y lo repiten en muchas  partes. Desconocen todo el componente obrero, toda la construcción que se hizo en el FTR, toda la construcción que hizo en las poblaciones, en la Nueva La Habana, por ejemplo.  Desconocen porque caricaturizan. Encuentro que hablar de que el problema es generacional es caricaturizar. Acá lo que hay son diferencias de clase, diferencias de óptica, de diseño táctico y estratégico.

 

NR: De todas formas hay poco diálogo y debate político

CB: Y hay poca formación. Y hay poca intención de formarse y hay poco interés por aprender. Hay mucha soberbia y no es generacional, es absolutamente transversal. ¡Hay mucho ego! Tiene que ver con la soberbia. Hay mucho soliloquio y una incapacidad de diálogo fructífero enorme. Nula capacidad de autocrítica. Cuando yo entré la primera vez a militar, en los ’80, a mí la primera huevada que me enseñaron es el ejercicio autocrítico. Crítica y autocrítica, siempre.  Aquí parece que enseñaron la parte de la crítica nomas. Porque la incapacidad de leer críticamente los actos propios, sean individuales o colectivos, es avasalladora… ¡es impresionante! A mí esa huevada me alucina. No hay cultura política revolucionaria en ese sentido, no instalada transversal y colectivamente, al menos.

 

NR: No hay cultura de decirse a la cara las diferencias

CB: Esto es una hipótesis: no hay una cultura de militancia política real. Porque gran parte del contingente del Frente Amplio, viene de un contexto de militancia súper desintegrado. Es una izquierda balcanizada, porque había una preocupación sobre quién es más de izquierda, quién es más radical. ¡Es como el gen trosko que todos llevamos dentro! Eso no permite hasta ahora avizorar una construcción política sólida, donde pueden haber diferencias con los compañeros de RD, de Igualdad, etc, pero puedes digerir esas diferencias políticamente y en algunos casos hacer síntesis y superar esas diferencias, mediante el debate político.

 

 

 

Fuente de imagen: http://www.sudalalengua.com/2016/10/21/entrevista-camilo-brodsky/

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