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Benasayag: «El guevarismo es libertario, antiimperialista y antiautoritario»

En Che Guevara. La gratuidad del riesgo, el filósofo y psicoanalista argentino Miguel Benasayag sostiene que la figura de Ernesto Guevara operó como disparador de un movimiento más amplio y libertario, que podría llamarse “guevarismo”, del cual el Che habría sido el nombre de un protagonismo existencial, así como la víctima de semejante osadía.

 

El libro, publicado por la editorial Quadrata en su nueva colección, “Cono Sur”, es el producto de las reflexiones de este ex militante del ERP, exiliado en Francia, donde ejerce en la actualidad como profesor en la Universidad de Paris VII, en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático y en la Universidad de Montpellier, además de dirigir diversos laboratorios sociales.

 

Es autor, entre otros libros, de Crítica de la felicidad, Pensar la libertad, Esa dulce certidumbre de lo peor, Nunca más solo: el fenómeno del móvil, Pasiones tristes. Sufrimiento psíquico y crisis social y La fabricación de la información”.

 

Esta es la conversación que sostuvo con Télam desde París.

 

 

T: – Contame de la propuesta del libro.

B: – La propuesta que me permitió desarrollar lo que creo es cierta concepción de la historia; cuando se habla de `los grandes hombres`, de lo que se habla, en realidad, no es de la persona sino de lo que incluye a la persona al interior de un movimiento más amplio, múltiple y conflictual. Si tengo que escribir sobre Darwin, por ejemplo, no me interesa escribir sobre la esposa de Darwin o alguna otra idiotez `psicologista`. ¿Por qué razón? Porque Darwin es un movimiento de ruptura histórica y epistemológica que incluye al señor Charles Darwin.

 

 

T: – ¿Y en el caso de Guevara?

B: – En ese caso, creo que tenemos que intentar tener una visión menos personal, subjetiva, maniquea, idólatra de la historia, y ver que Guevara es el nombre de un proceso donde él fue clave, pero el guevarismo no fue seguir los pasos del Che como los de un gurú sino caminar, más o menos, por las sendas que despejó. Yo traté de demostrar cómo para hablar del Che no hay que hablar de marcas de camisetas, de mausoleos en Cuba o peor todavía, de partidos comunistas (que lo odiaban y que ahora lo reivindican). Hay que hablar de un fenómeno muy potente que -desde mi punto de vista- como fenómeno, sigue actuando en los nuevos movimientos.

 

 

T: – Guevara es el nombre de cierta cosa libertaria, ¿no?

B: – El proceso que inaugura Guevara es libertario, antiautoritario, se levanta no sólo contra el imperialismo estadounidense sino también contra la bipartición del mundo establecida por la guerra fría. Lo que hace es transgresor, desafía al comunismo soviético, internacional, que decía que no había que levantarse en ese momento porque había leyes de la historia (que sólo ellos conocían). El Che autoriza la urgencia de una revuelta, y por eso el guevarismo comprende sectores que el comunismo no contempla (la contracultura, el indigenismo, el feminismo, cierto anarco-hippismo), toda una serie de colectivos contestatarios que más tarde se identificarán con el mayo francés, Herbert Marcuse, Wilhelm Reich, experiencias libertarias muy diferentes a la que representaba Fidel Castro.

 

 

T: – ¿Qué pensás de la teoría del foco?

B: – Hay dos focos. A mí me interesa la idea dinámica del foco, que puede declinar en multiplicidad. Eso es muy interesante porque anula una debilidad de los movimientos revolucionarios, el de centralizarse. Cuando los movimientos se centralizan, se organizan, en espejo con el imperialismo, entonces el asunto está perdido. Un movimiento revolucionario es potente mientras se mantenga en un alegre despelote conflictual donde muchas experiencias se coordinan pero se sostiene en una cosa rizomática, descentrada.

 

 

T: – En cierta inmanencia…

B: – Es cierto. La idea del foco es la de la inmanencia sobre la trascendencia. En situación, uno hace lo que le parece que tiene que hacer y no hay ningún comisario político que te diga en nombre de una trascendencia histórica (porque él conoce el futuro) lo que hay que hacer ahora. El presente es lo que decide la situación. Los revolucionarios actuaban de acuerdo a la situación, era pura inmanencia. Al contrario que las burocracias comunistas, que privilegiaban el cálculo y la trascendencia. Es mejor equivocarse en la inmanencia que seguir cualquier tipo de trascendencia.

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