
«Balance de las JAP y alternativas populares a la distribución de alimentos» Por Miguel Silva
Por: Miguel Silva
Varios han dicho que el mal gobierno no sabe enfrentar el virus. O todo lo que hace, lo hace mal. El gobierno actúa mal porque no puede tomar en cuenta la desigualdad que es fundamental en este país, entonces salta de una solución parche a otra.
Está bien, pero la pregunta que queda en los pensamientos de muchos cuando escuchan estas críticas es … “¿Pero qué harías tú?”
Acá voy a decir que es lo que haría yo. Si estás de acuerdo, bien. Si no, quiero escuchar lo que harías tú.
Antes de nada, es super importante que la gente no terminara en los hospitales, entonces no debería contagiarse de otros ni contagiar a otros. Menos contacto mejor, entonces.
Por ende, no debemos ir a los supermercados o la feria ni tomar el metro para ir al trabajo. Mejor quedarnos en la casa para no contagiar a nadie ni estar contagiado por nadie.
Fácil decir, digo yo. Pero si queremos distribuir paquetes de tallarines a las casas, ¿quiénes van a producir esos tallarines… ¿Los trabajadores de Carozzi en Buin van a seguir trabajando o no?
En otras palabras… ¿Algunos tienen que seguir trabajando mientras la mayoría tiene que quedarse en la casa. Y esa gente que se queda en la casa, cómo sobrevive sin sueldo?
Acá digo como nosotros podríamos organizar el país para enfrentar el virus. Creo que parece mucho a una sociedad sin explotación de la mayoría por unos pocos. Por aquí va entonces…
Primero, los que producen o fabrican los bienes que necesitamos, deben laborar en condiciones que garantizan una buena salud. Distancia entre cada uno en la producción o distribución, con máscaras y revisión de esas condiciones por sus delegados elegidos. ¿Por qué? Porque no podemos confiar que los patrones van a garantizar esas condiciones esenciales.
Esa es la producción, pero también tenemos que hacer llegar los bienes a las casas.
Los trabajadores de la logística y los camioneros, entonces, tienen que estar tan protegidos como sus hermanos y hermanas de la producción. Si no, nos van a contagiar todos cuando nos llevan los bienes a nuestras casas.
Bueno, se producen las cosas, se las distribuyen y nos llegan. ¿Pero cómo… Cómo saben en la distribución cuántos paquetes de tallarines tienen que llevar a cada calle o barrio?
Creo que la respuesta es que la gente que vive en cada calle o barrio tiene la responsabilidad de hacer un catastro de las necesidades de cada casa… ¿Cuántos paquetes de tallarines, cuántos kilos de arroz, cuántos litros de aceite, cuántos kilos de azúcar…?
Para hacer ese catastro, tienen que tener organización y contacto directo, honesto, democrático, con las casas. Con una lista donde figura cada casa, la organización local puede entregar una lista al productor y al distribuidor.
Bueno, dices tú, ¿ese no es lo mismo que hace el gobierno con su manejo de la ficha social?
Bueno, sí y no. Es similar porque en los dos casos se arma una lista de necesidades. Por es muy distinto porque en nuestro caso, somos nosotros que hacemos la lista, en vez de un aparato burocrático y no vamos a pagar las ganancias de los mayoristas y los productores.
¿Pero si armamos la lista nosotros, dices tú , los vecinos no van a aprovecharse del pánico y pedir más que los corresponde… porque todos sabemos que hay buenos y malos por todos lados?
Sí, podría ser, pero por algo sirve la organización democrática… tú conoces lo que pasa en tu calle o tu barrio, entonces puedes parrar el carro de los mentirosos. Y ellos pueden aprender algo sobre la honestidad y la democracia.
Los que tienen algunos setenta años o más, conocen estos temas porque les tocó a vivirlos durante 1972 y 73, cuando se formaron las JAP (Juntas de Abastecimiento y Precios) con el propósito de frenar el mercado negro.
La mayor parte de la distribución en 1972 estaba en manos de negocios privados quienes se declaraban en contra dela especulación pero se aprovechaban … de la especulación. Por ende, al terminar el verano de ese año, se formaron las JAP con el propósito de controlar la distribución local de los bienes de consumo.
Es decir, el comercio minorista local iba a entregar sus bienes a las JAP, quienes iban a revisar sus precios y entregarlos a los vecinos. Las JAP iban a revisar cuantas personas vivían en las casas del barrio, hacer un catastro y entregar una Tarjeta a cada familia, que serviría para retirar los bienes de la JAP. El catastro iba a llegar a las manos de una organización nacional de distribución encargada de planificar la distribución estatal con la ayuda de los privados.
Y en la práctica, los mayoristas entregaban solamente una parte de los bienes a los negocios locales, muchos de los minoristas no trabajan con las JAP, había corrupción en las mismas JAP porque no siempre estaban bajo control democrático y por último, los grandes productores y distribuidores de los bienes de consumo no estaban integrados al Área Social de la economía ni querían trabajar con la distribución estatal (bajo el mando de General Bachelet y otros militares desde marzo 1973).
No funcionaban muy bien, digamos, las JAP y la distribución popular, entonces.
¿Qué podemos aprender de esa experiencia?… muchas cosas.
Que el control democrático de las organizaciones locales es fundamental para frenar la corrupción y evitar que la distribución local se convierta en un negocio más del lucro para los dirigentes y sus amigotes.
-Que es esencial tener control desde la producción y distribución a gran escala hacia abajo. Si no, cada barrio o comuna tiene que pelear por su parte de una cantidad restringida de bienes.
-Que se fijan los precios de los bienes y que los encargados de revisar esos precios tienen el poder de bajar cualquier precio inflado.
-Que las organizaciones locales realicen un catastro de las necesidades de cada familia y que todas saben que la distribución es igualitaria, y que se garantiza que sea así. Esta parte de la distribución es mucho más fácil hoy día porque la computación es mucho mejor que en 1972. Armar un catastro de necesidades hoy en día no cuesta tanto.
Bueno, si organizamos la distribución nosotros, vamos a necesitar un centro de acopio en cada comuna o barrio donde se reciben los bienes. Según yo, el mejor lugar sería un supermercado grande sin fines de lucro. De allí, se envían los bienes a cada barrio o calle.
En cada casa, tiene que tener un vale que dice “tengo derecho a recibir esta lista de bienes”, y la gente de distribución revisa esa lista contra los bienes que lleva. Algunas casas van a tener un sueldo – que sirve como vale – pero muchos ya no trabajan entonces el vale es su “sueldo” o si han recibido un bono, ese bono es su sueldo. Hay dos tipos de vale, entonces… uno para los que siguen trabajando o que tienen un bono. Ellos pagan para los bienes. Y el segundo tipo de vale es para los que no tienen trabajo ni bono, y ellos reciben los bienes gratis (contra el vale de consumo).
En otras palabras, los trabajadores de la producción y la distribución todavía viven de un sueldo. Ese sueldo lo pueden conseguir de un patrón, o del estado. En ambos casos, van a tener un ingreso que usan para “comprar” los bienes de la distribución popular. Es decir, con ese sueldo, pueden conseguir bienes de consumo.
Puedes decir que la gente tiene que gastar su SUELDO en los bienes que COMPRA de los distribuidores, pero hoy día mucha gente no tiene un sueldo sino un aporte estatal, el seguro de cesantía o un bono. Ese bono o transacción al Banco Estado también es un vale que dice “tengo derecho comprar 4 paquetes de tallarines etc.” y ellos también compras los bienes. Otros no tienen ningún ingreso y no compran sino canjean su vale. Un vale es otra forma de decir un sueldo, un sueldo o bono es otra forma de decir un vale.
Hoy día, con las cajas, es el gobierno que crea el mercado donde venden los grandes distribuidores. Es decir, en forma indirecta, es el gobierno que paga los sueldos de los productores y los distribuidores. Ese gobierno paga los costos de la empresa (capitalista, privada o estatal) que se encarga de la producción o distribución. En fin, el gobierno financia el costo de los insumos de la producción y la distribución. Ya no vivimos en un país, en una economía, del puro mercado sino un país de mercado privado y distribución estatal, de bonos, vales y sueldos. En fin, bajo el impacto de la pandemia, el sistema económico ha cambiado.
Pero un gobierno NUESTRO podría comenzar su labor de distribución consiguiendo los bienes de consumo SIN FINANCIAR LAS GANANCIAS de los grandes productores y distribuidores.
¿Y dónde el gobierno saca el dinero para hacer esa producción…?
Bien, nuestro gobierno podría hacer el balance entre los gastos de la producción y la distribución, y las necesidades de la gente. El gobierno actual ya hace una parte de esa obra basada en la ficha social.
Es decir este gobierno hace una cuadratura entre los papeles que dicen “se gastó 300.000 en la producción y distribución de los tallarines” y los papeles de la ficha social dicen “la gente necesita 300.000 de tallarines”.
El gobierno entrega estas cuentas al FMI y les dice… necesitamos un préstamo.
NUESTRO gobierno sacaría un impuesto a los ricos para financiar los gastos de distribución
Por ejemplo, Barrio Rodríguez:
Necesidades: 1000 paquetes de tallarines (costo asignado 200 pesos cada uno, sin ganancias), 200.000
Costos Producción Carozzi Buin, 1000 paquetes (materias primas, sueldos, mantención, SIN ganancias), 150.000
Costos Distribución (transporte al barrio, almacenamiento en Local, sueldos trabajadores distribución, transporte a casas), 50.000
Costos: para 1000 paquetes financiados por los impuestos a los ricos, 200.000; entrega paquetes, 200.000.
Así es, Producción, Distribución, Entrega
El gobierno entrega un vale que dice “Este vale 150 mil pesos” al Carozzi, y otro vale de 50 mil al distribuidor.
Y entrega un vale de consumo a las casas del barrio, a través de su organización local, que suman a 200.000 pesos.
Se entregan, contra estos vales de consumo, los bienes fabricados y distribuidos.
Eso sería todo.
Puedes decir que todo esto es loco. ¿Pero no es lo que está haciendo el gobierno?
¿No es el gobierno de Piñera que pide prestamos al FMI para pagar bonos y garantías a nosotros, para crear un mercado para los productores que, sin trabajadores a sueldo, no tendrían donde vender sus productos?
Un día va a terminar la pandemia, y una vez que vuelve la normalidad de la producción y venta de los bienes, nuestro gobierno podría dejar de aceptar los vales de consumo de las casas y volver a usar los sueldos como forma de pago. Es decir podría seguir como distribuidor de bienes que no incluyen ganancias. Consigue y distribuye bienes y recibe parte de los sueldos como pago. No sería tan distinto a lo planificado, la teoría, de 1972.
En fin, el sueldo, la planilla, no sería más que un vale que dice “este papel vale 200 mil pesos, es decir, 30 paquetes de tallarines, 5 kilos de azúcar, 5 litros de leche, 5 litros de aceite….”. El sueldo sería lo que usamos para financiar la distribución de la producción.
Eso sería todo.
Claro, lo que podemos hacer es ir más lejos y sacar la producción de las manos de los patrones. En la pega, nos iban a entregar un vale de consumo como parte del sueldo y ocupamos ese vale en el centro de acopio. A los sin sueldo llegaría un vale de consumo “solidario” a su casa.
Eso sería todo.
José
Hola Nicolás, leí tu opinión, al respecto mis comentarios.
La forma mas perfecta de asignación de recursos es el mercado, sí, el mercado, pero la idea es no verlo con una carga emocional negativa, sino como lo que es, personas transando bienes en libertad. Esta libertad es garantizada por el Estado, que debe dar las condiciones para que el libre mercado opere. Con las condiciones adecuadas, los PRECIOS, que se mueven libremente, son la brújula para el productor, que le indica qué productos vender y a cuanto.
Esta forma de llevar adelante la producción ha demostrado ser la mas eficiente,traer prosperidad y riqueza.
Lo que propones en tu columna se ha intentado muchas veces a lo largo de la historia, y nunca a funcionado, ¿la razón? Al fijar los precios el productor no cuenta con la «brújula» y no puede atender con sus productos las necesidades de la población, cayendo en la escasez o sobre producción de productos que nadie quiere.
Saludos desde Peñalolén