
Atilio Borón sobre la disputa constituyente en Chile: «El activismo de los movimientos sociales será decisivo»
En una reciente entrevista realizada por Rony Núñez Mesquida al politólogo argentino Atilio Borón, este se refirió al proceso constitucional en curso como «un gran campo de batalla». «Esa convención constituyente será un gran campo de batalla que se librará no sólo puertas adentro sino con el acompañamiento activo, militante, de las fuerzas sociales para hacer saltar por el aire el cerrojo, o el chantaje de los 2/3 que ha impuesto la casta política.» Señaló.
También apeló a lo que denominó «sesgo clasista» de una Convención Constitucional pensada a puertas cerradas: «El sesgo clasista del estado en Chile o en Perú es férreo y de larga data y no va a disiparse mediante diálogos cortesanos a puertas cerradas y sin escuchar la voz del pueblo que está puertas afuera.», señaló.
Finalmente enfatizó en la centralidad que asumirá la movilización de los movimientos sociales durante la disputa constituyente, única fuerza capaz de enfrentar a los poderes fácticos, «Lo que no se podrá resolver apoyado en los impulsos de la movilización popular no lo resolverá el rodaje rutinario institucional de una Convención Constitucional.», señaló.
A continuación un extracto de la entrevista.
«¿Cuál es su mirada del actual proceso constituyente que está viviendo Chile? ¿Cuál es el riesgo, si es que existe, de institucionalizar las demandas de los movimientos sociales?
Este nuevo clima epocal está incentivando las protestas populares en Chile y Perú. En el caso de Chile hay un proceso constituyente muy interesante pero también muy preocupante. Lo primero por la gran satisfacción que sentí al conocer el repudio mayoritario, absoluto, a la constitución pinochetista. Lo segundo porque la maligna astucia de la casta política chilena está trabajando para frustrar las expectativas de dar a luz a una constitución que responda a los grandes desafíos del Chile actual. Esa convención constituyente será un gran campo de batalla que se librará no sólo puertas adentro sino con el acompañamiento activo, militante, de las fuerzas sociales para hacer saltar por el aire el cerrojo, o el chantaje de los 2/3 que ha impuesto la casta política. La aceptación de esa cláusula significa esterilizar desde su cuna al nuevo proyecto constitucional que necesita la sociedad chilena. Ese pueblo debe darse por primera vez en su historia republicana una constitución sin las cortapisas, limitaciones y enclaves autoritarios embebidos en los previos textos constitucionales. Lo que se pretende con la antidemocrática cláusula de los 2/3 es introducir un “Caballo de Troya” derechoso dentro de la convención, que va a impedir entre tantas otras cosas desmercantilizar el agua, se encuentra absolutamente privatizada en Chile.
No hay un solo país en el mundo donde el agua sea propiedad privada desde sus fuentes y pasando por su distribución y destinación final. Y eso no va a poder ser discutido porque hay cláusulas que están prohibidas y un robusto cerrojo leguleyo impide el tratamiento de otros temas de igual importancia. Ante este callejón sin salida se requieren dos cosas: primero, que se logre una mayoría abrumadora de representantes de las fuerzas populares y de izquierda y que tengan la valentía, desde el primer día, de declarar que esa Convención se convierte en una Asamblea Constituyente, desconociendo las limitaciones impuestas por la casta política y proclamando su soberanía como expresión de la voluntad popular. Segundo, lo que dije antes: un acompañamiento militante, permanente, una guardia constante en las calles y plazas para asegurar que los convencionales hagan lo correcto. De lo contrario, existe un gran riesgo de que la Convención termine en un fiasco con lo cual se abrirían las puertas de un nuevo ciclo, aún más violento, de insurrección popular como el que estallara en Octubre del 2019. Chile está sobre ascuas, ya hemos visto la reacción que hubo ante el asesinato del malabarista en Panguipulli, así que el 11 de abril yo espero que haya una buena votación de izquierda, que la derecha no logre tener esos votos que necesita para vetar temas clave en la Convención. A partir análisis comparativos estoy convencido de que el activismo de los movimientos sociales será decisivo. Lo que no se podrá resolver apoyado en los impulsos de la movilización popular no lo resolverá el rodaje rutinario institucional de una Convención Constitucional. El sesgo clasista del estado en Chile o en Perú es férreo y de larga data y no va a disiparse mediante diálogos cortesanos a puertas cerradas y sin escuchar la voz del pueblo que está puertas afuera. Al fin y al cabo ese pueblo ha sido, siempre, el gran protagonista de las constituciones que pretendieron fundar un nuevo orden. Resumiendo creo que se abren buenas perspectivas en Chile, cuya gente ha dado extraordinarias muestras de bravura y conciencia política en estos últimos tiempos. Evocaría, por eso, aquellas palabras de don Salvador Allende en su discurso final cuando decía “tengo fe en Chile y su destino.” Coincido con esa apreciación.»