
Álvaro García Linera/ «Revolución y redes sociales»
Ponencia presentada en el Seminario Internacional sobre Comunicación
Publicada originalmente en La Migraña (Bolivia)
Las redes sociales son una nueva herramienta que está cambiando la forma de comunicar, de interactuar y de hacer política. Es un nuevo soporte técnico de la comunicación, y por lo tanto también de la acción política, cada vez más expansivo, incluso para sociedades como la nuestra en la que las estructuras sindicales o corporativas son muy fuertes. Bolivia tiene una cualidad respecto a otras partes de América Latina, quizás puede ser similar en parte a Guatemala, es que las formas de organización colectiva, sindicatos y gremios, no solamente son lugares de reivindicación sino también lugares de construcción de voluntades colectivas, son lugares de protección social, de formación de criterios políticos. Una parte importante, pero cada vez menor, de la sociedad boliviana se mueve, se articula, construye opinión a partir de sus sindicatos, de sus junta, de vecinos y de sus gremios.
Últimamente ha surgido un gran pedazo de la sociedad, casi un 30% de los bolivianos, que ha roto su vínculo con estructuras sociales, que ha roto su vínculo con el sindicato, es la nueva clase media: hijos del pueblo, hijos de campesinos, hijos de obreros, pero que ya han logrado la satisfacción de un mínimo de condiciones de vida, tienen servicios básicos, tienen agua potable, alcantarillado, luz, gas, transporte, un empleo, unos recursos más o menos medianos. Y entonces, ya no requieren ir al sindicato ni a la junta de vecinos para conseguir cosas; se han desindicalizado, se han desagregado, pero este sector ha encontrado en las redes sociales una nueva forma de comunidad, hablaba Ángel (Beccassino) de un sindicalismo, si ustedes quieren, virtual.
Es un tema muy importante para tomar en cuenta en Bolivia, es algo que no había el año 2005, que muy débilmente estaba presente el 2009, que ya se visibilizó el 2014 y está claro que el año 2019, en las elecciones, será decisivo. Es un porcentaje elevado de la población que se mueve a partir de las redes sociales y que a la vez influye en su familia, que tiene estructura sindical, agregación sindical tradicional. Entonces, en Bolivia estos años va haber una coexistencia de dos formas de asociatividad, una la territorial, la clásica, la que la conocemos de los sindicatos, juntas de vecinos y la otra virtual, que es la de las redes; que para muchos, apenas recién estamos comenzando a entender su funcionamiento.
Mario Riorda ha hecho una enumeración detallada de aspectos muy relevantes del funcionamiento de las redes, quiero comentar algunos: Frente a la idea de que las redes democratizan los criterios, las opiniones, que en parte lo han hecho, se puede decir que es la primera vez que, en la historia de la humanidad, hay tantos escritores como lectores, siempre era un número privilegiado de escritores y un mayor número de lectores, desde los tiempos de los papiros o de los quipus o incluso de la imprenta. La televisión mantuvo todavía el formato de los que pontificaban desde los medios de comunicación y el noticiero en la opinión pública con el programa político.
Las redes quiebran eso, todos escriben, todos leen y eso modifica la estructura de la comunicación, en general de la sociedad y en particular de la comunicación política. Pero esto tiene un límite, esta democratización de las personas que leen y que son las mismas que escriben nos puede hacer creer que estamos viviendo una democracia absoluta, ¡no es cierto! Nos dice muy bien Mario (Riorda), hay procesos de concentración y de jerarquización en las redes, la democracia está limitada. Un ejemplo es el control de los algoritmos o el Big Data, que es la capacidad que pueden tener las grandes corporaciones o empresas, que tienen el suficiente dinero, para absorber tu información, cada vez que entras a ver un video a YouTube o que ves una noticia en el periódico digital, cada vez que mandas un WhatsApp con un meme que te llamó la atención, hay una base de datos que ha capturado todo eso.
Las personas hoy nos constituimos en una bolsa de datos y la tecnología capta palabras precisas, temas y dice: “Bueno, en este grupo de personas ubicadas en tal lugar están utilizando esta palabra recurrente o han visto este video erótico o han visto este video deportivo, o les llama la atención este tipo de música”, no es más que una máquina, es un algoritmo, no es una persona, pero hay personas que van armando esa información y entonces las empresas utilizan eso para saber nuestros gustos, saben el libro que me puede interesar: ya no tengo que entrar a buscar en Amazon, es la empresa que ya me manda los libros de mi interés, porque ha registrado todas mis búsquedas anteriores, y lo mismo que hace Amazon lo hacen las empresas que venden ropa. Eso está pasando también en la política, hay empresas, como la empresa inglesa que tuvo un escándalo (Cambridge Analytica), que ha hecho lo mismo, ha utilizado la información acumulada en el WhatsApp, de videos, de Facebook y la ha territorializado, la ha puesto en un lugar, en la calle donde vives, y ha comenzado a mandar información de estas decisiones partidarias, para que la persona reciba en sus círculos íntimos un conjunto de informaciones y de propaganda, es decir, el uso comercial de la información de los individuos que nos hemos convertido ya no en individuos.
Ya no hay individuos, somos dividuos, una bolsa de información capturable que también genera una forma de concentración y de jerarquización de la información, aunque en principio todos somos iguales ante las redes, la manera de influir en las redes no es igual; quienes controlan y tienen la capacidad económica, puedan articular más algoritmos en función de criterios de acción selectiva de las personas y estos tendrán mayor capacidad de influir que el resto de las personas.
Una segunda cosa que me llama la atención, de lo que explicaba Mario, es lo que la neurociencia viene estudiando desde hace poco más de una década y es saber cómo opera nuestro lóbulo frontal al momento de elegir afinidades, tendemos a valorar y ser más permisivos o a ser más tolerantes o a darle mayor credibilidad a las personas, por su textura, por su forma de hablar o por sus hábitos, qué es más cercano a nosotros, eso está demostrado por la neurociencia.
Entonces, ¿qué está sucediendo con las redes? No es que las redes están inventando realidades únicamente, o sea, los males de la sociedad no son las redes, lo que están haciendo las redes es gatillar predisposiciones, prejuicios que están contenidos en las personas: la eficacia de un buen meme, de un mensaje político o de campaña depende de la capacidad de gatillar predisposiciones, apetencias, prejuicios, inclinaciones que estaban contenidas en las personas. Eso significa que, no es que manipulando redes se construye un tipo de opinión, las redes pueden construir un tipo de opinión adversa en la medida en que tengan la capacidad de obrar en esos marcos interpretativos, diría la sociología, que ya están depositados previamente en el individuo. Las redes pueden sobreexcitar prejuicios que ya están presentes en la sociedad y la medida en que estas redes y esta forma de manipular o utilizar políticamente se concentren en públicos segmentados, utilizando frases, gestos, lenguajes, fotos, rostros, y activen la parte frontal de nuestra corteza cerebral, van a tener recepción.
La eficacia de las redes se da cuando confirman lo que uno está predispuesto a pensar o lo que uno piensa en la intimidad, muchas veces prejuiciosamente: “Sí, aborrezco a los comunistas solamente que no lo digo por cuidarme, porque los amigos son medio progresistas”, y me llega un WhatsApp donde dice que los comunistas son unos malos que están destruyendo el mundo y que van acabar con la propiedad privada, incluido tu trabajo, tu casa, tu carro y tu perro. La predisposición de uno mismo, que ya antes pensaba eso, que lo había sedimentado y guardado por criterios de conciencia razonable, llegado el momento esa cosas razonables se apartan y emerge tu criterio, tu prejuicio, que simplemente es un sentido común sedimentado, que puede ser gatillado, habilitado, visibilizado por efecto de las redes.
Otro de los conceptos que me ha llamado mucho la atención es el papel del WhatsApp: elogia los prejuicios, articula las confianzas. Claro, porque el WhatsApp es un círculo de confianza cerrado, se supone que es cerrado; en el Facebook nos abrimos al mundo, en el WhatsApp nos articulamos con los compinches, los de la promo, los del fútbol, los de la universidad, los del trabajo, los que nos vamos a farrear los fines de semana, nos articulamos en nuestro WhatsApp y cuando llega un mensaje a este círculo de confianza, de entrada le damos credibilidad porque es del círculo, el mensaje y la receptividad de ese mensaje lo hace un algoritmo, infiltrar un WhatsApp lo hace un algoritmo de manera muy fácil, pero hay que tener la capacidad creativa para que el WhatsApp se mueva en función de los criterios, del discurso y del lenguaje del grupo. Si logran hacer eso, se ha metido un virus con una gran capacidad de reproducirse al interior de este microcosmos llamado grupo de confianza de WhatsApp. Entonces, la idea está en aprovechar la confianza, elogiar, acentuar los prejuicios y utilizar mentiras y así se convierte en una herramienta terrible, que puede generar un conjunto de modificaciones en los comportamientos sociales y políticos de las personas nunca antes visto.
Buena parte del debate electoral tiene que ver con decisiones asumidas anteriormente, no es solamente lo que ha de venir sino lo que hiciste o lo que se supone que hiciste antes. Buena parte del trabajo y de la comunicación política o electoral tiene que ver con lo que la gente espera de lo que viene por delante y quien tenga la audacia para volver evidente lo que falta, tendrá iniciativa. Pero lo estoy asumiendo como dos miradas complementarias, es cierto, buena parte de las cosas que se van a debatir en las campañas políticas tienen que ver con tu responsabilidad frente a lo que hiciste, bueno o malo, y las redes habrán de sobreexcitar emotivamente estos aspectos de lo que hiciste o de lo que se supone que hiciste anteriormente; esa es la parte destructiva de la campaña, con eso no construyes horizonte, pero sí devalúas y desmoronas a tu adversario. ¿Cuál es el efecto?, debilitarlo aunque no sustituirlo, no se olviden que una parte de la actividad política consiste en el monopolio del sentido común, quien logre monopolizar, direccionar el sentido común, direccionará el horizonte de una sociedad.
La devaluación del adversario tiene que ver con la forma de juzgar lo que hizo con lo que no fue capaz de hacer, como forma de resquebrajar la propuesta del adversario, en la medida en que tengas la capacidad de hablar, de proponer de manera creíble y verificable, más o menos palpable lo que viene, las cosas que vienen, los pasos que faltan.
Resumo, devalúas al adversario evaluando lo que se hizo antes, construyes adhesiones y legitimidades fuertes en la medida en que articules horizontes creíbles y visibilices cosas que faltan hacia adelante; la gente asume lo que ha obtenido como un hecho, como el aire, no está para agradecerte, considera que ya lo tiene como un derecho; la cosa es que ahora ofreces hacia adelante qué horizonte estás planteando para caminar juntos, buena parte de la elección se va a jugar en esa capacidad de crear confianza y esperanza, pero buena parte de la elección también se va a jugar en la capacidad de evaluar críticamente o demoledoramente lo que hiciste antes.
Las emociones juegan un papel cada vez más importante, con su ambigüedad, siempre las emociones han jugado un papel importante, no olviden el concepto de Gramsci de lo que es una revolución: es una catarsis. No hay nada más emotivo que una catarsis, todo proceso político y, más aún, los procesos revolucionarios son siempre procesos emotivos, pero hay emotividades universales que interunifican y permiten la interacción entre toda una colectividad grande, y hay emociones segmentadas que son fruto ya de procesos después del momento universal y catártico vienen en el momento de la estabilización y del repliegue corporativo o tribal, entonces, cuando se da el momento del regreso corporativo en la ola social: formación-construcción-movilización-triunfo-estabilización (aquí es la catarsis), estabilización-regularización-corporativismo.
Cuando estás en estos momentos corporativos o trivializados de la realidad social, las emociones ya no son universales, son emociones segmentadas, más individualizadas y que requieren otro tipo de arquitectura, de ingeniería política para poder administrar las emociones de un grupo de WhatsApp. Las emociones de los que se articulan en torno a la defensa de los animales serán distintas a las emociones de los grupos de WhatsApp de los nerds que están haciendo robótica o de los grupos que se articulan en torno a la creación de apps.
Se segmenta la sociedad, deja de haber una intercomunicación universalizada de las emociones movilizadoras y tienes microemociones. Las emociones son mucho más complejas en la acción política y eso vuelve más compleja la acción electoral, que tiene que ver con esta forma de la fragmentación social, de la segmentación social, fruto de los procesos ya del repliegue y de la corporativización de las sociedades democráticas modernas, que se dan en todas partes del mundo.
Hay personas desconectadas de la memoria, no por un defecto sino por un hecho biológico normal, personas entre 18 a 35 años; y en el caso de Bolivia es casi el 45%, la población votante, es un dato muy interesante. Entonces, cómo se trabaja, cómo se llega a estas personas desconectadas de la memoria, que aún no han logrado laminar la suficiente información que permita articular pasado con futuro, ese, por supuesto, es un gran reto para cualquier gobierno, para cualquier partido, para cualquier investigador y para cualquier estratega político y electoral. Es otro lenguaje, en el caso de Bolivia es otra clase social, los símbolos, los lenguajes, las herramientas comunicacionales y la forma del sindicalismo virtual las coloca de manera diferente, aunque no de manera absoluta, de los antiguos sectores populares.
Por qué no digo absoluta, porque buena parte de la estabilidad de la nueva clase media popular radica en articular las redes de parentesco, paisanaje, heredadas de sus padres, porque así va a encontrar empleo o trabajo, oportunidades de comercio, saberes técnicos, esta que es una cualidad también muy boliviana. Todavía el desprendimiento de la generación nueva de clase media respecto a su origen popular es parcial, en parte trae otros criterios, otras expectativas, otras tecnologías, otras sociabilidades, pero en parte reactualiza las tradiciones, redes de parentesco, de paisanaje y de compadrerío, porque ahí las redes sociales, en sentido sociológico, crean vínculos, para obtener trabajo, créditos, apoyo, tecnología.
Este es un gran reto, cómo hablar, cómo vincularse con este sector, hay que trabajar las emociones, el riesgo es que las emociones son efímeras y cómo haces para trabajar estas emociones efímeras que tienes convocar permanentemente; claro, lo más redituable son las emociones efímeras, ejemplo las telenovelas, todos lloramos frente una telenovela porque es un tipo de emotividad que ancla en otro tipo de expectativas y de criterios, ese tipo de emotividad es el escándalo, es el más emotivo, por eso las redes son ahora el lugar privilegiado de los escándalos y cómo generar un escándalo sobre otro y sobre otro. No sé si algún rato se saturará el cerebro, no estoy seguro, supongo y de hecho para bien, al momento, debería poder saturarse, porque aquí entra en juego algo que nos hizo recuerdo Mario y no he olvidado: hoy las redes sociales pueden jugar para mantener el nivel de atención emotivo, van a tender a gatillar, sobreevaluar y adular los prejuicios y esto es algo preocupante para la democracia.
Hay un problema con la democracia a nivel continental, hay malestar y descontento, hay frustración pese a que la participación de la gente ahora es mucho más profunda; hay un malestar, hay un desgaste y el hecho de que las redes sociales, para mantener la expectativa, la atención o la manipulación, intenten privilegiar los prejuicios que habían sido tapizados, sedimentados, guardados a partir de una construcción más racional de criterio, bajo los criterios de aborto, por ejemplo, la opinión pública en torno al racismo, los prejuicios, son ese tipo de criterios morales que explotan sin filtro y sin el lado racional del cerebro.
En qué medida este uso de las redes va a ser un uso igualmente desmedido, un uso abusivo de este conjunto de prejuicios que vayan en desmedro de la calidad de la democracia de un país. Este es el gran reto que tenemos.