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Alejandra Matus «Espacio Riesco no resuelve necesidad del hospital, pues no recibe casos complejos».

Jean Flores Quintana

RDF

 

La destacada periodista e investigadora nacional, Alejandra Matus, encendió las redes al develar colapso del sistema de salud en el gran Santiago producto de Coronavirus.

«Reporteo entre médicos del Hospital San José, el único de alta complejidad en zona norte de RM. Aumento de pacientes críticos ha colapsado Urgencias y disponibilidad de camas para tratamiento de pacientes críticos”.

 

Sus indagaciones dejan al descubierto «la otra cara» tras los avisos ministeriales y presidenciales. Mientras día a día el ministro de Salud, Jaime Mañalich, entrega datos y cifras de absoluto control en la gestión de crisis sanitaria, la información proporcionada por Matus enciende las alarmas a nivel nacional.

«Hospital (San José) tiene cumplimiento «cero» en 3 de 4 metas de reconversión instruidas por MINSAL para enfrentar COVID, según Unidad de Gestión Centralizada de Camas (UGCC). UTI no se transformó realmente en UCI, ni Médico Quirúrgico en UTI. Sólo se agregaron 4 de 33 camas UCI programadas. Esta falencia ha obligado a transferir pacientes críticos a otros hospitales. En abril: 29 adultos. Entre el 1 y el 7 de mayo: 44. El miércoles fallecieron 5 personas en Urgencias con sospecha de Covid. Resultado del test está demorando 3 días».

 

El 18 de marzo del presente, en cadena nacional el presidente Sebastián Piñera, afirmó, “estamos preparados para enfrentar es un escenario con 100 mil enfermos simultáneamente, 16 mil de ellos hospitalizados y de ellos, 8 mil en tratamiento intensivo en camas críticas y 4 mil con algún tipo de ayuda o ventilación artificial. Esto es algo para lo cual nos venimos preparando desde enero. Hoy día si usted quiere comprar un respirador artificial no está, había que haberlo comprado en el momento oportuno, eso fue lo que hizo Chile”. No obstante la realidad indica otra cosa, y las medidas paliativas simplemente no entregan garantías de atención sanitaria como corresponde.  Así lo reporta Matus.

«Espacio Riesco no resuelve necesidad del hospital, pues no recibe casos complejos. Hace años que en hospitales chilenos los únicos casos no complejos son los socio-sanitarios. Es decir, gente en situación de calle que queda hospitalizada porque no tiene dónde ir. La baja en el valor hora de profesionales no especialistas que hacían reemplazos en Urgencias (de 31 mil pesos a 24 mil) ha dejado turnos completos sin personal capacitado para atender demanda, como ocurrió miércoles 6 de mayo. Profesionales de geriatría tuvieron que suplir. El Flujo de pacientes COVID en Urgencias está dividido solo en teoría, porque espacio es pequeño y se producen aglomeraciones, y porque llegan pacientes por otros motivos (como politraumatizados) a quienes por razón azarosa se les hace test y se descubre que eran positivos».

 

El contagio del personal y la consiguiente merma de los equipos médicos es uno de los factores que generó alta mortandad en Italia y España. Atenuar la progresión de esa cifra es un objetivo que marcará la diferencia entre la vida y la muerte para miles de chilenos. Las estadísticas de los países que comenzaron a luchar contra la pandemia antes que nosotros indican que hasta un 20% del personal sanitario será portador de coronavirus. Si la curva de contagios entre los funcionarios chilenos llega a ese techo justo cuando se produzca el peak de la enfermedad a nivel nacional, esa mezcla será letal: no habrá personal suficiente para sostener a los pacientes más graves. Esta dramática coincidencia es uno de los factores que desencadenó la mortandad en ambas naciones europeas.

Las indagaciones de la periodista en el único hospital de alta complejidad en la zona norte de la la región metropolitana, indican que, «al menos un 10 por ciento del personal del Hospital San José está en cuarentena por contagio o sospecha de contagio por COVID19. (El) Ejército instaló 3 carpas de campaña para evaluar a pacientes con síntomas leves. 200 a 300 por día, atendidos por tres médicos. Ellos hacen test PCR y deciden si casos ameritan atención hospitalaria o los envían a sus casas». A esto, la fuente de Alejandra Matus, agrega: «Hemos tenido pacientes que vuelven después, graves».

 

El 23 de abril el ministro de Salud en conversación con el director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom, esbozó las estrategias chilenas para combatir la pandemia. Muy suelto de cuerpo, declaró, «Chile tiene la capacidad de aplicar 13 mil exámenes  diarios de PCR para detección de Covid-19 y que se podría llegar a los 18 mil». Nuevamente los crudos hechos, muestran un escenario totalmente diferente. Los profesionales de la salud que luchan por las vidas de la nación, ni siquiera tienen dotación de mascarillas necesarias para ello. El gobierno de Chile considera adecuado gastar en armamento, despliegue de soldados, compra de aviones y asegurarle el negocio a los ricos, pero en cuanto a resguardos de seguridad elementales para los trabajadores de la red pública de salud, nada. Así lo relata la investigadora, tras entrevistar a urgencistas en el HSJ.

«Medidas de protección baja: mascarillas quirúrgicas, que deberían cambiarse cada hora, se agotan. La N95 (modelo de mascarilla) hay que pedirla a jefa de turno de enfermería. Ella dispone de 8 para turno de 12 hrs. Si se intuba a un paciente, después se sigue usando, con mascarilla de plástico encima. Aumento de casos COVID, incluso con turnos completos, es difícil de manejar. Somos 3 en Urgencias para 300 personas que estamos recibiendo a diario. Gente se pone agresiva por las esperas. Apoyos nuevos no están capacitados. Se cometen errores. Da miedo».

 

En marzo Piñera aseguró que se adelantó a todos los gobiernos del mundo, y compró ventiladores mecánicos en enero. Luego, en abril, el subsecretario de redes asistenciales, Arturo Zuñiga, afirmó que «hay disponibilidad»  de ventiladores mecánicos y que existen más de 500 de estos insumos que no se están ocupando. Pero el personal de salud del Hospital San José, «ha sido informado que, como se ha agotado capacidad de ventilación mecánica, tendrán que ambusear pacientes».

«Esto lo hacemos mucho en invierno, pero con COVID y sin equipo de protección adecuada (a nosotros no nos dan N95) da pavor», dice una técnico en enfermería en conversación con la sanantonina Alejandra Matus.

Equipo editorial Revista De Frente

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